El 25 de septiembre de 2016 Alberto Núñez Feijoo ganaba las elecciones autonómicas en Galicia, y lo hacía con una contundencia notable. Tan solo unos meses antes su continuidad al frente del PP gallego y de la Xunta estaba en el aire, porque el político gallego viendo que se le cerraba el paso a su máxima aspiración, que no es otra que la política nacional, había tomado la decisión de irse.
Fue el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, quien le pidió que siguiera adelante… Precisamente el hombre al que Feijoo soñaba con suceder. Se dijo entonces que había un pacto no escrito según el cual Rajoy le habría garantizado a Feijoo la sucesión, pero nada está más lejos de la realidad. Feijoo accedió porque Rajoy insistió, y porque es difícil decirle que no al presidente del Gobierno…
Con todo, no fueron unas elecciones fáciles porque el fuego amigo hizo su aparición en forma de unas fotos comprometedoras filtradas a ‘El País’ en las que Feijoo aparecía en el yate de un contrabandista. Sin embargo, el líder gallego del PP lograba una nueva mayoría absoluta, y se colocaba como el barón ‘popular’ mejor situado para la sucesión del propio Rajoy. De hecho, ese volvía a ser el objetivo de Feijoo para 2020.
Y es que en los cálculos que hace su entorno no cabe la posibilidad de que Rajoy repita, diga lo que diga. Esos cálculos contemplan la posibilidad de unas elecciones anticipadas en España. En ese caso, Feijoo estaría preparado para coger las riendas del partido y encabezar la lista, después de haber sido elegido candidato en un simulacro de primarias al estilo PP.
El único obstáculo al que se podría enfrentar Feijoo se llama Saenz de Santamaría. La vi e también hace sus propios cálculos y sabe que su única opción es que Rajoy la elija sin llegar a irse el del todo, porque no quiere pasar por el filtro del Partido. No es el caso de Feijoo que cuenta con un amplio respaldo entre las bases hola militancia del PP, que ven en el la esperanza de futuro del partido.