Jesús Mariñas suma y sigue. En el último número de la revista Tiempo de hoy el periodista gallego ha roto su pacto de silencio con Cristina Blanco, de la que echa pestes al recordar su obsesión por Rociíto, de la que filtraba información sin cesar. Así recuerda Mariñas cómo Rocío Carrasco vivía en Barcelona con Antonio David en paz y armonía hasta que recibieron una singular visita.
«Enseguida se les unió Cristina Blanco, supuesta hada madrina. Vendió que los ayudaría en su convivencia conyugal. Que allanaría dificultades incluso con ayuda económica. Dejó a los suyos por esta parejita prometedora y de auxilio y se transformó en desveladora de secretos cameros, presuntas infidelidades maritales, contando que él se entendía con una empleada del hogar que finalmente despidieron. De todo nos informaba con detalle: entradas y salidas, frustraciones, disgustos, la insatisfacción, el tedio y el cansancio que allí se respiraba. Nos tenía al corriente de todo. Yo lo escribía con voracidad informativa y poca lealtad aunque creyese obligado deber detallar las anomalías».
Mariñas ha desvelado que Cristina fue su principal fuente de información sobre la vida de Rocío Carrasco
Cristina Blanco se refugia hoy en día en el anonimato que le proporciona su trabajo en El Corte Inglés
Y añadía: «Fuimos íntimos. Imagino que aún lo somos pese al alejamiento que cortó su ascenso social fulgurante. Todos a sus pies habían bailado en la revistas de Colsada. Lo mismo echaba las cartas al alcalde Jesús Gil que a Mae Dominguín y su tropa con Olivia Valère. Conocía bien a Maripi y Pedro Román; José María García y la Campos la tenían de oráculo y Terelu cultivaba intimidad al punto de viajar juntas a Londres para comprar zapatos que pagaba la que imaginan. Entonces un par costaba 1.400 pesetas. Luego deslumbraba en las «soirées», donde sólo una vez le prohibieron que entrase. Medié y disfrutó con aquella panda élite de aquel tiempo tan feliz en la capital de la Costa del Sol».