Dani Rovira tiene razón en su enfoque sobre redes sociales

El actor Dani Rovira, que llegó a la fama tras el éxito de Ocho apellidos vascos, fue ayer protagonista por unas declaraciones en las que, básicamente, se negaba a permitir que «cuatro borrachos infelices del Twitter» le atemorizasen hasta el punto de impedirle presentar la gala de los Premios Goya.

Aunque haya quien pueda pensar que Rovira se equivoca al plantear oposición a los tuiteros en una entrevista, una vez que te la lees entera creo que el actor y humorista (no lo olvidemos) acierta totalmente a la hora de plantear cómo debe ser su relación con redes sociales.

Éstas pueden llegar a ser muy tóxicas cuando en ellas se generan tendencias masivas que reducen el nivel del debate hasta el insulto barato o el chiste zafio. La joven de 15 años que se prepara para ir a Marte Alyssa Carson fue insultada en redes repetidamente porque, al parecer, muchos tuiteros encontraron ofensivo el tamaño de sus orejas durante su intervención en El Hormiguero.

Curiosamente, en el mismo debate Cristina Pedroche, que está más enamorada de su novio que yo del Lenovo Yoga 910, se ganó una buena dosis de críticas al preguntarle a la muchacha qué pasaría si el mozo perfecto se le pusiese delante antes de su anhelado viaje al planeta rojo.

A Rovira, a Carson o a Pedroche estas críticas no pueden cambiarles la vida. El actor presentará los Goya e intentará blindarse de las críticas, según él mismo reconoció, dejando de mirar Twitter durante un par de meses. Carson ha demostrado a su tierna edad bastante más sentido común que la media de los usuarios de las redes sociales y Pedroche va a seguir teniendo una gran carrera televisiva y un cuelgue importante del vanguardista chef Dabiz Muñoz. Si ha sobrevivido a los debates sobre sus vestidos de Nochevieja, está preparada para todo. Para ninguno de ellos esta situación de «arde Twitter» les debería suponer ni el más mínimo problema.

Las redes sociales han expuesto a las personalidades públicas como Rovira mucho más que antes. Cada palabra es susceptible de ser sacada de contexto, cada error será multiplicado y analizado, cada tuit será insertado en infinidad de noticias en las que se dará cuenta de los errores que pueda contener.

Actuar con naturalidad, entender que eres humano, no darle demasiada importancia a las críticas y endurecer tu piel son elementos clave para sobrevivir a esta nueva forma de celebridad. Como Tamatoa, el villano de Moana, interpretado por Jermaine Clement, que desarrolla una brillante coraza para enfrentarse al mundo: Send your armies but they’ll never be enough. My shell’s too tough (‘Envía a tus ejércitos pero no bastarán, mi coraza es demasiado dura’)

Otros supervillanos de la vida real, como el inminente presidente de EEUU, el magnate machista y xenófobo Donald Trump, han basado su relación con redes en la confrontación perpetua y en una notable indiferencia ante las opiniones ajenas. Es una estrategia poco empática pero muy efectiva. Es el enfoque Inda: Si hablan mal de mí o de cómo se condena al medio que dirijo por inventarnos las noticias, mejor tirar hacia delante, quedarme con mi público de incondicionales y utilizar el odio de los desconocidos como combustible para avivar la llama del mío. Probablemente no hay que llegar a tanto, pero sí son posturas que tienen algo que enseñarnos.

Conviene en estos momentos, como en tantos otros, recordar el inmortal poema If (Si) de Rudyard Kipling, y algunos versos que parece dedicados expresamente a la relación con los medios sociales:

Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la han perdido y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también aceptas que tengan dudas. (…)

Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios. (…)

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.

Entonces tuyos serán Twitter y cuanto en Twitter hay. Y lo que es más, serás un auténtico influencer, hijo mío.