Científicos logran convertir ratones de laboratorio en asesinos

Ha causado estupor la noticia de la creación de los ratones asesinos creados en el laboratorio. El experimento es real y tiene su referente en cuestiones que serían casi de cienciaficción.

El estudio sobre los presuntos «ratones asesinos» se llevó a cabo de la mano de investigadores de la Universidad de Yale. En un principio algunos medio afirmaron que estos experimentos podían tener una finalidad puramente militar, quizá, con la mirada puesta en la creación de soldados, debidamente estimulados, contra el enemigo de turno. No entraremos en las consecuencias bioéticas ya que no es el objetivo del presente artículo.

Científicos logran convertir ratones de laboratorio en asesinos

¿Cuál era el propósito del estudio?

Podemos estar tranquilos desde este punto de vista. De hecho, este es un estudio  que ha sido por enésima vez mal interpretado. En realidad, la definición misma de «ratones asesinos creados en el laboratorio» es totalmente descabellada. Lo que los autores del estudio querían comprobar era el funcionamiento del cerebro y de los mecanismos de depredación en los vertebrados. El objetivo era entender cómo funciona este instinto, con el fin de entender mejor nuestros trastornos psiquiátricos.

¿Ratones modificados genéticamente?

Con ello se ha creado «retrospectiva topográfica» con el fin de entender qué áreas del cerebro están implicadas en la estimulación depredadora. Cuestión de la «optogenética»: en este caso hablamos de la estimulación mediante una luz especial de ciertas neuronas, marcadas con antelación, y lugares en las áreas cerebrales de los que ya se sospechaba. La noticia no es, por tanto, la posibilidad de intervenir en el ADN de los ratones para hacerlos más agresivos – técnica que era ya conocida – pero el hecho de que se están estudiando las áreas implicadas en la agresión mecánica, con el objetivo de proporcionar indicaciones útiles para el tratamiento de sujetos con psicopatologías.

Instintos primarios y la psicopatología.

El estudio nos muestra la existencia de un «circuito por defecto que regula el proceso de producción, más allá del control de la corteza cerebral.» El hallazgo es importante para el estudio del instinto depredador, especialmente en la forma en que este se desarrolla en los seres humanos. Es el mimo responsable del estudio, Iván de Araujo, en una entrevista con el Washington Post, quien desminete que estos ratones hayan sido creados para matar. Este tipo de estudios no tienen nada que ver con la creación de ratones asesinos, ni con el fin de crear soldados perfectos. El instinto depredador ya está presente en ratones, los investigadores se dedican simplemente a controlarlo.

Ratones asesinosImportancia del estudio

Desde el punto de vista de la biología es obvio; este es un hallazgo interesante para entender cómo evolucionó el instinto de depredación en los animales y cómo se puede aplicar en el hombre. Desde el punto de vista humano, estos estudios también nos permiten entender qué regiones del cerebro están involucradas en estos circuitos, y en qué enfermedades pueden estar relacionadas.

De hecho, hay muchos estudios que demuestran que, en particular, la amígdala y la formación reticular también están implicados en ciertos trastornos psiquiátricos, en particular en los trastornos del control de impulsos, un campo que abarca tanto los trastornos en el campo patológico, en los trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia), sino también en arrebatos incontrolados.  Conocido es el hecho de que  estas vías cerebrales también nos permite entender por qué algunas personas, por ejemplo como consecuencia de accidente cerebrovascular, pueden desarrollar un comportamiento anormal y convertirse, en personas tranquilas personas anteriormente agresivas. Por supuesto, no debemos olvidar que nuestra corteza cerebral nos permite controlar gran parte de estos comportamientos, por lo que normalmente no nos damos un golpe en la cabeza cuando estamos estresados.

Aplicación a la farmacología

Otra posible aplicación también puede ser el descubrimiento de nuevos fármacos: saber dónde podemos actuar a nivel molecular, y así poder desarrollar fármacos que potencialmente puedan actuar y detener estos «instintos». O, en su defecto para entender lo que otras áreas del cerebro pueden ser silenciadas, podemos usar el DBS (estimulación cerebral profunda, lo que significa el uso de electrodos implantados en el cerebro) para ser capaces de «apagar” y cambiar la agresividad en tranquilidad.