La industria del tabaco quiere volverse saludable

La hoja de tabaco tiene un origen milenario. Se calcula que apareció 2.000 o 3.000 años antes de Cristo y, desde entonces, ha llegado hasta nuestros días en distintos formatos. Que podamos recordar: en picadura, en pastilla para mascar o los clásicos cigarrillos que llegaron a Europa en el Siglo XIX. Su consumo ha estado siempre en el alero, y ha sido objeto de lucha entre sociedades y gobiernos desde tiempos inmemoriales.

Parece evidente, puesto que numerosos avances científicos así lo demuestran, que el tabaco es dañino para la salud. Una conciencia que se extiende a nivel global, y que está lastrando de forma notoria las cuentas de las principales compañías tabaqueras. Basta con mirar la venta de cajetillas en España. Desde 2008 hasta 2014 la caída ha sido  del 48,2%. Vamos, que ha perdido la mitad de las ventas. De casi cuatro millones y medio de unidades a algo más de dos millones y medio, según se puede ver en el informe La importancia del sector del tabaco en la economía, que elabora la patronal del sector.

Unas cifras que, en cualquier industria, harían saltar las alarmas. Sin embargo, las tabaqueras aseguran no estar preocupadas. Fuentes del sector consultadas por Merca2.es aseguran que «el hábito de fumar ha permanecido durante siglos de un modo u otro, y lo previsible es que así continúe en el futuro», sentencian.

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Evolución de ventas de tabaco a expendurías entre 2010 y 2014. Fuente: Mesa del tabaco

“Si bien la tendencia de la venta de cigarrillos ha sido decreciente en los últimos años, en la actualidad, nos encontramos en un momento de estabilización de las ventas legales en volumen del mercado”, dicen desde Brithis American Tobacco (BAT), quienes se muestran satisfechos con la situación actual.

Algo que podría ponerse en cuestión, en función de cómo quiera interpretarse el último movimiento corporativo del sector. Protagonizado, precisamente, por la británica, que la semana pasada lanzaba una oferta formal de 47.000 millones de euros para controlar Reynolds. Una tabaquera de la que ya posee el 47%. Un paso más hacia la concentración.

Altadis muestra la otra cara de la moneda. Esta compañía con sede en Madrid, y que pertenece al grupo Imperial Tobacco, se vio obligada a cerrar este año una fábrica en Logroño, con la consiguiente pérdida en el tejido industrial de la región.

Plantación de tabaco
Plantación de tabaco

Desde luego, estos datos lo que reflejan  es la necesidad de un cambio en el sector ante todas las cargas a las que tienen que hacer frente y al éxodo de fumadores, hacia una vida más sana, que se ha experimentado en los últimos años.

Prueba de ello es la buena acogida que ha tenido el cigarrillo electrónico en la sociedad. Sólo en españa, la Asociación Nacional que agrupa a las empresas del sector, ha calculado que en 2015 sus compañías ingresaron 52 millones de euros, un 12% más que el año anterior, y esperan tener una evolución similar a lo largo de 2016.

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No sólo eso, es que el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo en España, se ha fijado la meta de que en 2040 la prevalencia del tabaquismo sea inferior al 5%.

No parece, por tanto, que lo vayan a tener fácil los fabricantes de tabaco. De hecho, todos se han puesto manos a la obra en la búsqueda de alternativas. Así, por ejemplo, Philip Morris, que fabrica marcas como Marlboro o L&M, ha destinado 2.000 millones de dólares en innovación. En concreto, buscan la manera de encontrar productos de riesgo reducido (RPP). Para ello hay dos líneas de investigación: una primera que pasaría por elementos que calientan el tabaco pero no llega a quemarlo; y otra que se basa en la producción de vapor. En definitiva, sin el producto original.

La competencia no se queda atrás. Desde BAT aseguran que «la mayoría de las empresas del sector invierten en nuevos productos, o siguen de cerca este nuevo segmento». El gasto en innovación ha sido de más de 560 millones en los últimos años, con el objetivo de generar nuevos productos innovadores.

Evitar la combustión del tabaco es vital para que los nuevos productos sean menos dañinos

En el stock de productos de nueva generación de la sociedad británica, se incluyen sistemas a base de vapor como los dispositivos electrónicos, productos de calentamiento de tabaco y también otros que usan la nicotina aprobados como medicamento.

El sector, en cifras

La industria del tabaco mueve aproximadamente en España 3.084 millones de euros. Una cifra que se correspondería al tres por ciento del PIB nacional. Por otro lado, cuenta con una de las mayores cargas impositivas posibles, el 80% del precio de una cajetilla se paga en impuestos.

Si el precio medio de una cajetilla en España son 4,44 euros, el 80% equivale a impuestos, es decir, 3,55 euros

Un paquete de tabaco estándar podría costar 0,89 euros, si no fuera por los impuestos. Ante esta fuerte regulación impositiva, todo en prevención de la salud, la industria aportó 9.111 millones de euros de recaudación tributaria en 2014, según los datos del sector. Es decir, el cinco por ciento de la recaudación de las Administraciones Públicas, según el la Mesa del Tabaco.

Una cifra que, a falta de actualizar los últimos datos del ministerio de Sanidad, van muy justas para el gasto sanitario que generan las enfermedades derivadas del tabaquismo. Según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, es de 8.000 millones de euros, con datos del año 2014. 

Parece, por tanto, que al sector no le queda más remedio que reinventarse. La sociedad cambia, ya asume que no se puede fumar en los lugares públicos, que el tabaco tiene costes para el erario público y que es malo para la salud. Cada vez hay más mentalidad de que los hábitos deben cambiar, así que parece que pintan bastos para unas compañías que tendrán que buscar nuevas fórmulas para mantener a su clientela.