¿Pueden los militares provocar terremotos como arma en una guerra?

La pregunta sobre si las fuerzas militares pueden, o no, provocar terremotos, es un planteamiento casi de ciencia ficción, o el argumento de película de espionaje.

Noticias sensacionalistas sobre el tema que nos concierne, ya hace tiempo que pululan por las redes. Desde que en enero de 2010 empezara a correr por las red de redes la noticia que decía que “según la armada rusa, los Estados Unidos han provocado el temblor en Haití” se han ido sucediendo un incontable número de informaciones sobre el tema hasta llegar al día de hoy. Pero la realidad es que, desde la guerra fría, Rusia iba estudiando la posibilidad de producir sistemas de ataque geofísicos, sabiendo de antemano que las fuerte explosiones pueden provocar terremotos de baja intensidad. Y esos estudios rusos ya eran conocidos por la prensa en 1993.

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La realidad es que los militares no han cesado en su búsqueda por provocar terremotos. Con ello lo que intentaría es golpear al enemigo sin que este se diera cuenta. Sería una especie de juego sucio en el que las “nobles normas” de la batalla no existen.

El ensayo del profesor Marc Filterman titulado “Les armes de l’ombre” incluye un capítulo titulado “La guerra sísmica”. En el párrafo sobre la “resonancia terrestre”, el autor, brevemente, hace una lista de los dispositivos con los que se pueden provocar terremotos (página 153 del ensayo).

El extracto del libro en cuestión nos da la oportunidad de recapitular los principales sistemas con los que los militares y la elite globalizadora estudian cómo provocar terremotos. El pequeño compendio es el siguiente:

  • Las explosiones nucleares subterráneas
  • Dispositivos de ultrasonidos
  • Dispositivos Tesla de la que la tecnología H.A.A.R.P. Pamir ruso es otra arma electromagnética.

Una explosión nuclear subterránea puede causar un efecto de resonancia en todo el globo terráqueo, también puede destruir todo un territorio en las antípodas. Los terremotos pueden propagar agitaciones. ¿Por qué?

producir terremotos

La masa viscosa formada a partir del aceite puede ser considerado como un lubricante que permite que las placas tectónicas se deslicen más fácilmente. Ahora, millones de toneladas de oro negro se extraen del subsuelo disminuyendo la masa formada por la capa de petróleo crudo, lo que puede ayudar a provocar terremotos. Por otra parte, si se recurre a las armas nucleares, puede causarse roturas en la litosfera.

Hay otras formas de provocar terremotos. Los dispositivos que utilizan ultrasonido se pueden utilizar para provocar una resonancia terrestre, pero es una hipótesis: es más fácil que los ultrasonidos se utilicen para manipular el clima.

También se puede mencionar el aparato diseñado por el científico e inventor de Serbia, Nikola Tesla, los sistemas basados ​​en la resonancia mecánica y electrónica. Uno podría imaginar que estos sistemas funcionan como martillos neumáticos. Su uso como armas de ultrasonidos es igualmente posible, piensa el profesor Filterman. Los especialistas saben que una onda de sonido en la montaña o en una cueva es peligrosa. Una detonación puede causar una avalancha. Sería, por tanto, sorprendente si los militares no lo hayan pensado y no hayan recorrido este camino, basado en la investigación llevada a cabo por Tesla.

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Acaba el recorrido por los sistemas para provocar terremotos preguntándose: ¿El episodio de las trompetas de Jericó es sólo una leyenda?

Los terremotos habidos en Italia recientemente han vuelto a despertar el amarillismo y sensacionalismo informativo con noticias como esta: “Armas secretas para provocar seismos. El último evento sísmico ocurrido en Italia ha sido del todo “anómalo”. Noticias como esta señalan a los Estados Unidos, y sus experimentos, los que han provocado los últimos terremotos de Italia.

Pero la realidad es distinta, como señalaba en una entrevista el investigador y geólogo de la Universidad de Granada Nahúm Menéndez Chazarra. Según este geólogo no podemos provocar terremotos a voluntad ya que la tecnología no está los suficientemente desarrollada en ese campo. Los terremotos que se podrían producir serían de muy poco alcance, ni que estos fueran causados por una explosión nuclear. Después de enumerar unas cuantas maneras de provocar terremotos de forma artificial, concluye diciendo: «Todos estos terremotos suelen tener un alcance muy limitado, porque representan una liberación de energía muy pequeña en comparación con la que acumula nuestro planeta».