Los trajes regionales, un lujo al alcance de pocos bolsillos

Los trajes regionales son un símbolo cultural. Es la identidad de un territorio. El gallego, flamenco, fallero, chulapo… cada región tiene uno, y en ocasiones son productos casi exclusivos. El volumen de negocio que generan es importante, aunque en algunas regiones es más que otras. Esto depende de si va por modas, del uso que se haga de ellos o de si es un traje que el paso de los años y las nuevas modas no provocan modificación alguna en él.

El traje fallero, el gallego y el madrileño, por ejemplo, es el mismo todos los años. Pero el flamenco no. Está en continua remodelación y año tras año se adapta a las nuevas tendencias. Es por ello que el volumen de negocio que genera es mayor que los otros, además su uso es más habitual.

Como cada región es diferente y mueve distintas cifras, no hay datos que reflejen el impacto económico que la comercialización de todos los trajes regionales tienen en nuestro país. Por separado, la cifra se cuantifica en miles de millones de euros.

El que más dinero mueve es el traje regional de Andalucía. Según la Consejería de Cultura de la Junta, el sector de la moda flamenca alcanza un volumen de negocio anual en torno a los 8 millones de euros. El Salón Internacional de la Moda Flamenca marca estas tendencias y es uno de los causantes de este negocio que, en ocasiones, pasa de generación en generación.

Andalucía exportó moda flamenca por valor de 725 millones

Su gran popularidad le lleva a ser el traje regional español más exportado. Según datos de la Agencia Andaluza de Promoción Exterior (Extenda), Andalucía exportó moda flamenca en 2016 por valor de 725 millones de euros.  Su destino fue a países cercanos: Portugal, Suiza y Francia, aunque cada vez viajan a otros como Estados Unidos o Japón, quienes también se rinden a los encantos de la moda regional española. Concretamente, en el país nipón el traje de gitana se ha convertido en el segundo traje de boda, por detrás del quimono.

Y es que, según Extenda, Japón es el principal importador de este sector con un 31% del total de las exportaciones. Muy por debajo le siguen Estados Unidos con el 17% y Francia con un 13% del total. Las ventas en otros países son tantas que algunos directores de casas de moda andaluza no dudan en afirmar que exportan entre un 10 y un 20% de su producción.

Su impacto también lleva a ser una fuente de inspiración para las colecciones de grandes diseñadores como Balenciaga, Ralph Lauren u Oscar de la Renta.

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A su popularidad y el seguimiento de la moda cabe añadir otro aspecto por el cual mueve importantes cantidades de dinero: el elevado número de ocasiones para ponerlos y los precios de estos vestidos.

Toda feria de Andalucía es el escenario perfecto para lucir este tipo de vestidos y cada pueblo y ciudad tiene la suya propia. Los precios no destacan por ser bajos como el traje de chulapa madrileño, que se puede encontrar por 30 euros. En el caso del traje regional andaluz la cuantía alcanza los centenares de euros. Dependerá de la calidad, el material y la persona encargada de hacerlo. En los comercios específicos se pueden encontrar este tipo de trajes desde 200 euros. Pero si se busca algo más exclusivo puede alcanzar los miles de euros.

Falleras de miles de euros

Menos conocido internacionalmente aunque más laborioso y caro es el traje regional de valencia, el fallero. Según datos, es el segundo más caro del mundo. El armario de una fallera mayor puede costar una verdadera fortuna.

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Los tejidos y su laboriosa confección les lleva a alcanzar precios que rondan los 500 euros y, en ocasiones, incluso pueden alcanzar los 1.000 euros. Ahora multiplica eso por los tres trajes que cada fallera mayor encarga a sus modistas, como mínimo.

Alguna ex fallera mayor reconoce que se ha llegado a gastar más de 6.000 euros en tejidos. Ahora multiplica los alrededor de 500 euros que cuesta un traje de fallera por las más de 100.000 falleras que hay. La cifra final: un volumen de negocio de alrededor de 50 millones de euros según cálculos.

Galicia, traje y baile

Al contrario de lo que ocurre con los demás trajes regionales de España, en Galicia no se aprovechan las fiestas para ponerse uno de ellos. Los trajes regionales son utilizados por grupos folclóricos de música y baile.

Es decir, que no todas las gallegas se visten de regional en cada fiesta a la que van con sus familiares o amigos. Solamente lo hacen si pertenecen a algún grupo y si van actuar.

Las telas del traje regional gallego pueden valer 400 euros

Ahora bien, que se utilice menos que los anteriores no quiere decir que su precio sea bajo. A diferencia del fallero y el de flamenca, no hay muchas tiendas que se dediquen a la confección y comercialización de estos trajes. La mayoría de ellos son hechos por modistas.

En este caso, con un diseño propio y a medida, el precio no suele bajar de los 700 euros. Aurora Faria, modista de profesión, confeccionó durante años este tipo de trajes a su hija y a su hermana, ambas fueron bailarina de baile regional. Afirma que nunca vendió para fuera, siempre los confeccionó como favor a su hija y su hermana y, según cuenta, hace 15 años se dejó sólo en el material 40.000 de las antiguas pesetas. De hacerlo ahora, ya sólo las telas, pedrería y el encaje le costaría no menos de 400 euros. A ello habría que sumarle el trabajo que lleva hacerlo, que Aurora calcula en 200 euros y un pequeño incremento para obtener beneficios.

De esta forma, Aurora calcula que de hacer un traje regional gallego a día de hoy para venderlo a gente que no fuese su familia no lo haría por menos de 700-800 euros, comprando ella el material.

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Ahora bien, ¿por qué es tan caro? El traje regional gallego de mujer está formado por diferentes prendas: blusa, medias, pololos, enaguas, falda, mantón, corpiño o chaleco, y mandil. Estas dos últimas bordadas en su gran mayoría de pedrería, que se cose de manera artesanal piedra a piedra haciendo un dibujo.

Una economía sumergida

En muchas ocasiones, son modistas independientes quienes confeccionan estos trajes. No tienen una estructura empresarial legalizada. En el caso del gallego, su precio puede superar los 700 euros.

En el caso de Galicia no hay aproximaciones de cuanto podría afectar esta economía sumergida, pero en otras regiones sí.

Según las estimaciones que recoge un informe del Ayuntamiento de Sevilla, la mayoría del mercado está copado por modistas que no tiene una estructura empresarial legalizada. Explica que ronda el 45% del mercado. Otras – un 15% -, las más apañadas o con nociones de corte y confección realizan sus propios vestidos de forma artesanal. De esta forma, las empresas cubren las necesidades de sólo un 40% del mercado.

Y es que poseer un traje regional es, en ocasiones, un artículo de lujo. Sus elevados precios llevan a muchas personas a confeccionarlos ellas mismas o encargárselos a una persona de confianza, que podría hacerlo más barato. Por su parte, la comercialización de esta vestimenta genera un importante volumen de negocio, el cual se llega a proyectar a otros países.