El Gobierno agota su agenda legislativa: ni está, ni se le espera

A poco más de un año de iniciada la legislatura, el Gobierno de Mariano Rajoy ha tirado la toalla legislativa y no tiene agenda para los próximo meses. No es que en los meses que han pasado desde la investidura de Rajoy la productividad haya sido mucho mayor: tan solo ocho leyes, tres a propuesta del Gobierno –una de ellas los Presupuestos Generales del Estado y otras dos menores-, tres a propuesta del Grupo Popular –de las cuales dos se aprobaron antes de la investidura, y una de ellas era la que acortaba el periodo de campaña si había que repetir elecciones en Navidad-, y otras tres a propuesta de los demás grupos parlamentarios.

La mayor parte de las iniciativas pendientes son transposiciones de directivas de la UE, y el Gobierno tan solo tiene en cartera la nueva ley del Canon Digital. Y pare usted de contar. Esto es todo lo que da de sí la capacidad legislativa del Gobierno. Eso sí, no ha dudado en usar su poder de veto para frenar nada menos que 34 iniciativas legislativas de los demás grupos parlamentarios.

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Es lógico, con este panorama, que salvo los ministros más directamente implicados en cuestiones de actualidad, el resto del Gobierno esté desaparecido o de la sensación de que ha iniciado con anticipación las vacaciones de verano. Pero no es eso. El problema es que, a pesar de los acuerdos para sacar adelante los Presupuestos de 2017, y ahora el techo de gasto que permitirá al menos iniciar la tramitación de los de 2018 –ya veremos si consigue pactarlo, aunque a priori parece que sí-, el Ejecutivo de Mariano Rajoy no tiene la suficiente habilidad política para lograr otros acuerdos que le permitan presentar al Parlamento un programa legislativo.

Y eso es un problema, porque si bien es verdad que los Presupuestos son la ley más importante que se aprueba cada año porque de ella depende en buena medida que el país siga funcionando, no lo es menos el hecho de que para justificar su labor un Gobierno debe de tener una agenda legislativa que al menos transmita la imagen de que se tiene una idea de cómo gestionar el país.

Y hoy por hoy eso brilla por su ausencia. Es verdad que el Gobierno puede aguantar hasta 2019, en incluso hasta 2020, si al final consigue aprobar los presupuestos para 2018 pero, ¿va a aguantar los próximos dos años con una productividad casi igual a cero? Lo cierto es que esta carencia de actividad tiene, además, otra consecuencia: favorece que se hable más de las rencillas dentro del Gobierno, de las desuniones, que de su trabajo. Pero a Mariano Rajoy todo esto parece importarle bien poco.