Sonrisas y lágrimas para Risto Mejide: del fracaso empresarial al éxito amoroso 

Risto Mejide sigue, como buen publicista, haciendo hacer evolucionar su marca personal. El presentador televisivo irrumpió en los platós por la ventana, haciendo trizas a triunfitos con frases prefabricadas. Pero tras un impasse como articulista notable y escritor llamativo, ahora Risto vende amor: Chester in Love. 

Mejide exhibe hasta la extenuación su almibarado amor con Laura Escanes, veinte años menor que él. La pareja, que contraerá matrimonio el próximo 20 de mayo, se ha convertido en el centro de todas las críticas. No tanto por el diseñado y obsceno amor de Instagram, sino por la diferencia de edad. La modelo dice en las redes que Risto es «el hombre de mi vida. Y me da igual lo que nos digáis. Soy feliz. Somos felices. Y vamos a serlo #toelrrato. En África y donde sea«. En Youtube señalaba que «no es justo que te juzguen por amar (…) el amor es libre y tú decides a quién amar y de qué manera hacerlo».

Risto Mejide se ha visto envuelto en una eterna polémica por su relación con su joven novia

Pero Risto Mejide conjuga el amor personal con los éxitos y fracasos profesionales. Hay que destacar su notable regreso a Cuatro, cuyo programa de entrevistas ha terminado en interminable ascenso y con la renovación asegurada. Contrasta este hecho con su ruina empresarial con la firma deportiva Grifone, que comparte junto al ex presidente culé Sandro Rosell y al ex presidente del BPA Ramón Cierco. 

La estrella de Mediaset, que podría ser el elegido para conducir la nueva etapa de Lo que necesitas es amor, ha visto como Grifone ha perdido ocho millones de euros, circunstancia que ha obligado a los socios empresariales a buscar el comprador que evite el cierre. Pero Mejide se refugia en el amor para capear el temporal empresarial. Y por eso recordaba hace unos meses cómo Laura llegó a sus brazos: «Alguien decidió no quererte. O quererte poco. O quererte mal. Ahora ya da lo mismo, ahora ya da igual. Son de esas cosas de ti que ni conozco ni jamás conoceré del todo. Porque no debo. Porque no me pertenecen. Porque sólo te pertenecen a ti y a tu pasado y al recuerdo que decidas compartir, a la parte de ti que quieras sanar conmigo. Son de esas cosas que me muero por escuchar hasta que las escucho de verdad. Son de esas cosas que te han hecho ser así. Tan adorable. Tan tuya. Tuyísima. Para ti. Alguien decidió no cuidarte. Te hizo daño, os hicisteis daño. Lo sé. No hace falta que me lo cuentes. Porque lo sé. Y lamento mucho que así fuese. Pero también me alegro. Primero, porque te hizo crecer, te hizo aprender a despedirte. Segundo, porque cuanto más te alejabas de ese alguien, sin saberlo nadie, más te acercabas a mí. Y por último, porque para querer mucho y quererse bien, hay que saber muy bien antes lo que no se quiere. Así que déjame mostrar mi más profunda gratitud hacia todos esos alguien. Porque jamás les estaré suficientemente agradecido. Sí, jamás».

Risto Mejide aprovechó uno de sus artículos para darle en los morros a sus críticos

Y añadía: «Yo he decidido quererte. Quererte mucho. Quererte bien. O al menos, aprender a hacerlo. Día a día. Paso a paso. Polvo a polvo. Pelea a pelea. Reconciliación a reconciliación. Querer de verdad es pensar en beneficio del otro antes que en el propio. Querer de verdad es discutir sólo por problemas nuevos, no volver sobre lo ya discutido, zanjar los temas no sólo con soluciones sino con aprendizajes, compromisos y comportamientos. Querer de verdad es decir te amo antes que te quiero. Es vivir en usufructo pero sin ninguna hipoteca. Es encerrarse por fuera. Es echar raíces en libertad (…) Alguien decidió no quererte. Y de repente, nosotros. Un año juntos ya. Cerrando bocas que no nos daban ni un telediario. Pobrecitos míos. Les desearía lo mejor. Pero me lo he quedado yo».