miércoles, 11 diciembre 2024

El coste de la guerra: las arcas públicas de Estados Unidos se desangran en Oriente

Después de que Donald Trump sorprendiera a propios y extraños lanzando un ataque relámpago contra un almacén sirio de armamento químico hace algo más de una semana; el presidente de Estados Unidos volvió a centrar la atención de toda la comunidad internacional el pasado viernes con otro movimiento militar -en este caso en Afganistán- donde se decidió a bombardear una serie de túneles en la región de Nangarhar.

Un ataque que según los datos ofrecidos por el Ministerio de Defensa del país oriental, habría dejado 94 bajas -todas ellas de miembros del Estado Islámico- entre las que se encuentran cuatro altos cargos del grupo terrorista. Cabe recordar que la zona se encuentra plagada de galerías subterráneas, un punto primordial de movimiento comercial para los distintos grupos terroristas que operan en la región, además de ser un punto de almacenamiento armamentístico. 

El alto mando militar del país norteamericano, con su jefe de Estado a la cabeza sacó a pasear a la Madre de todas las bombas, también conocida como Massive Ordenance Air Blast o por sus siglas en inglés: MOAB. Un artefacto que muchos consideran el misil con mayor alcance de destrucción dentro del armamento no nuclear. Por otro lado, fue el propio Pentágono el encargado de difundir imágenes de la ofensiva, a través del vídeo que se puede observar a continuación


Sin embargo, varias han sido las voces críticas que han venido a cuestionar la decisión de utilizar este arma. Sobre todo, si se tiene en cuenta el coste unitario de fabricación de estos misiles: 16 millones de dólares, según se desprende de los datos aportados por deagel, un portal especializado en este tipo de información. El coste total de producción y desarrollo de la GBU-43/B se lanzaría hasta los 314 millones de dólares.

Uno de los disidentes más reconocibles de Estados Unidos, Edward Snowden, ha salido al paso a valorar esta ofensiva a través de su cuenta oficial en Twitter, manifestando y marcando el carácter palpable el sentimiento de muchos ciudadanos norteamericanos que sienten que buena parte del erario público de su país se está malgastando en conflictos de este tipo. De hecho, llegó a asegurar que los túneles destruidos fueron sufragados por el gobierno norteamericano durante la época muyahidin, para hacer frente a las tropas soviéticas.

Y es que, los conflictos en Oriente Próximo se suceden y parece que a Estados Unidos se le han ido acumulando los frentes en la zona, lo que ha sangrado especialmente las cuentas públicas del gigante, a pesar de que algunas de estas 

La sangría bélica en Oriente Próximo

La Guerra de Afganistán se ha convertido en uno de los conflictos bélicos más longevos en el que Estados Unidos ha estado involucrado a lo largo de toda su historia –más de 13 años de lucha armadapero también en uno de los más costosos para las arcas del gigante norteamericano.

El Financial Times se hacía eco a finales de 2014 del desembolso realizado hasta la fecha y la cifra es sorprendente: aproximadamente un millón de millones de dólares en este sentido, por lo que la opinión pública comienza a preguntarse sobre los beneficios de estas actuaciones. 

Entre los datos divulgados por la publicación económica sorprende que el 80% del presupuesto destinado a este conflicto armado se desembolsara durante los ocho años de legislatura de la administración Obama, mientras que el 20% restante se corresponde a la etapa de George Bush en el poder.  

Siria, ecos de una guerra eterna

De la cantidad íntegra, 100.000 millones se han destinado a reconstruir el país, por lo que la cifra superaría con creces los recursos destinados al Plan Marshall, tras la Segunda Guerra Mundial, aunque con resultados bastante distantes.

Otro estudio, ya que se tiene pocos datos oficiales sobre el coste de estas intervenciones,en este caso enfocado a Irak, revela que el otro gran frente en el que el país norteamericano se ha visto involucrado en los últimos años ha sido incluso más sangrante para las arcas públicas, alcanzándose la friolera de los 1.700.000 millones de dólares.

Los datos combinados, entre Afganistán, Irak y Pakistán arrojan que Estados Unidos se habría gastado ya cuatro trillones -americanos- de dólares


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