A veces vemos cosas graciosas que la gente compra con dinero por capricho. Otras veces, simplemente, lo malgastamos. Y otras, como en este caso, pareciera que la gente no tiene dónde tirar el dinero que lo tiran a cualquier cosa. Y es que… ¿recuerdas esas pequeñas bolas de cristal, -muy habituales por estas fechas, por cierto,- que suelen agitarse para que simulen un paisaje nevado? Pues más o menos esa es la idea que ha tenido Clemens, un alemán que lleva dos intentos de patrocinio en Kickstarter (el primero pasó sin pena ni gloria, por cierto) pero que sin embargo su insistencia ha tenido premio: ha conseguido cautivar a unos cuantos para que apoyen su sueño de «esfera del universo» con el objetivo inicial de 11.000 €… Pero (y he ahí la gracia) el éxito fue tal que lleva ahora… ¡más de 48.000 €! O sea: el 444% financiado.
Este es un buen ejemplo para todos esos que empiezan proyectos y se vienen abajo, o tiran la toalla, porque creen que no van a funcionar. Pues no: simplemente puede que no se hubieran dado las causas (o los planetas no estuvieran alienados en aquellos momentos… nunca mejor dicho) en aquella ocasión. Pero si lo seguimos intentando (como Mecano, que de su primer disco no vendieron ni uno y tuvieron que comprarles sus padres un buen montón de ellos para que no se desconsolaran…) quién sabe si no es el proyecto lo que falla, sino la ocasión. Y esperar a la ocasión propicia también es -aunque por desgracia nadie parece prestarle atención- una virtud.
Parecen granos de azúcar o de sal, pero no: es el universo conocido
El proyecto de este chico es una tontería. Bueno, es una tontería si lo miramos fríamente. Básicamente es eso, una esfera de cristal en donde él ha sustituido el paisaje nevado… por unas cuantas galaxias del universo (del universo conocido, como dirían en Stargate).
Con el nombre de The Universe in a Sphere Clemens ha querido reproducir nada menos que 380.000 galaxias en la palma de la mano, y a un módico precio de 39 €. El problema es que (y se puede ver fácilmente) una vez ante nosotros la sensación de caos es tal (obviamente, por la necesaria reducción) que casi nos daría igual tener esa esfera que cualquier otra hecha con granos de azúcar pegados. Eso sin olvidarnos que el universo está en constante expansión (a un ritmo que nosotros no podemos apreciar, obviamente), pero que a la larga (dentro de miles de años…) hará de esta esfera un objeto ya obsoleto y poco fiable. Por mucha tecnología que se haya utilizado en su diseño y construcción.
Lo más fuerte de todo, lo verdaderamente asombroso, es que haya 672 personas que hayan pagado varios cientos de euros por tener algo así. Se me ocurren muchos proyectos más solidarios (y provechosos) en los que invertir ese dinero. Pero parece ser que hay todavía muchos pretenciosos por ahí sueltos que sueñan con tener el universo en sus manos y quizá hasta ser dueños del mismo. Que sigan soñando.