jueves, 12 diciembre 2024

StingRay, el dispositivo estrella de la vigilancia en EEUU, bajo sospecha

El Stingray es un aparato de vigilancia y escucha telefónica utilizado por distintos cuerpos de policía de Estados Unidos. Pertenece a una familia de productos conocidos como DRT boxes o, coloquialmente, dirtboxes o ‘cajas sucias’ (DRT significa digital receiver technology o, en castellano, tecnología de receptor digital).

El Stingray tiene el tamaño de un maletín, es fabricado por Harris Corporation y, como otras dirtboxes, sirve para rastrear información de teléfonos móviles, como el IMSI (el número de identificación del móvil), la ubicación, las llamadas que realiza, la duración y demás.

Por encima de la ley

Hasta hace poco, para obtener estos datos y metadatos, la Policía necesitaba pedírselos a las compañías telefónicas. Éstas solo estaban obligadas a entregarlos si mediaba la orden de un juez (lo que pasa en CSI, por ejemplo). Sin embargo, ya no es necesario gracias a la aparición de las dirtboxes hace algo más de diez años. Esto se debe a que estos aparatos pueden “robar” la información y, por ello, operan en un vacío legal, de manera que no hace falta pedir permiso a un juez. Sin embargo, es posible que eso cambie.

El funcionamiento de estos aparatos es muy sencillo y aprovecha el de los móviles como punto de partida: los teléfonos seleccionan la señal más potente de todas las torres que les rodean. Lo que hace un Stingray (o cualquier otro sistema similar) es “convencer” a los teléfonos para que se enchufen a él emitiendo una señal más fuerte.

Esta clase de sistemas tienen varias aplicaciones. Una de las más habituales es la vigilancia en las penitenciarías. Si un preso obtuviese un móvil, podría usarlo para entrar en contacto con un amigo y huir. Es comprensible que a las autoridades pertinentes les interese controlar los teléfonos que hay en el interior de estos recintos. Una dirtbox normal y corriente permitiría cortar las comunicaciones de los reclusos, dejando a los guardias conectarse a la red sin problemas (seleccionando qué terminales se conectan  una torre telefónica real y cuáles a la que la dirtbox imita).

Ataques de intermediario

Sin embargo, también pueden usarse para llevar a cabo los llamados ‘ataques de intermediario’; estos consisten en cambiar la naturaleza del mensaje que se está mandando o recibiendo o, simplemente, escuchar una conversación. Entre otras características de esta clase de ataque, se puede modificar el contenido de un mensaje de texto o, incluso, evitar que se mande.

En EEUU estos aparatos se llevan usando desde hace algo más de una década y, hasta ahora, las autoridades habían hecho la vista gorda, porque en principio no es ilegal determinar la posición de un móvil. Pero el uso que se ha dado recientemente al StingRay ha hecho saltar las alarmas. Se ha acusado a las fuerzas de seguridad de emplearlos para limitar el acceso a internet durante la manifestación de Standing Rock, una protesta para evitar la construcción de un oleoducto a través de una reserva de nativos americanos. Los organizadores sospechan que es porque gran parte de los asistentes se enteraron de la existencia de la manifestación a través de Facebook y Twitter y se quería evitar que más gente se uniese.

Aunque esta denuncia se basa en conjeturas por parte de los impulsores de la misma, se observó una coincidencia entre un fallo de conexión concreto y la presencia de una Cessna T206H sobrevolando el campamento de los manifestantes. El modelo de avioneta visto es al que el FBI suele recurrir cuando utiliza un Stingray. Los dos periodistas de Cracked que intentaron recabar información acerca de ese vuelo se encontraron con que en ningún manifiesto había quedado registro de que la Cessna que habían visto hubiese despegado.

El incidente de Standing Rock no ha sido el único en el que se ha usado una dirtbox. También ha denunciado su abuso un individuo que había violado la libertad condicional y al que se arrestó gracias a esta tecnología. Hasta ahora la mayoría de los jueces han evitado limitar el uso que le da la Policía, pero un magistrado del Supremo ya ha advertido que “ha llegado el momento de que Stingray salga de las sombras y sea sometido al mismo escrutinio que otros aparatos”.

Parece ser que los días dorados del Stingray se están acercando a su fin.


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