Rajoy desmonta a Iglesias pero no consigue rematarlo

No es por presumir, Dios me libre, pero ya dije antes de ayer que Mariano Rajoy iba a cambiar de estrategia y que se estaba planteando intervenir en el debate de la moción de censura que le había presentado Podemos. Pero es cierto que el presidente del Gobierno sorprendió a propios, y sobre todo a extraños, interviniendo incluso cuando termino de hablar la portavoz de Podemos, Irene Montero, y lo hizo además con una intervención que llevaba preparada de antemano, al igual que la respuesta a Pablo Iglesias, lo cual significa que hace al menos unos días que Rajoy ya tenía decidido intervenir y hacerlo, no al final como se llegó a especular en las últimas horas, sino a lo largo de todo el debate.

¿Cuándo se tomó esta decisión? Lo cierto es que hace ya días que había en Moncloa un debate sobre si Rajoy debía o no intervenir, pero seguramente lo que terminó inclinando la balanza a favor del sí fue el debate de la moción de censura en la Asamblea de Madrid, un debate bronco, maleducado, agitado que lejos de favorecer a la imagen de una Cristina Cifuentes agazapada en su escaño, le perjudicó bastante.

Rajoy no quería una repetición de ese debate, y a eso era a lo que conducía la intención inicial de que fuera Rafael Hernando el defensor del Gobierno. Y es evidente que en Podemos no se lo esperaban. Ellos querían ocupar el espacio de la mañana con las interminables intervenciones de Irene Montero y Pablo Iglesias, pero de repente apareció Rajoy y los titulares cambiaron de protagonista.

Sin embargo, dicho eso, el Rajoy de ayer no fue el Rajoy de otras veces… Fue un Rajoy con menos chispa, menos irónico y, es verdad, más brusco de lo habitual en algunos momentos de su intervención. Iglesias, que en su primera intervención fue insufrible, se creció algo en las réplicas y consiguió en buena parte lo que quería: protagonismo. Dicho eso, ayer Irene Montero demostró que puede ser infinitamente mejor parlamentaria que el.