Repsol se consolida como valor al alza. Los datos presentados este viernes por la petrolera afianzan una línea clave sobre su futura evolución. El primero y más importante es que los beneficios crecen, pese a que el negocio se resiente. La producción media sigue de capa caída, en los nueve primeros meses de 2017 Repsol produjo un 0,9% menos de barriles. En segundo lugar, el grupo sigue con su proceso de reestructuración para campear la nueva realidad del sector.
La mano del presidente, Antoni Brufau, se nota en las cuentas. En especial, la importancia que ha adquirido para la firma su desendeudamiento. Brufau antes de ser presidente, incluso de pasar décadas en el sector, trabajó como consultor internacional y pocos como él conocen la losa que supone una pesada deuda. Que se le pregunten a Telefónica. Repsol redujo su deuda financiera un 30%, desde os casi 10.000 millones hasta los 6.970 millones.
En lo que va de año se ha revalorizado un 20%, pero desde que tocará mínimos en enero de 2016 –mes que también hace suelo el precio del petróleo- valor ha crecido un 113%
A principios de año, prácticamente ni un solo analista veía a Repsol con el potencial necesario para estar entre los mejores del Ibex. Ahora, diez meses después la petrolera acompaña a Grifolds, IAG, Sabadell, Caixabank o Banco Santander como los mejores del 2017. En lo que va de año se ha revalorizado un 20%, pero desde que tocará mínimos en enero de 2016 –mes que también hace suelo el precio del petróleo- valor ha crecido un 113%.
La relación entre el precio del petróleo y la evolución bursátil de Repsol es más que evidente. Aunque hubo momentos, en los que esa correlación casi perfecta se había roto. Especialmente por la debilidad financiera del valor.
A lo largo del último lustro, la evolución de la correlación de ambos valores podría subdividirse en tres momentos. Si se toman los cinco años, se puede observar que la correlación entre ambos valores no sufre demasiados cambios. Repsol siempre evoluciona con más amortiguamiento que el precio del petróleo, así la firma sube siempre más despacio que el crudo, mientras que si el precio cae, Repsol lo hace pero más despacio.
La cosa cambia si tomamos el último año. Por un lado, desde noviembre de 2016 y por los problemas financieros de la firma esa correlación se rompe. Entre mediados de noviembre de 2016, y finales de junio de 2017, el precio del petróleo se mantiene en el entorno de los 44 dólares, el valor de Repsol se dispara casi un 13%. Las desinversiones, la venta de participadas no estratégicas y el nuevo plan plurianual empiezan a dar resultados al valor.
Por último, a finales de junio la valoración de la compañía y el precio de la commodity se vuelven a fusionar. En la imagen se ve claramente la evolución de ambos valores, y si tomamos los datos porcentuales también vemos que Repsol se ha vuelto a ligar al precio del petróleo. Entre junio y octubre el precio del crudo creció un 16% -tomamos el valor medio que fueron cerca de 52 euros- , mientras que la petrolera lo hizo un 17%.
El hecho de que Repsol haya vuelto a cuadrar crecimiento con el crudo tiene una lectura fácil, su evolución será la del futuro del petróleo. Esa posibilidad le puede permitir a Repsol seguir siendo un valor muy goloso para los inversores.
La firma ha ganado dinero y aumentado valor con un precio medio del barril en los 51,8 dólares y se espera que en 2018 supere ampliamente ese valor. Por ejemplo, en agosto un sondeo de Reuters ponía como precio medio del barril de Brent los 54,18 dólares, pero las estimaciones crecen. Jp Morgan considera un precio objetivo los 58 dólares, mientras que el jefe global de Glen Core, Alex Beard, cree que “el 2018 luce bien para el crecimiento de la demanda”. Además, los valores futuros negociados estos días dan un valor al Brent entre los 58 y 60 dólares. Por tanto, la horquilla que puede pescar en bolsa Repsol podría estar comprendida entre un 9 y un 15%. Además, ser un valor con un gran volumen de negociación le permite no estar muy influenciado por la volatilidad.
Aliviar deuda y nuevos negocios para Repsol
La reducción de deuda es un elemento esencial para una firma como Repsol que se enfrenta a un futuro incierto en unos años vista. El petróleo ya no es lo que era, todo inversor en relación con él ya tiene pensado –o piensa- en un plan b. Sirva de ejemplo que la mayor petrolera del mundo la empresa estatal de Arabia Saudí, ARAMCO, ya valora otro tipo de inversiones que dejen de lado el petróleo.
Entre los muchos factores que pesan en el lado de buscar alternativas están: la guerra entre productores tradicionales –el cártel de la OPEP- y las nuevas tecnologías representadas por el fracking. La llegada del coche eléctrico y la montaña de ayudas fiscales a este tipo de vehículos. La mejora en la eficiencia que ahorra cada año un 10% del petróleo que se usa.
Por ello, es imprescindible una caja holgada y unas cuentas saneadas para escapar de la trampa. Repsol ya ha tanteado una serie de negocios entre los que destacan: el mercado de la salud, para aprovechar su poderío químico. La economía colaborativa, en su laboratorio de negocios emergentes. Incluso ha empezado a invertir en tecnología App.