Kiko Matamoros ayer no sabía dónde meterse. Y es que el tertuliano de ‘Sálvame’ volvió a abochornarse después de ver como su hijastro, Javier Tudela, subía a Instagram una fotografía de un señor ataviado con uno de los tradicionales gorros africanos, el kufi. Y el joven acompañó la instantánea con el siguiente texto: «Como ese me haga algún movimiento sospechoso…vamos a tener problemas». Cuando sus seguidores le reprocharon su racismo y su inculta, Tudela demostró de nuevo su falta de sentido común: «No soy racista. Pero ese tipo es sospechoso».
Las reacciones en su red social no tardaron en llegar, con graves insultos incluidos. Pero esta es la enésima vez que el tándem Makoke-Javier Tudela, tan bellos como incapaces de mantener en televisión un discurso coherente, dejan en un lugar comprometido a Matamoros. Recuerden que el ex mánager de Carmina Ordóñez no tuvo más remedio que pedirle hace unos meses a Tudela que abandonase la ‘Sálvame Snow Week’ después de ver como al hijo de su mujer le habían pillado con un teléfono móvil escondido en la entrepierna. Pero Matamoros deberá elegir: o la inteligencia, que él mismo ha demostrado en múltiples debates y en sus actuaciones en el campo de la representación, o se queda con la supuesta imagen idílica que le proporcionan su mujer e hijo postizo.
No es la primera vez que el tertuliano tiene que echar este pulso, pero en otras ocasiones ha preferido el postureo a dejar de tragar sapos. Matamoros es capaz de vivir en «La Finquilla» mientras debe un millón de euros a Hacienda, llegar a tener el ego tan alto que dice que su deuda no le compromete su alto nivel de vida y por último, es capaz de exprimir guerras con sus otros hijos, en especial Diego, o con compañeras como Mila Ximénez, todo con tal de mantener su impoluta fotografía familiar. Es cierto que en algunas ocasiones Matamoros no ha sido capaz de leer la situación con tino: se equivocó llevando del brazo por los platós a una Carmina Ordóñez en horas muy bajas.
Erró invirtiendo altas sumas de dinero en veladas de boxeo y otros negocios, incapaz de ver la crisis del corazón que le apartó de la televisión en 2007. Y falló al airear peleas con Makoke o al pelear en plató con su hijo Diego, error admitido hace unos días por él mismo. Mila Ximénez, enemistado desde hace más de un año con su compañero por sus críticas al clan Matamoros, le ha echado en numerosas ocasiones en cara que hable por la boca de su mujer, Makoke, incapaz de retener su silla matinal por sus excesos y defectos. Y muchos señalan a Matamoros por haberse ido de Safari a Kenia en el puente de esta semana cuando tiene por saldar sus deudas con el erario público. Él por ahora calla, mientras sigue exprimiendo económicamente las aventuras de sus hijos Laura y Diego por los realities de Mediaset. Él nunca pierde, pero al menos parece haberse autoimpuesto una tregua con sus hijos, con los que batalló en platós tirándose los trastos a la cabeza y aireando intimidades familiares.
Pero Kiko sigue con su particular camino: es el único de los tertulianos de ‘Sálvame’ con peso que nunca ha abandonado el programa durante algún tiempo prudencial. Es el personaje de Telecinco que más veces se sometió al polígrafo, pese a que en el retorno de «la máquina de la verdad» afirmó no creer en el sistema. Y es el personaje del programa que más ha guerreado con su familia o el que mayor número de familiares ha aportado a los realities de la casa. Pero aun así no se cansa y sigue exprimiendo ese personaje del que llegó a hablar hasta el mismísimo Paolo Vasile.