Ernesto Sáenz de Buruaga ha encadenado su segundo año sabático en la primera plana mediática. El burgalés no ha podido desprenderse nunca del «sambenito» de «comisario político» para su desgracia. Recuerden que el periodista dirigió el área informativa de RNE en Castilla y León en los ochenta, etapa en la que fue vinculado con el presidente socialista Demetrio Madrid y con el ex portavoz gubernamental Eduardo Sotillos.
Tras el triunfo de Aznar en el 96, Ernesto pasó a dirigir los informativos de TVE, labor que continuaría en Antena 3 tras el desembarco de Telefónica. Tras el regreso de los socialistas al poder, Buruaga se atrincheró en la Telemadrid que tan férreamente controlaba Esperanza Aguirre con una tertulia de opinión. Y finalmente se le relacionó con la camarilla de Mariano Rajoy tras relevar a Losantos en el informativo matinal de COPE y por ser el escogido para conducir un efímero espacio de debate en TVE, cancelado hace dos años entre bajas audiencias y griterío sindical porque la producción del espacio informativo recaía en manos privadas, las suyas.
Buruaga, dolido por los ataques socialistas en sus dos etapas en TVE y harto de tanta ofensa, admitía en una entrevista con El Periódico de Catalunya estar cansado de tanta etiqueta: «Creo que he tenido que demostrar mi independencia a lo largo de mi carrera. Y los resultados de audiencia están ahí. Lo único que no acepto es que se me hable de manipulación. ¿Por qué manipulo yo y no manipula cualquier otro en un programa de La Sexta, TV-3 o Tele 5? Se acabaron las bromas.
Yo hago mi trabajo con una línea editorial y me niego a que hablen de manipulación. ¿Quién lo dice? ¿Con quién me comparan? Ya está bien de que los buenos sean siempre los de un lado y los malos los del contrario. Como broma, vale, pero entre profesionales, ya no. No hubiera aguantado 30 años en la élite, con la derecha y con la izquierda, si eso fuera cierto. El ruido que se hace me importa poco». También hablaba el burgalés del cambio que algunos advirtieron en él: «Cuando gobernaba el PSOE, todos decían que era socialista, porque Eduardo Sotillos me llevó a RNE. Llegó Aznar y me hizo director de Informativos de TVE, porque me conocía de ser jefe de informativos de RNE en Castilla y León, con el PSOE en el poder. Ahí pasé de ser un joven periodista progresista a ser un ogro de derechas».
Buruaga no se ha podido desprender de diferentes etiquetajes a lo largo de su carrera
La gota que colmó el vaso para Buruaga hace unos meses fueron unas denuncias del presidente del Comité de empresa de Telemadrid Luis Lombardo sobre su relación con la autonómica madrileña: la productora New Atlantis, de la que el periodista es accionista, facturó alrededor de 8,6 millones de euros bajo el mandato popular. Por cada emisión de ‘Madrid opina’ Telemadrid desembolsó 45.000 euros, que fueron reducidos a 13.000 tras comenzar a producirlo la propia cadena pública.
Buruaga demandó entonces a Lombardo, aunque el pasado noviembre decidió retirar la demanda, por la cual exigía 100.000 euros de compensación por daños a su honor e imagen. ¿La razón? Los números de Lombardo eran correctos. Pero peor es el tópico que arrastra desde hace dos décadas. Recuerden: primera «guerra del fútbol» con tintes políticos, económicos y mediáticos entre «polanquistas» y «aznaristas» tras la caída de Felipe González. Los acólitos socialistas no dejaban de atacar al denominado «sindicato del crimen».
Y ahí Buruaga se llevó un golpe moral a base de ser repetido un chisme que circuló rápidamente por los cenáculos y mentideros de la Villa y Corte: el rumor decía que Ana Botella había preguntado a un interlocutor por la diferencia entre Alfredo (Urdaci) y Ernesto (Buruaga). La propia primera dama se respondería su cuestión: A Alfredo hay que llamarlo cada mañana a las ocho para decirle el argumentario de Génova y con Ernesto, que según José María García llegó a ser consejero delegado de Antena 3 «sin saber leer un balance», no hacía falta.