Leonid Bershdsky para Bloomberg
La gran contienda electoral de Alemania, entre Angela Merkel y Martin Schulz quedó marcada por la carente intriga o suspenso. Sin embargo, esto no aplica para la competencia entre los pequeños partidos que buscan el tercer puesto. A diferencias de los dos grandes partidos, se encuentran en una verdadera carrera cuyo resultado puede determinar la forma en que el próximo gobierno se mueva.
Los debates del pasado lunes entre los dirigentes de estos partidos más pequeños -la izquierda representada por Die Linke, Greens, la Unión Social Cristiana Bávara, o la derecha por el Partido Liberal Democrático o la Alternativa de extrema derecha para Alemania-, mostraron que las opciones para una coalición gobernante viable tras los comicios serán limitadas.
El estilo de campaña de Merkel irrita a votantes que buscan políticos más parecidos a los republicanos de los Estados Unidos en 2016
En la superficie, esta alineación se asemeja a los debates estadounidenses entre los candidatos republicanos menos populares durante las primarias de 2016, un espectáculo que ofrecía a coloridos políticos que no tenían chances de alcanzar el poder. Pero en la Alemania de 2017, los partidos más pequeños no son un espectáculo secundario.
Una encuesta del INSA publicada este lunes, después del debate entre Merkel y Schulz, mostró que algunos partidos cayeron en comparación con la encuesta previa, realizada a fines de agosto, perdiendo puntos frente a la Alternativa de extrema derecha para Alemania. Se nota que el estilo de campaña de Merkel irrita a algunos de los votantes que quieren ver los políticos con posiciones más fuertes.
Los partidos más pequeños habitan en una Alemania distinta a la complaciente de Merkel y Schulz. No es “la Alemania en la que vivimos bien”, a la que apela el lema de campaña de Merkel, sino una más pequeña, compuesta por 40% de los votantes, una nación amargamente dividida y descontenta con la forma en que se rige.
Luchar por los votos en ella se parece mucho más a una Holanda libre en vez de a una Alemania ordenada, y requiere diferentes habilidades o niveles de energía. Este lunes, por tanto, hubo un montón de altercados y dinámicas dramáticas que los espectadores estaban deseosos de ver.
Los políticos de menor rango buscan posicionarse en las encuestas en busca de alianzas electoral
Sahra Wagenknecht, de Die Linde, y Alice Weidel, de AfD, se enfrentaron por la inmigración. En un momento dado, Weidel soltó un falso elogio contra su rival al llamarla “la única persona razonable en su partido”, pero Wagenknecht supo responder: “podría decir lo mismo de ti”.
Pero es Merkel quien probablemente forme el próximo gobierno alemán, y nada puede impedir que el partido de Schulz tome el segundo lugar. Así que los políticos de menor rango se limitarán al papel de potenciales formuladores políticos.
La AfD es la excepción. Ningún otro partido alemán lo tocará porque muchos de sus integrantes niegan el Holocausto. Cuanto mejor se desempeñe, más dura será la inmigración que el próximo gobierno tendrá que afrontar, algo que los nacionalistas holandeses han enseñado a sus vecinos europeos.
Se ha vuelto complicada la lucha por las coaliciones en Alemania
Pero los otros son contendientes de la coalición. Si Schulz gana más de 30%, un tramo dado los resultados actuales de las encuestas, podría reunir un gobierno con Die Linke o Greens. De por sí, Merkel quiere trabajar con el FDP, como su partido lo ha hecho tradicionalmente, pero una coalición necesitaría un desempeño fuerte en las elecciones.
Basado en el contenido del debate y los desacuerdos fundamentales que reveló, es difícil imaginar al partido Greens haciendo un trato con el FDP, los aliados de Merkel, o incluso con Die Linker.
Reunir a Lindner y Oezdemir para negociar un acuerdo de coalición es una tarea dificultosa incluso para Merkel, con su talento para alcanzar compromisos. Tanto Oezdemir como Wagenknecht se mostraron muy radicales para negociar con Schulz. Dado que los partidos más pequeños luchan en una nación dividida, son llevados a los extremos de sus posiciones. Eso hace más fácil retirarse después de las elecciones y jugar a las coaliciones.
Aunque las elecciones alemanas resultan aburridas para observadores externos debido al carente conflicto, sus consecuencias pueden resultar emocionantes. Christian Obendahl, del Centro para la Reforma Europea, con sede en Londres, ha sostenido que un gobierno minoritario liderado por Merkel es un escenario realista. “Sería mejor para la democracia alemana que otra gran coalición se forme, porque Merkel debe trabajar con los diferentes partidos opositores en temas específicos”.
Alemania nunca ha tenido un gobierno de minoría, y tal experimento sería emocionante. Por lo menos, permitiría a los partidos más pequeños mostrar sus fortalezas y debilidades ante los votantes en un juego político de alto nivel. Es difícil, sin embargo, imaginar a Merkel en ese juego en medio de su último mandato en el poder. Lo que sí puede hacer es usarlo como amenaza en las conversaciones con Schulz, pero lo más seguro es que quiera usar su alianza actual: segura y aburrida.
Si fracasa en sus objetivos, la política de Alemaania será muy divertida y la próxima elección puede finalizar con un margen más impredecible que los parámetros actuales. La nación dividida, por pequeña que sea, prevalecerá entonces.