Nadie se atreve a ponerle el cascabel a Pedro Sánchez

En la primera fila del patio de butacas frente al escenario en el que se daba cita la nueva Ejecutiva socialista y el propio Pedro Sánchez, sólo se sentaba un visiblemente nada satisfecho Chimo Puig. El resto de los barones socialistas presentes en el acto –Susana Díaz volvió a Andalucía la noche anterior y no asistió a la clausura del Congreso- se difuminaron entre los militantes. El presidente castellanomanchego, Emiliano García Page, se quedó de pié, al fondo del cuadrilátero montado para albergar a más de 8000 militantes y simpatizantes, entre los suyos.

El Congreso socialista ha servido para que Pedro Sánchez se vengara de quienes le apartaron el pasado 1 de octubre, con una ejecutiva y un Comité Federal hechos a su medida, de modo que no pueda volver a ocurrir algo parecido. Es más, la intención de Sánchez es ir ‘limpiando’ el partido de las actuales baronías, de modo que tan solo Guillermo Fernández Vara y Susana Díaz quedarían al frente de sus respectivas federaciones Y Francina Armengol, claro, su único apoyo real entre los barones. Los Lamban, García Page, Fernández y Puig ya pueden ir pensando en su sustitución, porque el ‘nuevo PSOE’ va a plantarles cara en sus respectivos feudos, y tienen difícil seguir al frente.

Y con ese panorama por delante, nadie, ni siquiera Susana Díaz, se atreve a cuestionar a Sánchez. Es más, le van a dejar manos libres para que haga lo que quiera, conscientes de que con ello se juegan la propia supervivencia socialista. Si a Sánchez le sale bien y gana las elecciones, les tocará aceptar su propia derrota. Pero si le sale mal, será muy difícil que el PSOE se recomponga, y eso lo saben quienes estos días aceptaban cabizbajos las consecuencias de unas primarias en las que han hablado los militantes.

Unos militantes que quieren echar al PP del poder como sea, y a ese empeño se emplazó Pedro Sánchez en su discurso: contra el PP, sin contemplaciones, para evitar que siga gobernando. ¿Eso significa otra moción de censura? Por de pronto significa que el PSOE unirá fuerzas en el Parlamento para obstaculizar en todo lo posible que el PP gobierne. Lo de la moción de censura es más difícil, porque para que salga adelante es necesario que se pongan mínimamente de acuerdo Podemos y Ciudadanos y eso, a día de hoy, es prácticamente imposible.

Ahora bien, una legislatura en la que el PP no pueda hacer nada, es una legislatura condenada a ser corta. Y si además Rajoy percibe como factible una nueva moción de censura protagonizada por Sánchez, no dudará en adelantar las elecciones para evitarlo. Por de pronto, el Parlamento amenaza con convertirse en un auténtico campo de batalla, y ya veremos como se logra avanzar en la legislatura en esa condiciones.

Por si fuera poco, Sánchez se ha comprometido con la militancia, que es ahora su interlocutor en el partido, a promover una reforma constitucional que de carta de naturaleza a la plurinacionalidad de Estado, pero él mismo sabe que eso es imposible sin el acuerdo con el PP y con Ciudadanos, y con su discurso del domingo se ha cerrado cualquier puerta al entendimiento. Esto promete.