No se sabe cuándo va a terminar la ola de despidos que vive el sector financiero. Es la idea que ha venido a transmitir el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, quien considera que los números exactos los determinará «la evolución del entorno digital, que es lo que permitirá cuantificar cuántas oficinas necesita para operar el sector en nuestro país».
Duras palabras -pronunciadas en el Foro Nueva Economía- que reflejan la crudeza del impacto que está suponiendo para la banca la famosa digitalización. Sobre todo, si se tiene en cuenta que en lo que llevamos de año los bancos ha cerrado 1.400 oficinas, casi el doble que en todo el año pasado. Y es que como el propio patrónha señalado, la tecnología «es un desafío, pero también aportados para ganar en eficiencia en un entorno de tipos bajos y un entorno de mayor competitividad por el auge de las fintech«. Aunque eso sí, cree que puede haber un matrimonio de conveniencia en el futuro, porque las primeras aportan la tecnología, y las entidades financieras los clientes y el volumen de fondos.
Ahora bien, Roldán cree que no todo vale para ajustar los balances, y ya avisa de de que las fusiones por las fusiones no sirven de nada. «Cuidado con las entidades sistémicas poco sofisticadas»; todo un dardo en las intenciones de algunos bancos que han necesitado ayuda, y que ahora necesitan adquirir volumen para sobrevivir. ¿Ibercaja? ¿Unicaja? «Dos débiles no hacen uno fuerte». Y aunque se avecinan tiempos de unión para vencer la escasa rentabilidad, Roldán no cree que estemos excesivamente bancarizados si tenemos en cuenta que durante la crisis hemos pasado de 42 a 15 entidades. Una expresión que puede situarse también sobre el matrimonio que tenemos en ciernes impulsado por el ministerio de Economía, BMN – Bankia, de quienes Roldán espera «se privaticen cuanto antes porque será positivo para el entorno competitivo.
Pero lo que de verdad le gustaría ver al líder de los banqueros son entidades ‘paneuropeas’, que ayudarían a reforzar la unificación del sistema financiero de la Unión Europea al tiempo que romperían «el círculo vicioso entre la banca y la deuda soberana». (Aunque me temo que para eso queda todavía mucho tiempo).
Roldán apuesta por fusiones paneuropeas, que permitan romper el vínculo vicioso entre la banca y las deudas soberanas
En cualquier caso, lo que Roldán estima que de verdad ayudaría a los bancos es dejar aun lado la regulación. Cree que tras varios años de cambios constantes, ahora es necesario «dejar paso a la supervisión», de modo que los bancos sepan con claridad cuáles son las reglas de juego a las que deben atenerse.
Lo que sí ve con muchísimo recelo el presidente de la AEB es la (mal)llamada Tasa Tobin. «Los impuestos sobre bases que pueden marcharse no son una buena idea«, ha dicho tajante. Claro mensaje a quien quiera escucharle, pues en Europa siguen con la idea de gravar las transacciones financieras. Algo que podría hacer que países como Luxemburgo vieran un auténtico aluvión de fortunas que se marchan del Viejo Continente rumbo a lugares donde no se les penalice por su inversión.