Hace tan solo unos meses se anunció el descubrimiento de un mundo muy parecido al nuestro, al planeta Tierra, lo que hizo emocionarse por completo a los científicos al haber una posibilidad de vida fuera de la Tierra. A este nuevo ‘planeta’ se le dio el nombre de Próxima Centauri b y su aparición se hizo pública a finales de agosto del 2016.
Desde entonces la NASA ha estado muy ocupada intentando averiguar si realmente este es un planeta habitable al igual que el planeta Tierra. Por ello han creado un nuevo modelo para poder afirmar esta teoría. La cuestión es que, después de analizar este nuevo mundo, se ha llegado a la conclusión de que no es apto para albergar ningún tipo de vida.
Esta conclusión ha resultado ser una gran decepción para todos los investigadores que esperaban encontrar algún tipo de actividad biológica en este exoplaneta tan próximo a la Tierra después de varios meses de investigación continuada. El estudio se ha publicado en la revista Astrophysical Journal Letters.
Próxima Centauri b
En agosto de 2016 se hizo público un nuevo descubrimiento, el de un mundo parecido al planeta Tierra que se encontraba en la zona de habitabilidad de su estrella, al igual que nuestro planeta. Pero no es todo, también se hallaron indicios de que su superficie podría estar cubierta por un océano de agua, lo cual hacía aún más posible la vida en ese terreno rocoso.
Obviamente esta noticia causó un gran impacto entre la comunidad científica, -y entre la no científica-. Después de escuchar esto, el multimillonario ruso Yuri Milner realizó un plan para poder recorrer los 4,37 años luz que nos separan de Próxima Centauri b y mandar a una flota de sondas para examinarlo más de cerca en los próximos 40 años. Ahora bien, después de esta noticia no sabremos si el plan del ruso se llevará o no se llevará a cabo finalmente.
Las enanas rojas, las mejores candidatas para albergar vida
Hasta el momento, las enanas rojas eran las candidatas perfectas para poder mantener la vida biológica ya que son estrellas de tamaño pequeño que cuentan con menos de la mitad de la masa del Sol y con unas temperaturas por debajo de los 4.000 grados centígrados. El físico Manoi Doshi, de la Universidad de East Anglia, acentuó aún más esta idea hace unos años basándose en la forma en la que el hielo absorbe la luz que procede de la estrella pequeña.
Esta teoría ha caído en picado con las nuevas investigaciones que ha realizado la NASA.
William Danchi, uno de los componentes del equipo que ha logrado calcular los nuevos parámetros, ha declarado que hay que tener en cuenta una parte negativa de las estrellas enanas rojas y es que este tipo de estrellas son propensas a sufrir erupciones estelares muy frecuentes y bastante más potentes que las que emite el Sol, a pesar de su tamaño.
Las erupciones estelares producen ráfagas de alta energía que consiguen romper las moléculas en sus átomos constituyentes y las ionizan. Además, los electrones que se ven afectados en este proceso se pierden muy fácilmente en el espacio y dejan una gran cantidad de partículas cargadas. Estas partículas, con el paso del tiempo, sufren el proceso llamado ‘escape de iones‘, lo que quiere decir que las partículas positivas son enviadas fuera y lejos de la superficie del planeta. Esto erosiona la atmósfera y ocasiona diversos problemas con el hidrógeno, que es el elemento esencial para el agua.
En este nuevo modelo informático realizado por la NASA, además, se descubrió que elementos más pesados, como el oxígeno y el nitrógeno, también son despedidos del planeta en estos casos, lo que quiere decir que estos ‘mundos’ se convierten en zonas no habitables, como es el caso de Próxima Centauri b, que perdió la mayor parte de su oxígeno atmosférico durante los primeros diez millones de años de su existencia.
Así que todas las posibilidades de tener un planeta cercano con vida han desaparecido, por el momento. Tendremos que esperar y conocer nuevas investigaciones de la NASA para saber si han encontrado, al fin, un planeta totalmente capaz de albergar vida humana.