¿Quién tiene la culpa si un coche autónomo se estrella?

Edward Niedermeyer para Bloomberg

Desde que la noticia de un accidente fatal que implicaba a un piloto de un coche autónomo de Tesla irrumpió en 2016, los detractores del fabricante de automóviles han sido claros en las causas de la tragedia.

Los seguidores de Tesla nunca han dudado de que el sistema mejora la seguridad, por lo que el conductor debe haber fallado en prestar atención a las advertencias de permanecer atento, pero los detractores están seguros de que el piloto automático no protege a la persona al permitirle manejar a 120 kilómetros por hora.

Tras un año de debates, una respuesta concluyente finalmente está a mano, cortesía de una investigación de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, cuyos resultados se presentaron esta semana. Pero las conclusiones no dejarán feliz a nadie: en lugar de culpar al conductor o a la máquina, parece que ambos contribuyeron al evento mortal.

Hoy en día, ningún coche es realmente autónomo y seguro

En el corazón de la cuestión se esconde una dinámica peligrosa: con miles de millones de dólares en juego en la frenética carrera para desarrollar tecnología para el coche autónomo, hay grandes incentivos para que los fabricantes creen la impresión de que los vehículos en venta de hoy en día son “autónomos”. Pero la Junta lo dejó en claro al aseverar que ningún coche en el mercado es capaz de una conducción segura y autónoma.

Tesla cosechó meses de cobertura y miles de millones de dólares en capitalización de mercado al presentar su sistema de piloto automático como más autónomo que cualquier otro sistema avanzado de asistencia al conductor, incluso tras advertir a los propietarios que debían permanecer atentos y en control a todo momento.

[td_block_11 custom_title=»» separator=»» post_ids=»30522″ limit=»1″ css=».vc_custom_1496993590403{border-top-width: 1px !important;border-right-width: 1px !important;border-bottom-width: 1px !important;border-left-width: 1px !important;padding-top: 5px !important;padding-right: 5px !important;padding-bottom: 5px !important;padding-left: 5px !important;border-left-color: #000000 !important;border-left-style: solid !important;border-right-color: #000000 !important;border-right-style: solid !important;border-top-color: #000000 !important;border-top-style: solid !important;border-bottom-color: #000000 !important;border-bottom-style: solid !important;border-radius: 4px !important;}» tdc_css=»»]

Si bien el piloto automático ofreció un mejor rendimiento que otros sistemas avanzados de asistencia al conductor, la clave de su éxito fue la falta de limitaciones que Tesla puso en su uso. Debido a que el piloto automático permite a los propietarios conducir a manos libres, incluso en carreteras donde Tesla ha advertido que aún no es seguro, la empresa se ha beneficiado de la percepción de que su sistema es más autónomo.

Pero el piloto automático fue diseñado realmente para su uso en carreteras bien marcadas, protegidas y sin señales de tráfico cruzado. Cuando el coche giró a través de la autopista 27 de Florida en mayo pasado, y el Tesla se estrelló sin activar ninguno de sus sistemas de seguridad, el piloto automático estaba trabajando exactamente del modo en que fue diseñado.

Hasta el día en que los coches autónomos no necesiten asistencia, el conductor debe permanecer atento

El problema era que se estaba utilizando un camino con condiciones que no estaba diseñado para hacerle frente. Lejos de fallar, el piloto automático en realidad fue tan bueno que llevó al conductor a creer que era más capaz de lo que realmente fue.

Este complejo fallo, en el que ambos contribuyeron, suena como una importante advertencia acerca de la tecnología de los coches autónomos: hasta que los sistemas sean tan buenos no necesiten asistencia humana, el conductor debe permanecer atento. Los ingenieros deben asumir que si hay una forma en que la gente abuse de estos sistemas, lo harán. Igual de importante, las empresas deben entender que si promueven en exceso las capacidades de un sistema de transmisión corren el riesgo de hacer tecnología menos segura.

[td_block_11 custom_title=»» separator=»» post_ids=»30505″ limit=»1″ css=».vc_custom_1496993590403{border-top-width: 1px !important;border-right-width: 1px !important;border-bottom-width: 1px !important;border-left-width: 1px !important;padding-top: 5px !important;padding-right: 5px !important;padding-bottom: 5px !important;padding-left: 5px !important;border-left-color: #000000 !important;border-left-style: solid !important;border-right-color: #000000 !important;border-right-style: solid !important;border-top-color: #000000 !important;border-top-style: solid !important;border-bottom-color: #000000 !important;border-bottom-style: solid !important;border-radius: 4px !important;}» tdc_css=»»]

Pero hay una lección que aprender. A medida que los ordenadores y los sensores mejoraron en la década de 1980, los fabricantes de los aviones comenzaron a automatizar cada vez más los controles. Sólo más tarde la industria se dio cuenta de que esta automatización causó que los aviones fuesen menos seguros, por lo que reorientaron el desarrollo del piloto automático. Sólo cuando la automatización se despliega para mejorar el rendimiento del piloto, la seguridad mejora realmente.

En todo caso, esta dinámica será más pronunciada con los coches, que se usan más que los aviones. Pero a diferencia de las compañías aéreas, que unen sus fuerzas para mejorar la seguridad en la industria, los fabricantes de automóviles están en una intensa competencia por el liderazgo real en la carrera hacia la autonomía.

Mientras los consumidores se preocupan más por el factor futurista de la operación a manos libres en vez del uso de la tecnología para convertirse en conductores más seguros, el potencial de una peligrosa brecha entre la percepción y la realidad de la tecnología autonóma sigue existiendo.