España está preparada ante la inminencia de un ataque terrorista, pero no a salvo

Hace tan sólo unos meses, el anterior ministro del Interior francés, Bernard Le Roux –que luego dimitiría por el escándalo de la contratación de sus hijas- le pidió a su homólogo español, Juan Ignacio Zoido, que le acompañara en una visita oficial a Marruecos. Francia necesitaba mejorar sus relaciones con el reino alauita, y Le Roux no encontró mejor carta de presentación que el ministro español. Marruecos, sin embargo, no quiso que Zoido le acompañara y al final el ministro francés hizo el viaje solo.

El veto de Marruecos no tenía que ver con su relación con España, sino con su relación con Francia. De hecho, si Le Roux quería que le acompañara Zoido era porque España y Marruecos mantienen unas relaciones diplomáticas muy estrechas y, sobre todo, una colaboración y cooperación en materia antiterrorista que es la envidia del resto de nuestros socios comunitarios. Esto es fundamental, está siendo fundamental, para que en plena campaña de atentados terroristas en toda Europa –Francia y Gran Bretaña principalmente, pero también en Alemania y Bélgica-, España se esté viendo por ahora libre de atentados.

De hecho, cuando se pregunta a los turistas que vienen de fuera que es lo que más valoran de España, además de la generalidad de su clima y gastronomía, lo primero que señalan es la seguridad. Pero, ¿estamos realmente protegidos frente a un atentado? Lo cierto es que el mayor atentado islamista que se ha producido en Europa lo sufrimos aquí, pero desde entonces es cierto que nuestras fuerzas de seguridad están siendo especialmente efectivas en la prevención de atentados. ¿Qué nos diferencia respecto a otros países de Europa?

En primer lugar, España cuenta con un número menor de combatientes atrapados en la red del Estado Islámico en comparación con Francia, Gran Bretaña o Alemania, pero también hay ciudadanos españoles que han ido a engrosar las filas del DAESH y a algunos de ellos se les ha conseguido detener, incluso ya a punto de cruzar la frontera de Turquía con Siria. Pero, además de eso, hay tres elementos esenciales que diferencian la lucha contra el terrorismo en España respecto al resto de Europa:

El primero es la existencia de una ley que permite detener a quien se haya radicalizado… A nadie nos sorprende, porque en un país que ha sufrido tan intensamente el dolor del terrorismo, la sociedad está muy sensibilizada ante el problema y acepta que la seguridad requiere a veces de medidas excepcionales, como esta. En otros países de Europa la radicalización no se considera un delito, y eso hace que al terrorista en potencia no se le pueda detener hasta que prácticamente está en los momentos previos a cometer el atentado.

El segundo, un entrenamiento de nuestras fuerzas de orden público en la lucha antiterrorista que es la envidia del resto de cuerpos de seguridad en Europa. De hecho, otras policía vienen a formarse aquí: el año que viene lo harán 120 gendarmes franceses, pero también vienen de otros países europeos o es España la que envía instructores.

Y tercero, una red de colaboradores infiltrados en las redes del terrorismo islámico que está siendo fundamental para detectar a terroristas presentes y futuros. Esto es algo que la policía española ya aprendió en su lucha contra ETA, y que ha adaptado a la lucha contra el terrorismo islamista con enorme éxito. Y ¿de donde vienen esos colaboradores? Pues la mayoría de ellos de la inmigración, de esa inmigración que algunos rechazan porque creen que es el vehículo de entrada del terrorismo.

Dicho todo eso, y volviendo a la pregunta, ¿estamos protegidos? No. Fuentes de Interior reconocen que el éxito es importante, pero que es imposible detectarlo todo, y que la alerta debe seguir elevada –nivel cuatro- porque el riesgo de que algo parecido a lo que está ocurriendo en Europa, como el atentado de este fin de semana, puede perfectamente ocurrir aquí. Aún así, nuestros cuerpos de seguridad se merecen un enorme aplauso.