A los 18 años Zdenka Fantlová conoció a Arno, del que se enamoró a primera vista. Su amor sobrevivió a su deportación al gueto de Terezin en 1942. Cuando éste se enteró de que sería incluido en el transporte hacia el Este, y por tanto separados, regaló un anillo de estaño a Zdenka. La joven acabó en Auschwitz en octubre de 1944, donde se jugó la vida en un registro por esconder debajo de su lengua el anillo, del que nunca ya se separó. Ni tan siquiera tras su liberación del campo de concentración. Ésta es una de los miles de historias que atesora la exposición de ‘Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos’ en Madrid.
Por desgracia, la historia no tiene un final feliz. Zdenka sobrevivió al horror, pero ni Arno ni ninguno de sus familiares lo consiguieron. Ella sigue guardando el anillo hoy en día con la inscripción ‘Arno, 13 de junio de 1942’. De hecho, en la exposición, que acoge el Centro de Exposiciones Arte Canal, se muestra una réplica casi exacta del anillo. Ni tan siquiera hoy, Zdenka es capaz de separarse de este objeto.
Uno más de las 600 piezas originales de incalculable valor histórico y humano, testigos directos de uno de los episodios más oscuros de la humanidad. Y que esta exposición, que recorre las principales capitales del mundo, muestra ahora en Madrid.
Además de anillo, hay objetos que llaman mucho la atención. Entre ellos, destaca el juego de mesa ‘Juden Raus’. Su objetivo era expulsar a los judíos de las murallas de la ciudad. En el tablero puede leerse: “¡Tira bien los dados para apresar muchos judíos! ¡Si consigues expulsar a seis judíos, serás el vencedor indiscutible!”.
También resulta curiosa la lata del gas Zyklon B. Este pesticida se usó como método de aniquilación. Los nazis experimentaron con muchos químicos para buscar un método de exterminio masivo. Pertenencias como zapatos y los famosos uniformes a rayas de los presos completan parte de los objetos de miles de vidas robadas.
La exposición también incluye un barracón original procedente de Auschwitz III, y un vagón original de la compañía nacional alemana de tren, la Deutsche Reichsbahn. Fue el modelo empleado durante la Segunda Guerra Mundial para el traslado de soldados, prisioneros de guerra y judíos deportados.
Una exposición que no deja indiferente a nadie y que podrá visitarse hasta el 17 de junio de 2018. Durante casi tres horas el visitante podrá conocer Auschwitz desde antes de su creación, los planes de Hitler, cómo era el día a día de los presos, el exterminio o la liberación para finalmente terminar con el testimonio de algunos de los supervivientes.
Se trata de un recorrido por los mayores horrores cometidos por el ser humano que invita al recuerdo y al homenaje, pero también a la reflexión. Una reflexión hacia unos hechos que nunca debieron ocurrir y que, sin embargo, tuvieron lugar. Y esto solo ocurrió… No hace mucho. No muy lejos.
Más de 1,1 millones de personas asesinadas
Así, Auschwitz fue el mayor y más letal de los campos de concentración y exterminio nazis alemanes. Más de 1.100.000 personas fueron asesinadas entre junio de 1940 y enero de 1945. Entre ellos, niños y niñas, mujeres y hombres. La mayoría de ellos eran judíos de diferentes nacionalidades. Reducidos a un simple número grabado en su traje de rayas fueron esclavizados, usados en experimentos médicos, humillados, deshumanizados y exterminados.
Hasta ahora el mejor modo de comprender la magnitud de los horrores cometidos en Auschwitz era viajar hasta la localidad polaca de Oświęcim. Más de dos millones de personas acuden anualmente allí para ver los auténticos restos del campo. Hoy en día, esta muestra nos acerca un poco más a la trágica debacle de los valores humanos durante la Segunda Guerra Mundial.