La gran banca esperará a octubre para decidir sobre próximos movimientos corporativos

Los grandes bancos de la eurozona dilatarán más allá de octubre la decisión sobre los próximos movimientos corporativos que encauzarán el sector en la siguiente década. Será en dicho mes, cuando conozcan realmente si las últimas palabras del presidente de Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, que han tumbado la cotización de las firmas tienen continuidad en los próximos años (y que obligará si o si a más fusiones y adquisiciones) o bien el nuevo Consejo de Gobierno del organismo europeo, que renovará un tercio del mismo y tendrá nuevo presidente, da un giro de timón a posiciones más beneficiosas para las firmas financieras.

La situación actual es de extrema complejidad, tanto para los propios bancos como para aquellos que tomar las decisiones de qué hacer. El punto de partida (y principal problema) es la debilidad subyacente en la economía europea (y cada vez más evidente a nivel mundial) con la inflación cayendo a plomo y un volumen de deuda (en especial pública) desorbitada a unos precios (intereses que pagan) totalmente artificiales a la baja. Ante tal situación, lo que se conoce como fin de ciclo (grosso modo), se puede actuar de dos maneras (y aquí está la discusión, y pugna, más importante que ahora mismo se da en Europa).

Por un lado, la versión de los economistas conocidos como palomas que buscan utilizar el crédito para mover al alza las cadenas de la economía interviniendo a la baja los tipos de interés. Con ello, se abarata el crédito y beneficia a que empresas y consumidores aumenten su inversión y gasto, esto es más producción, más crecimiento y más empleo. Lo anterior genera, según sus defensores, un ciclo positivo. El problema anterior, es que se penaliza con fuerza al ahorro (los depósitos no pagan nada, algo que no gusta en Alemania) y se incentiva al endeudamiento, lo que termina por crear burbujas. Además, la actual política tampoco parece haber tenido grandes efectos dado que se acumulan más de dos billones de liquidez que no se prestan.

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Por otro lado, la versión de los economistas conocidos como halcones que creen que el problema está en el ingente volumen de deuda actual, y que prolongar la actual política de tipos bajos (deuda muy barata) solo consigue dejar crear una economía zombie (sectores o empresas, que apenas son rentables sigan operando), al mismo tiempo que alienta una burbuja de activos peligrosos (dado que los inversores, que incluso tienen que pagar para prestar dinero a agentes seguros, véase la mayoría de deuda europea, destinan su dinero a bonos de empresas con alto riesgo de impago). La solución de este tipo de expertos es subir los tipos, también recortar el balance del BCE, para sanear la economía y que está pueda crecer de nuevo una vez las empresas y sectores menos rentables han quebrado.

La clave para los bancos, es que la primera postura castiga con fuerza a sus márgenes, puesto que los tipos en negativo reducen los ingresos que les genera prestar dinero, mientras que en el segundo caso si se suben los beneficios crecen con rapidez. De hecho, un informe de JP Morgan reflejaba que un movimiento a la baja del euríbor, respecto del previsto inicialmente, haría un agujero de 4.000 millones en los beneficios de las entidades españolas. Obviamente, una caída tan fuerte de los beneficios, propiciados por la caída de los ingresos, obligaría a las entidades a buscar fusiones y adquisiciones que generases sinergias, ahorro de costes. Unas medidas que han centrado los esfuerzos de Draghi en los últimos años.

WEIDMANN EL HOMBRE CLAVE  

El anterior deterioro, que solo mide a las entidades españolas, se podría corregir en el caso de que se iniciase una subida de tipos. De hecho, Bankia, uno de los más expuestos al Euríbor, es capaz de elevar sus beneficios en 250 millones por cada 0,5 puntos porcentuales que suba dicho indicador. Pero eso solo ocurriría si tanto el nuevo presidente, como el resto del Consejo de Gobierno del BCE apuestan por las medidas más cercanas a las que proponen los halcones.

El candidato que más respaldos está ganando para la presidencia del BCE es Jens Weidmann lo que supondría un posible cambio de políticas a partir de fin de año, que beneficiaría con fuerza a los bancos.

Por el momento, ya se conocen algunos de los nuevos nombres que ocuparan sillas en el organismo bancario: en junio, el jefe del banco central eslovaco, Peter Kazimir, hace su debut y “lo colocamos en el lado hawkish (Halcones), ya que apoyaba la postura dura de Alemania durante las conversaciones de rescate de Grecia”, explican desde Bloomberg. Por su parte, la gobernadora interina del banco central irlandés, Sharon Donnery, también hará su debut, pero no se sabe bien la postura que adoptará. Por último, Philip Lane, de Irlanda, también tendrá que pronunciarse.

Aunque sin duda, el movimiento clave que puede mover al resto de neutrales y al final decantar una postura u otra será el perfil del que será nuevo presidente del BCE. En este caso, el candidato que más respaldos está ganando es el del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, que «a medida que se acerquen las elecciones a la presidencia del BCE saldrá más a escena», explican fuentes de mercado. Además, también explican que «Angela Merkel está dispuesta a asegurar un papel importante para Alemania en las próximas decisiones, lo que implicaría colocar a Weidmann del que ya se conoce su enfoque agresivo».

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2