Hoy en día son numerosos los estudios científicos y experiencias que acreditan la efectividad de la marihuana para tratar distintos problemas de salud. Entre todos ellos, el dolor es uno de los más habituales: mientras que algunas mujeres consumen cannabis para aliviar las molestias ocasionadas por la menstruación, otros lo toman como remedio para una patología que les acompaña de por vida. Según Mark Ware, investigador de la Universidad McGill en Montreal (Canadá), “entre el 10 y el 15 % de los pacientes con dolor crónico usan el cannabis como parte de su estrategia de control del dolor”.
En uno de sus últimos estudios, publicado en el ‘Canadian Medical Association Journal’ hace unos años, Ware demostró precisamente la efectividad del uso de la marihuana como paliativo en estos cuadros médicos. Su equipo realizó un ensayo clínico con adultos que sufrían dolor neurológico postraumático y posquirúrgico. Tras inhalar 25 miligramos de cannabis con un 9,5 % de THC tres veces al día durante solo cinco días, las 12 mujeres y 11 hombres que participaron en la investigación sentían menos dolor y conciliaban mejor el sueño. Aunque su trabajo incluyó individuos de distinto género, Ware no hizo ninguna distinción al respecto en los resultados.
Sin embargo, “las evidencias preclínicas sugieren que el alivio proporcionado por productos derivados del cannabis varía entre sexos”, asegura en la actualidad Ziva Cooper, neurobióloga del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Hasta ahora “ningún estudio había demostrado que fuera cierto en humanos”, dice la experta. La mayoría de análisis tenían en cuenta personas de un solo sexo o bien no consideraban este como un factor relevante en la investigación.
Ahora, los resultados de un reciente estudio realizado por Cooper y su colega Margaret Haney sugieren que el poder analgésico de la marihuana es más efectivo en los hombres que en las mujeres. Se trata de la primera investigación que ha confirmado esta diferencia de género en el efecto calmante del dolor de la planta.
Uno de los responsables de esta aplicación medicinal del cannabis es el THC, el compuesto psicoactivo de la planta que actúa sobre el sistema endocannabinoide humano. El cuerpo produce naturalmente moléculas muy similares a esta, que funcionan como neurotransmisores o mensajeros químicos para regular la respuesta a diferentes estímulos como el apetito y el dolor. El THC de la marihuana simula su comportamiento y se une a los mismos receptores localizados en distintas partes del cuerpo, pero especialmente abundantes en el cerebro. Su acoplamiento a estos centros provoca una respuesta en el sistema nervioso que inhibe en un grado variable la sensación dolorosa.
Para analizar este efecto calmante, las investigadoras hicieron dos ensayos con 49 fumadores de ambos sexos (21 mujeres y 28 hombres en total) que consumían marihuana por ocio, es decir, no presentaban ningún cuadro médico que les causara dolor.
En la primera etapa del estudio, los voluntarios tenían que fumar la misma cantidad de marihuana o sustancia placebo, administrada solo a algunos de ellos para comparar los resultados. El segundo paso consistía en introducir una de sus manos en agua helada y mantenerla sumergida hasta que no pudieran tolerar más el dolor. Por último, las autoras pidieron a los participantes que rellenaran un cuestionario para evaluar tanto el grado de sufrimiento que habían experimentado como el límite al que habían podido llegar.
Así, los hombres que consumieron marihuana aseguraron haber sentido menos dolor y desarrollado una mayor tolerancia a este, es decir, su sensación dolorosa disminuyó considerablemente y aguantaron más tiempo con la mano dentro del agua fría. Sin embargo, las mujeres no señalaron ninguna disminución de la sensibilidad. Aunque sí admitieron haber experimentado un ligero aumento en el umbral del dolor inmediatamente después de fumar cannabis, el efecto fue desapareciendo con el tiempo.
Las autoras sugieren que esta modesta respuesta femenina podría ser un indicativo de hiperalgesia o sensibilidad anormal al dolor provocada por los opioides, un fenómeno asociado con el consumo prolongado de estas sustancias que, paradójicamente, aumenta la susceptibilidad al dolor. “Podría significar que las mujeres son más susceptibles a los potenciales efectos hiperalgésicos de los cannabinoides”, apuntan en el estudio.
Pese a estas diferencias en la efectividad del poder analgésico de la marihuana en hombres y mujeres, las investigadoras no encontraron variaciones entre sexos respecto a la aparición de otros efectos psicoactivos o al nivel de disfrute obtenido del consumo.
Copper y Haney señalan que se necesitan más estudios para identificar los factores que influyen en el efecto analgésico de los cannabinoides de la marihuana. Entre ellos, la potencia del producto, el formato de consumo (inhalado u oral), la frecuencia de uso y el tipo de dolor que se pretende tratar.
“Este trabajo pone de relieve la importancia de incluir tanto a hombres como a mujeres en los ensayos clínicos destinados a entender los efectos terapéuticos y las consecuencias negativas del cannabis”, advierte Cooper. Y no solo eso: la neurobióloga y su colega aconsejan además analizar los datos obtenidos en las investigaciones en busca de posibles variaciones entre sexos.
Realizar estudios más exhaustivos cobra relevancia “sobre todo porque cada hay más gente que usa productos derivados de la planta con fines tanto médicos como de ocio”, dice Cooper. Y prosigue: “Mientras que la legalización del cannabis terapéutico se está extendiendo rápidamente, sus posibles efectos adversos limitan aún el proceso”.
Ya existen analgésicos derivados del cannabis que basan su acción en los principios activos de la planta, como el calmante Sativex, basado en extractos naturales del cannabis y administrado como un espray oral. No obstante, hay quien asegura que la composición de este tipo de fármacos, diferente a la de la planta, no produce el mismo efecto que el consumo de marihuana sin procesar, ya que carece del llamado “efecto séquito”, por la que todos los elementos del cannabis actúan mejor juntos que aislados individualmente.
“Es imprescindible que tanto sus propiedades medicinales como sus posibles efectos nocivos se estudien en condiciones controladas y comparando los resultados con un placebo, teniendo en cuenta no solo el sexo, sino también la dosis y la gravedad de cada condición médica”, concluyen las expertas de la Universidad de Columbia. Como ponen de manifiesto, recabar la mayor cantidad de información sobre los mecanismos de acción de la marihuana es clave para contribuir a la normalización de su uso terapéutico.