Donald Trump parece dispuesto a cumplir a rajatabla su programa electoral, y en los primeros días de su mandato está dando buena muestra de ello. Ayer firmaba el decreto que permitirá la construcción del muro con la frontera de México. Una ‘valla’ que pretender hacer impermeable a Estados Unidos, y evitar así que entren por las fronteras miles de ilegales cada año. Una construcción que comenzará «en meses», según reconocía ayer el presidente de Estados Unidos en una entrevista, y que podría tardar años en construirse.
Los cálculos más optimistas hablan de cuatro años, aunque los más pesimistas calculan que podrían ser hasta 16. Es decir, cuatro legislaturas. Mucho más allá de lo que podría ser el mandato de Trump. Hablamos de un muro de 3.144 kilómetros que tendría recorrer los estados de California, Nuevo México y Texas. El coste, dicen en CNBC, podría estar entre los 15.000 y los 25.000 millones de dólares. A esa cantidad, según datos de Politico, hay que sumarle otros 2.100 millones de dólares anuales en salarios de los vigilantes fronterizos. Serían necesarias unas 21.000 personas.
Una factura que el nuevo presidente de Estados Unidos quiere que abone México. De hecho, aseguró que «empezarán las negociaciones bastante pronto». Hasta se mostró convencido de que al presidente mexicano, Peña Nieto, «no le queda más remedio que decir que no va a pagar». Unas palabras que calientan la visita del presidente mexicano que llegará a Washington en los próximos días.
Entretanto, en México, están ya luchando para evitar que se proceda a la construcción. De ahí que un estudio de arquitectura de Guadalajara, e314, ha hecho un proyecto de lo que podría ser el muro que Trump quiere poner en marcha. Una representación arquitectónica de cómo debe ser la construcción en los distintos ambientes fronterizos que encontrará: montañas, desiertos, ríos -e incluso- por la ciudad de Tijuana.
Un muro que se inspira en las emblemáticas paredes de Luis Barragán. Pero su interior no es macizo. Más bien todo lo contrario. Se trata de un «muro» hueco en el que se puede encontrar una prisión -donde podría procesarse a 11 millones de personas-.
Pero no sólo eso. Un poco más abajo de esas primeras plantas, se podrían establecer también algunas industrias. El objetivo es que los 11 millones de personas que podrían llegar a estar allí detenidas sean las que se ocupen del mantenimiento del muro.
Al otro lado de la frontera -en territorio americano- hay varios centros comerciales a los que los habitantes de la zona podrían acudir a hacer sus compras. Incluso contemplan la posibilidad de incluir puntos de observación al otro lado de la frontera. En total, dicen, se podrían generar 6 millones de puestos de trabajo en las distintas instalaciones que figuran en este proyecto.
Se trata, como pueden imaginar, de una propuesta crítica con el proyecto de Donald Trump. De hecho, este estudio de arquitectura confía en que la propuesta que han lanzado sirva para abrir un «debate nacional» a uno y otro lado de la frontera sobre la «perversidad» que un proyecto de este tipo presenta.