Subastado el «Fantasma del Amor», un Rolls-Royce digno de una reina

Un Rolls-Royce lleno de arte y considerado un palacio sobre ruedas, además de uno de los mejores coches británicos jamás fabricado, se subastó en Londres el pasado 4 de diciembre. Aún sin confirmación oficial de la casa de subastas Bonhams, encargada de vender el único y exclusivo ejemplar, se rumorea que el coche ha podido alcanzar cerca de los 800.000 euros.

El Phantom I fue encargado en 1926 por el director financiero de la cadena de supermercados Woolworths, Clarence Gasque, como un regalo sorpresa para su esposa, Maude. Para asegurarse de que esta se quedaría realmente impresionada, el Sr. Gasque emprendió un proyecto sin un límite de presupuesto y que tuvo como resultado que los asientos traseros costasen más que una casa mediana de la época.

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Gasque compró el chasis y el tren de rodaje del Rolls-Royce por 1350 euros. Se lo entregó al carrocero Sr. Barnett, con una única demanda: el coche debía ser perfecto y muy lujoso. Mientras buscaba la inspiración, el Sr. Barnett visitó el Victoria and Albert Museum de Londres, donde se encontró con una silla de seda que perteneció a Maria Antonieta de Austria, el objeto perfecto.

Los artesanos de la comisión de Barnett en Aubusson, Francia, pasaron nueve meses trabajando en un tapiz para los asientos traseros, y dándole el aspecto palaciego que tiene. En su remodelación se gastaron 7.600 euros, de los cuales 5.200 se invirtieron en el interior del “fantasma del amor”, como es conocido, convirtiéndole en el coche más caro del mundo en ese momento.

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Cuando los pasajeros se sentaban en el banco, que tiene escenas que representan el período Rococó y el barroco tardío, podían mirar hacia arriba y ver los querubines desnudos pintados en el techo. También tapizado, estaba el armario para las bebidas, decorado con un reloj francés de bronce dorado y dos vajillas de porcelana bañadas en oro y con motivos florales. Los agarradores vestidos de bronce. Y, en honor a los orígenes franceses de la familia Gasque, Barnett ideó un falso escudo de armas a petición suya, que no terminó de la mejor manera.

Desgraciadamente, la pareja feliz disfrutó tan sólo durante 18 meses del fantástico Phantom I, hasta que Clarence falleció a los 54 años. La Sra. Gasque, una heredera de Woolworth, dedicó su vida al bienestar animal y al veganismo, utilizando el automóvil hasta 1937, cuando decidió guardar el palacio sobre ruedas.

Este permaneció encerrado hasta 1952, cuando fue vendido a Stanley Sears, un coleccionista de Rolls-Royce. A mediados de los años ochenta, el coche fue vendido a un coleccionista japonés por 1 millón de libras esterlinas, otra cifra asombrosa para la época, y hay rumores de que luego se vendió por el doble de esta cifra a otro caballero japonés que más tarde tuvo problemas financieros. El coche reapareció en los EE.UU. en 2002 y luego viajó de vuelta a Inglaterra, donde ha permanecido hasta ahora.

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Bonhams ha comparado el Rolls-Royce Phantom I a la sala del trono de Versalles. Rob Hubbard, especialista senior en automóviles y subastador de Bonhams, dijo: «Es probablemente el Rolls-Royce más caro jamás fabricado, que costó 7.600 euros en 1926. En el viejo mundo del automóvil, el Rolls-Royce es muy conocido y tiene uno de los interiores más magníficos que jamás se haya producido, el interior, la parte trasera del coche es una obra de arte y un pedazo de historia, es como entrar en una finísima mansión georgiana”.