La tragedia de Uber: la sangría de dinero crece y los ingresos decepcionan

Si invertir en la salida a Bolsa de Uber se catalogó como deporte de riesgo, dadas las fuertes pérdidas que atesoraba y prometía seguir cosechando, ahora, tras presentar las últimas cuentas, podría denominarse ya como de alto riesgo (y correríamos el peligro de quedarnos cortos). La firma estadounidense ha sorprendido a los analistas por el alto volumen de efectivo que ha quemado, más de 1.000 millones de euros, y los pocos ingresos generados a cambio, lo que supone echar más abono al hundimiento de una acción que ha perdido en poco más de 20 días un 13,5% de su valor.

Las nuevas empresas tecnológicas, en su vertiente más disruptora donde encaja Uber, tienen dos particularidades fundamentales a la hora de valorarlas y analizarlas: por un lado, su estructura está muy enfocada al capital (necesitan poca mano de obra, pero muchas inversiones), lo que supone unas necesidades muy grandes de capitalización, esto es que queman efectivo a ritmos muy altos y necesitan de financiación (deuda) como se observa en otras muchas como Netflix o Tesla. Eso en sí no es un problema, mientras las compañías crezcan de forma rápida, que, de hecho, es su segunda característica.

«A nadie le importa la deuda; a nadie los CDS (seguros ante impagos en los bonos), siempre y cuando la compañía crezca», explicaba el analista de Morgan Stanley, Adam Jonas, sobre Tesla recientemente. El problema de Uber es que el crecimiento de sus ingresos se está reduciendo de forma alarmante, ya que los últimos datos presentados apenas ascendieron a 2.765 millones de dólares que suponen un 10% más que en el primer trimestre de 2018. Si nos remontamos un año atrás, primer trimestre de 2018 sobre primer trimestre de 2017, el incremento fue del 68%, según refleja Bloomberg. Si nos atenemos al histórico anual, los ingresos han crecido entre 2014 y 2018 a un 98,2% anualizado, por lo que la empresa parece que ha dejado de crecer a velocidad crucero.

[td_block_11 custom_title=»» separator=»» post_ids=»124594″ limit=»1″ css=».vc_custom_1496993590403{border-top-width: 1px !important;border-right-width: 1px !important;border-bottom-width: 1px !important;border-left-width: 1px !important;padding-top: 5px !important;padding-right: 5px !important;padding-bottom: 5px !important;padding-left: 5px !important;border-left-color: #000000 !important;border-left-style: solid !important;border-right-color: #000000 !important;border-right-style: solid !important;border-top-color: #000000 !important;border-top-style: solid !important;border-bottom-color: #000000 !important;border-bottom-style: solid !important;border-radius: 4px !important;}» tdc_css=»»]

Aunque, ¿por qué Jonas explica que es tan importante el crecimiento en la estructura financiera? Sencillamente, porque este tipo de compañías tiene un tiempo limitado de vida en el que consiguen un volumen suficiente de negocio o toda la estructura financiera se viene abajo. En el caso de Uber, su documento de salida a Bolsa reflejaba que mantenía en 2018 unos 8.000 millones de euros para aguantar perdidas en los siguientes años hasta llegar a ese punto de equilibrio. Pero tras los datos de este primer trimestre, el tiempo parece reducirse y eso es un problema todavía mayor, porque la siguiente opción es ampliar de capital o mayor deuda y mayor inestabilidad.

Así, solo en cuanto a volumen de caja la firma quemó, salidas netas de efectivo, por valor de 1.000 millones de efectivo, lo que supone que en tres meses ha gastado la mitad de dinero que en toda la mitad del pasado. El agujero va más allá, ya que los costes siguen descontrolados (o al menos crecen a un ritmo más alto del esperado): en el primer trimestre de 2019, solo los operacionales crecieron un 32% (recordamos que los ingresos solo lo hicieron un 10%) a los que hay que añadir los de marketing, administración e I+D que son todavía mayores.

en 90 días ha perdido más de 1.000 millones, lo que significa que al menos puede registrar un deterioro en sus cuentas como en el 2018, y con ello habrá gastado ya la mitad de sus reservas

Si nos remontamos a 2018, para ver cómo se comportaron los anuales, Uber gastó 5.500 millones en el mantenimiento de su plataforma, fees de pagos, hosting y Hardware, mientras que los de marketing, administración e I+D ascendieron a unos 8.100 millones. En definitiva, el coste total de mantener la firma en píe y que siga creciendo fue de unos 14.200 millones (las dos cifras anteriores más 600 millones en intereses), mientras que los ingresos ascendieron a 11.500 millones lo que supone una pérdida de 2.700 millones, aunque la firma los matizó gracias a maquillaje contable (lo que se conoce como ‘one off’ positivo).

Todo ello se mantiene porque la plataforma ya tiene 91 millones de usuarios, pero como se ha visto con las pérdidas de 2018 no es suficiente. Uber necesita doblar su tamaño, facturar más de 25.000 millones, para ser rentable, aunque está muy lejos de lograrlo y el dinero se acaba terminando. Por el momento, en 90 días ha perdido más de 1.000 millones (aunque ha tenido gastos por la salida a Bolsa) lo que significa que al menos puede registrar un deterioro en sus cuentas como en el 2018, y con ello habrá gastado ya la mitad de sus reservas.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2