Pedro J. Ramírez: auge y caída de un mito

Abril de 1996. La foto del famoso balcón de Carabaña marca el cénit en la carrera profesional del periodista más influyente de aquella España del recién estrenado ‘aznarismo’. En ella, un exultante Pedro J. Ramírez ( Pedro José para sus demonios ) posa junto al matrimonio Aznar-Botella. El riojano, que tenía entonces 44 años, culminaba más de dos décadas de escalada para convertirse en el ‘ciudadano Kane’ español.

Y es que, desde que en 1972 tuviera la suerte de vivir en Washington -siendo apenas un becario- el escándalo ‘Watergate’, siempre supo que de mayor quería ser un tipo con tirantes, como el mítico Ben Bradlee, que dirigiera un gran periódico y pusiera contra las cuerdas al presidente de Gobierno de turno. Contra el poder… siempre contra el poder. Aunque sus primeros pasos, paradójicamente, fueran alentados por el ‘Sistema’ de la época.

full_scanFue un influyente político de la Transición, el carismático Joaquín Garrigues Walker, muerto prematuramente, quien aupó al jovencísimo cronista político a la cima desde muy joven. Con 28 años fue nombrado director de Diario 16. Un periódico progresista de aquella convulsa -y confusa- etapa política y cuyas ventas disparó desde su llegada. Uno de sus primeros colaboradores, Antonio Alférez, en su obra ‘Cuarto Poder en España’, bautizó a nuestro hombre como ‘ el ciclón Pedro J.’ En este rotativo obtuvo sus primeros ‘scoops’: las vinculaciones de los gobiernos socialistas de la época con los GAL, que como perros de presa rastrearon sus periodistas de entonces, Ricardo Arqués y Melchor Miralles. Informaciones que, desde el principio, le indispusieron contra ese poder que le aupó…¿o contra su lado oscuro?

Es ya histórica su bronca en un debate de TVE –la única en aquella época-, ‘Derecho a Discrepar’, con el entonces ministro del Interior, José Luis Corcuera. Tal fue el tono de la discusión, ante el atónito moderador, Miguel Ángel Gozalo, que a su término, Corcuera le amenazó, literalmente, en un pasillo con un: ‘te vas a enterar de lo que es tener un electricista debajo de los cojones’. Dentro le había dejado ya otra perla, de ministro a periodista: -tú te sientes muy seguro porque hoy eres director de un periódico, pero mañana puedes dejar de serlo’. Pocos días después, Juan Tomás de Salas, propietario del Grupo 16, le ponía en la calle.

Se dice que Soraya Sáenz de Santamaría no  le ha perdonado las fotos publicadas en El Mundo para buscar su lado sexy

Por aquellos días, su segunda pareja, la diseñadora catalana Ágatha Ruiz de la Prada, era su mejor apoyo: -‘tenía la sensación de vivir con un loco de su trabajo. Se levantaba muy temprano y recorría los quioscos del barrio preguntando cómo iban las ventas’. Dicen que, a veces, compraba él mismo los que aún quedaban por vender.

Eran tiempos en los que ambos se abrían camino en sociedad, aunque ella viniera ya de rancio abolengo. Pedro José, educado en Los Maristas de Logroño, no tanto. Cuenta con gracia Carmen Posadas en su libro, ‘Por el ojo de la cerradura’, que cuando conoció a Pedro –y a Ágatha- observó algo raro en aquel tipo; ‘no era el traje, impecable, ni la corbata… pero algo había y yo no sabía lo que era. Bajé la vista y, los zapatos, impecables…argg…¡ahí estaba! ¡Llevaba unos ejecutivos’! Ni que decir tiene que desde esa primera noche, Posadas le puso la cruz. Los enfrentamientos con su entonces marido, Mariano Rubio, vendrían después.

Las ayudas de Conde que jamás agradeció.

Tras su despido de Diario 16 y, lejos de venirse abajo, nuestro héroe se puso a la tarea de fundar otro diario desde el primer día. El entonces presidente de Banesto, Mario Conde, recuerda bien aquellos días: ‘yo mismo autoricé un crédito personal para que Pedro pudiera mantenerse durante unos meses’. El despido le había dejado en una desairada situación económica.

En noviembre de 1989, ve la luz El Mundo; un diario al que, desde el principio, se le supuso el apoyo económico del citado banco y que se distinguió, también desde el principio, por sus grandes exclusivas: la financiación irregular del PSOE –Filesa- o las escuchas telefónicas del entonces CESID a influyentes personalidades de la época comenzando por el propio Rey Juan Carlos y que se llevaron por delante al entonces vicepresidente, Narcis Serra. El del ‘informe Crillón’.

Siempre se dijo que detrás de aquellos ‘bombazos’ estaba la mano de Conde y sus intereses personales y políticos para saltar de Banesto a La Moncloa. Es historia pasada. Si aquella mano existió en realidad, mal pago dio el riojano. Por acudir de nuevo a la memoria del expresidente de Banesto, cuenta Conde como una ‘conocida’ de ambos confesó al ya exbanquero que Ramírez llegó a comentar en círculos privados lo sorprendente de que el exbanquero no se hubiera suicidado en la cárcel, cuando era ‘lo que todos esperábamos’.

master-pgm-07-20140515-proress-422_2_dvd-originalTantos enemigos iba acumulando que, de aquellos tiempos, data la anécdota más famosa del periodista. La que le perseguirá hasta la tumba: su famoso ‘vídeo sexual’. Un encuentro con una guineana, Exuperancia Rapú, grabado con todo lujo de detalles en un apartamento trufado de cámaras a pocos metros de la madrileña Plaza de Cuzco. Se supo que todo fue una trampa urdida por altos cargos del ministerio del Interior de la época que pusieron a la africana en su camino. Más concretamente en los pasillos de Antena 3 Radio, que dirigía por aquel entonces Manuel Martín Ferrand.

El vídeo, corpiño rojo incluido, fue el hazmerreír de España entera y provocó la primera crisis matrimonial seria de Ramírez con la que en realidad era ya su segunda pareja, siempre Ágatha, que tomó las de Villadiego y se fue a vivir unos meses a París. Después, le perdonó. Ella ha restado siempre importancia a aquel incidente: ‘todo fue una trampa que le tendieron Felipe González y Juan Luis Cebrián… a mí me vino muy bien porque a raíz de aquello empezó a tratarme como a una reina’, confiesa.

pedro-j-ramirez-y-agatha-ruiz-de-la-prada-gtresVerdad o mentira, pocas relaciones resisten un golpe semejante. Y pocos personajes públicos, cabría añadir: ‘cualquier otro se hubiera tenido que ir del país. Pedro J. siguió siendo uno de los tíos más poderosos de España’, recuerda uno de sus más cercanos por entonces. Uno de los ‘amigos-compañeros-colaboradores’ que el periodista ha ido dejando por el camino: Miralles, Rojo, Cacho…la lista sería interminable.

Arrimándose al poder

A pesar de haber forjado siempre sus éxitos a la contra del poder, su interés en acercarse a él, incluso desde antes de que el poderoso lo sea, ha sido siempre notable. Cortejó a José María Aznar cuando aún no había pisado La Moncloa. Lo hizo de igual modo con Mariano Rajoy. Y hoy, desprovisto ya de su ‘tanque de papel’, hace lo propio con el emergente Albert Rivera, al que trata con mimo editorial y ofrece consejos políticos.

albert_rivera_murcia_nueva_politica_mario_gomez_figalUn difícil equilibrio que acabó por costarle la pérdida –con ayuda de los poderosos accionistas italianos- de su juguete más preciado. El diario que con tanto celo creó hace más de dos décadas. Dicen que Rajoy, además de algún que otro CEO del IBEX, acabaron por hartarse de él…o afinando más el tiro, su principal agraviada: la vicepresidenta del Gobierno. Cuentan que Soraya nunca le perdonó aquellas fotos en picardías negro en un hotel de Valladolid, que el riojano publicó a todo trapo tras convencerla para el posado. Se trataba de, supuestamente, buscar el lado sexy de la joven política castellana. Ahí empezó su auténtico declive.

Sucedido en El Mundo por otro de sus exfieles, Casimiro García-Abadillo, que tampoco ha durado demasiado y también ha huido de aquella casa, Pedro J. emprendió la que, de momento, es su tercera aventura periodística: El Español. Un digital hecho a golpe de crowfunding y muchos medios, mucho dinero, pero que se ve constantemente superado por un producto mucho más humilde, Ok diario, de otro de sus excachorros (y van…) Eduardo Inda.

pedro_j-_ramirez-cruz_sanchez_de_lara-corazon_169244776_20868237_1706x960Llora Pedro por las esquinas y culpa al veto gubernamental que dice sufrir en las tertulias el hecho cierto de que su digital no despegue, a diferencia de lo que le ocurre a Inda. Sea como fuere, el deterioro profesional del otrora todopoderoso ‘hombre de los tirantes’ es un hecho. Y parece que el físico también. Hace algunas semanas pudo vérsele en la Mercedes Fashion Week, con evidentes problemas de motricidad.

Su aspecto en una reciente aparición televisiva –la última con Ágatha- en el programa de Bertín Osborne tampoco era el mejor de los posibles. Ahora, inicia otra tercera aventura – esta sentimental- de la mano de una guapa y joven, mucho más que él, Cruz Sánchez de Lara, abogada de 44 años y miembro del Consejo Editorial de El Español. Ágatha está que se sube por las paredes: ‘Pedro me ha hecho una putada’, repite por todo Madrid a quien quiera oírla. Y le pide la luna por el divorcio. ¿Conseguirá levantarse Pedro de este nuevo revés o lo convertirá, como hizo siempre, en una gran oportunidad?