Tambores de guerra en el PP catalán para empezar 2018

La noche del 21 de diciembre, pocos minutos antes de comparecer ante la prensa, Xabier García Albiol llamó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para comunicarle su decisión de dimitir como presidente del partido en Cataluña tras la serie de catastróficas desdichas que había venido sufriendo el PPC desde hacía varios años y que culminaron con el cataclismo de esa noche. Pero Marino Rajoy le dijo que no. Que aguantara.

Albiol sabía desde muchos días antes que el PP no iba a llegar a los cinco escaños en el Parlament. Aquí mismo lo habíamos contado ya. Es más, los últimos trakings de los días previos a las elecciones ponían incluso en duda que llegara a obtener algún escaño en el peor de los casos. Aún así, el candidato popular echó toda la carne en el asador para intentar contrarrestar las encuestas. Y pidió ayuda en Madrid, que envió a Rajoy esos días, lo cual no se sabe si fue casi peor.

Lo que era evidente es que Albiol no podía ser el responsable del fiasco. Él mismo sabía -y a este periodista se lo dijo en un almuerzo días antes de que comenzara la campaña electoral- que luchaba contra los elementos y que uno de esos elementos era la marca PP. Y él no tenía la autonomía de decisión que, por ejemplo, tuvo en su día Alberto Núñez Feijoo para ‘personalizar’ su campaña y alejarla del propio partido, consciente del daño que éste le hacía.

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Y ahora en el PP catalán se lamen las heridas y hacen autocrítica. Esa que no hacen en el PP de Madrid. Pero allí suenan tambores de guerra porque no quieren desaparecer absorbidos por Ciudadanos. “Tenemos todavía mucho que decir, y mucho que reconquistar”, dicen fuentes de este partido en Cataluña, “pero para eso necesitamos una profunda renovación y, sobre todo, una cierta capacidad de decisión que hasta ahora no tenemos”.

Y lo que exigen es un congreso extraordinario “en el que desaparezca el dedazo de Madrid y sean los militantes catalanes los que elijan a la nueva dirección del partido y, sobre todo, a su líder”. Y entre los nombres que suenan, el de Dolors Montserrat avanza con fuerza, en un intento de hacer frente al liderazgo social de Inés Arrimadas. Pero, sobre todo, se trata de hacer un borrón y cuenta nueva con el pasado y ganar en autonomía, sin que eso implique parecerse al PSC.