Eduardo Serra (Madrid, 1946) lleva casi dos décadas alejado de la política activa, y mira con perspectiva los problemas del país. Lo hace desde la presidencia de la Fundación Transforma España desde la que busca promover reformas que pongan a punto a nuestro país. ¿Su objetivo? Conseguir que haya una transformación radical que nos sitúe en el centro de la competitividad mundial. Una tarea complicada sobre la que reflexiona con Merca2 mientras el país se prepara para la llegada del nuevo Gobierno de Mariano Rajoy.
¿Un Gobierno en minoría con apoyos puntuales como el que está echando a andar tiene posibilidades de acabar la legislatura?
Es cierto que este Ejecutivo tiene menos fuerza en Política Exterior, pero también que desde el punto de vista interno es muy interesante. Está obligado a un ejercicio constante de negociación y búsqueda de acuerdos, algo que ya se echaba de menos.
Sin embargo, la situación económica requiere adoptar medidas urgentes que en muchos casos serán complicadas. ¿Será capaz de explicarlas este Gobierno de continuidad?
Es otra de las cosas positivas. Existía el riesgo de que un Ejecutivo en mayoría hiciera poca pedagogía como ocurrió con el anterior. Por culpa de esa falta de explicaciones y de la presión de fuerzas ajenas al sistema, se ha generado un clima de incomprensión. ¡Pero es que había que hacer recortes! Si no, hubiéramos estado abocados a ver situaciones que tenemos aquí al lado, en Portugal o Grecia.
«Hay que explicar que de la paz laboral surgen beneficios para todos»
¿Ha faltado empatía?
Sí. Eso es culpa del Partido Popular, pero también de otros grupos que intentan hacer política de la coyuntura económica. Pero esa falta de pedagogía no es exclusiva del Gobierno anterior. Hace años que no se hace pedagogía pública.
Es necesario explicarle a la gente que la competitividad es esencial. Que si no vendemos productos a un precio competitivo no habrá dinero para mantener los servicios esenciales y el Estado del Bienestar. Eso no se ha hecho desde hace mucho tiempo.
Desgraciadamente somos una familia que debe todo lo que gane en un año. Encima, cuando suban los tipos de interés tendremos que destinar una parte importante del Presupuesto a ello y, por si fuera poco, no nos prestan dinero. No se puede seguir con déficit público.
El caso es que en España esa competitividad de la que usted habla, se ha hecho por la vía salarial. Según cálculos de Reuters –a través de datos de la OIT- el sueldo en España ha caído un 25% durante los últimos años.
La competitividad la dan los costes de los factores de producción: tierra, capital y trabajo. Si tuviéramos productos más sofisticados o herramientas tecnológicas de mayor contenido de talento, no habría que buscar sólo recortar los salarios. En la actual distribución del producto que tenemos, ocupan parte importante. Ojalá se pudiera buscar otro factor. Si se puede hacer, perfecto. Si no, o reduzco el coste del trabajo o no vendo la mercancía. La elección es sencilla.
Desde que apareció el Euro en 2002 y hasta 2010, el coste laboral unitario en Alemania creció un 7% y en el Sur de Europa un 30%. Está mal hacer recortes salariales, pero también hacer esos aumentos de sueldos si no van acompañados de una mayor productividad.
«Un pacto no es para que se termine al día siguiente»
¿Qué le parece el Gobierno del PP en minoría con apoyos puntuales de PSOE y Ciudadanos?
Tras llevar casi un año quejándonos de que los políticos no se ponen de acuerdo, hay que agradecer que lo hayan hecho. Es una buena noticia. Cuando se llega a un pacto no es para que termine al día siguiente. Es para que se mantenga a medio plazo. Eso no va en contra de que el PSOE haga su labor de oposición y las posiciones que le demos a los distintos grupos.
El PSOE siempre ha sido un partido del sistema y, por tanto, su labor será mantenerse dentro del sistema y hacer oposición al Gobierno.
Sin embargo, hay mucha gente que quiere cambiar ese sistema.
Los sistemas están para cambiarlos dentro de las normas establecidas. La estabilidad es la norma de los Gobiernos normales. Estoy seguro de que será así. Ninguna persona sensata querrá tirarlo abajo, si alguien pretender hacerlo así es que no es sensato.
Pero en España tenemos un problema añadido, el del Nacionalismo. ¿Cambiamos la Constitución?
Hay que hacer un proyecto que resulte atractivo a la mayoría. Aunque yo cambiaría la pregunta y diría: ¿qué hace falta para arreglar el tema de las nacionalidades? ¿Cambiar la Constitución? Hágase si hace falta para arreglar el problema, pero no para que todo el mundo se independice.
¿Hay solución?
Creo que sí. Sobre todo cuando hoy la historia está marcando el camino de la globalización y no de los particularismos. Cuando lo que vemos aparecer son los competidores gigantes, el desintegrarse uno es una conducta suicida. La historia aconseja la unión, no la disgregación.
Es decir, que usted propone transformar el modelo productivo para fabricar productos de alto valor añadido. Sin embargo, vivimos en una economía basada en turismo y ladrillo, básicamente.
No es algo sencillo. Hoy tenemos ese modelo productivo, con esa mano de obra y ese empresariado. Hay dos palancas para llegar al modelo que queremos: educación e inversión.
Cuando hablamos de educación hablo de hacerlo en todos los sentidos. No sólo en el colegio, también dando una mayor relevancia a la Formación Profesional; pero también en formación al empresario, enseñarles qué es el espíritu de riesgo, la Innovación y el Desarrollo, etc. Esto es algo que lleva tiempo. No va a cambiar de hoy para mañana.
¿Y por dónde empezamos?
Lo primero de todo es decirle a los sindicatos que vamos a caminar juntos en busca de ese modelo productivo que queremos y que no pivote sólo en los salarios.
Durante muchos años ha funcionado el axioma de la lucha de clases, pero esto en un mundo global lo que hace es favorecer a otros países y perjudicar al tuyo. Se beneficiarán nuestros competidores. La gente piensa con modelos de hace 50 años, y el mundo es distinto. Hay que explicar que de la paz laboral salen beneficios para todos, y que del conflicto salen perjuicios para todos.
¿Renunciamos entonces a defender nuestros Derechos?
No, no. Todo el mundo debe defenderlos. Pero tiene que ser consciente de hasta dónde se puede llegar en ello. Los Derechos no son gratis. ¿Usted quiere Sanidad? Claro que sí. Pero si echa a los médicos del sistema no habrá. Defienda sus Derechos con inteligencia y no con torpeza.
Volviendo al cambio del modelo productivo, hablaba usted de Educación. Una de las materias clave de la nueva Legislatura. La oposición quiere eliminar la LOMCE. ¿Hay posibilidades de acuerdos en esta materia?
Ésa es la primera petición de la Fundación Transforma España. Que haya un acuerdo en materia educativa. Basta de discutir si Religión o Educación para la Ciudadanía. No pongan en desventaja a nuestros niños respecto a los de otros países. Se necesita un pacto estable y claro y decirle a cada uno cuáles son sus posibilidades y sus obligaciones.
«Está mal recortar los salarios, pero también hacer aumentos desmedidos como ocurrió en el Sur de Europa»
¿Recentralizaría las competencias en Educación?
No sería necesario si se llega a un consenso. Creo que un Pacto de Estado para mantener un cuadro educativo susceptible de cambios, mejoras… Pero unos mínimos lo tienen todos los países más serios. No creo que sea necesaria.
¿Hay que reindustrializar España?
Se dice que EEUU ha perdido una gran base industrial que se ha ido al sudeste asiático. Sin embargo, sigue siendo la potencia número uno del planeta y tiene la mayor ventaja tecnológica. Creo que hay que ponerse a la altura de los tiempos, y eso no es hacer Industria de mitad del siglo XX, si no del siglo XXI.
¿Cuál es la industria de Facebook, Google, Apple o Microsoft? Eso es lo que hay que buscar, no ponerse a hacer ferrocarriles. Europa se queda atrás en la revolución tecnológica. Ahora todas las empresas del mundo, las que tienen mayor capitalización bursátil, nacen en Estados Unidos.
¿Y qué nos hace falta?
Más dinero. Mejor sistema educativo y mayor inversión en I+D. Todo esto se retroalimenta. Si hay buenas empresas con buenos beneficios ganarán dinero e invertirán en I+D. Si lo hacen, emplearán a más gente con estudios de carrera apropiada: biotecnología o matemáticas, por ejemplo.
Y esos recursos, ¿deben ser públicos o privados?
Son indispensables los dos, pero ambos dependen de lo público. El Estado puede dar o no recursos. Pero también puede generar exenciones fiscales, apoyar la inversión en I+D. Lo que hay que hacer es apoyar el buen trabajo de nuestros investigadores para que llegue a la realidad. Que haya patentes, que esto se traduzca en retorno para los que han hecho posible la investigación.
El caso es que durante todos estos años de crisis económica hay cientos de miles de investigadores que se han marchado de España. ¿Es posible recuperar ese talento?
Hay gente que ya está volviendo. Tanto de dentro como de fuera. En España se vive muy bien. Que hayan tenido que irse es una desgracia. Hay que hacer lo posible para que vuelvan los que se han marchado. Pero ahora habrá que hacer discriminación sobre la gente a la que nos interesa retener. Elegir si preferimos a un biólogo o a un camarero. Esto no se hace todavía.
Si hay que reformar la Constitución, hágase, pero no para que todo el mundo se independice
Usted formó parte del Gobierno Aznar entre 1996 y 2000. En plena época de la burbuja inmobiliaria y de la llegada de inmigrantes a España. ¿Se equivocaron entonces al no discriminar?
La inmigración tiene muchas ventajas. Una de ellas es que para nuestra tasa de natalidad es positivo que venga gente. Pero si nos interesa más un biólogo que un albañil, tomemos medidas para estimular más al primero que al segundo. En aquella época fue bueno tener inmigración. El que procedieran de Latinoamérica fue una bendición. Ahora interesa cambiar el modelo productivo, pero no lo cambiaremos trayendo inmigrantes albañiles. Hay que discriminar, y para eso están las herramientas administrativas.
Estamos en un mundo cada vez más tecnológico. Los robots cada vez realizan tareas más complejas. Hay quien teme de que nos desplazarán de nuestros puestos de trabajo. ¿Habrá siempre empleo para los humanos?
(Risas) Si vienen, habrá que buscar cosas que no sepan hacer. Por eso hay que mejorar el sistema educativo.
Lo que será un problema es cómo repartir la renta si no se tiene en cuenta el trabajo. Hasta ahora se le daba a la gente una retribución a su trabajo. Luego habrá que ver qué tipos de empleo salen: entretenimiento, conservación…
Creo que el pesimismo es un mal consejero. En Estados Unidos en 1800 se dedicaba a la agricultura el 33% de la población, hoy sólo el 2%. El producto agrícola de hoy es mayor y, además, el 31% que se fue del campo no está en el paro. No creo que haya que ser pesimista