Cuando cojo un taxi, voy a una tienda o estoy en un bar tengo una mala costumbre: intentar charlar, aunque sean dos minutos, con la persona que me atiende. Algo que a mí me gusta porque me parece que te da una idea de cómo va la economía, pero que entiendo puede desesperar a aquellas personas que me acompañan. Sobre todo, porque la conversación suele ser repetitiva… «¿Cómo van las cosas? ¿Mucho trabajo? ¿Se nota que ha más alegría?». Y lo mismo ocurre con las respuestas: «Sí, parece que algo mejor», te dicen en la hostelería y el comercio. «Nada. No se mueve nada», te dicen en el gremio del taxi… Y así sucesivamente, según con quién te pares a hablar.
Otro de los argumentos que se repite es el de: «Yo estudié tal carrera, pero me he visto obligado a trabajar de». Es lo que me pasó, por ejemplo, hace unas semanas con un taxista que, hasta antes de la crisis, era director de una oficina bancaria y que había estudiado Económicas. Una persona que, evidentemente, está sobrecualificada para el empleo que ocupa. Una tendencia que venía detectando desde que arrancó la salida de la crisis, y que vienen a confirmar los datos de Asempleo: el 53% de los puestos de trabajo están ocupados por personas que tienen una cualificación muy por encima de la que necesitarían. Una tasa que ha aumentado un 12% en los últimos tres años, coincidiendo con la mayor recuperación del paro.
Esto tiene una explicación lógica: cuando uno lleva tiempo en desempleo, opta por coger aquello que se le ponga por delante. ¿Y adivinan a qué franjas de edad afecta más? Pues sobre todo a los mayores de 45 años y los más jóvenes. De hecho, los primeros son los que más empleo sobrecualificado han encontrado, pero en el caso de los segundos tienen un problema: más del 68% trabaja en empleos para los que están sobradamente preparados.
Esto trae una consecuencia grave para la economía del país. «Se está desperdiciando el talento«, explica el presidente de ASEMPLEO, Andreu Cruañas, quien considera esencial «adoptar políticas que permitan revertir esta tendencia», sentencia. En especial porque esta situación -que se ha vuelto a intensificar en los últimos dos trimestres- puede «provocar problemas de productividad y de rotación de los trabajadores», lo que restaría capacidad de seguir disminuyendo el desempleo. Máxime cuando se calcula que la tasa de paro estructural se sitúa en el 18% -cuando la actual es del 18.2%- lo que deja muy poco margen de maniobra.
De ahí que sean necesarias políticas para dinamizar el mercado laboral, que permita ajustar la demanda de trabajadores a su capacitación. Asempleo alerta de una tendencia cada vez mayor: la de «universitarios que vuelven a la Formación Profesional para aumentar su empleabilidad«, sentencia el presidente de ASEMPLEO.
El perfil
¿Se puede dibujar un perfil del trabajador sobrecualificado? Pues con los datos que proporciona Asempleo resulta más o menos sencillo. Hablamos de mujeres, menores de 25 años, que residen en Madrid y trabajan en el sector servicios, industria o transporte y que tiene un contrato de carácter indefinido.