Soraya rompe con Junqueras, al menos hasta el 2 de octubre

La ‘operación diálogo’ ha muerto. Bueno, muerto quizá sea decir demasiado, digamos que ha quedado en stand by al menos por unos meses aunque, según fuentes del Gobierno, va a ser difícil retomarla al menos antes de unas nuevas elecciones autonómicas en Cataluña que clarifiquen el panorama.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, había venido manteniendo una vía de diálogo abierta con el vicepresidente catalán, Oriol Junqueras, aplaudida por los sectores empresariales catalanes que no quieren la independencia ni en pintura, pero que creen que es necesario llegar a alguna clase de pacto que contente a Cataluña y sea aceptable para Madrid.

Los empresarios que no son partidarios de la independencia han bajado de los altares a la vicepresidenta del Gobierno

De hecho, en esa dirección trabajaron importantes empresarios de la región, alguno de ellos antiguo ex ministro con Aznar –Josep Piqué-, y también un político que en los últimos meses ha demostrado tener cintura no solo para bailar, sino también para hacerse entender: Miquel Iceta. Sin embargo, desde que el Govern de Puigdemont anunciara definitivamente la intención de celebrar un referendum ilegal, los puentes entre Soraya y Junqueras empezaron a caer, hasta el punto de que el diálogo se acabó rompiendo del todo hace poco más de un mes, y los canales de comunicación se cerraron indefinidamente.

Eso le ha costado a Junqueras el desaire del empresariado catalán, pero también a Rajoy al que hace relativamente poco los empresarios dieron la espalda e, incluso, se negaron a reunirse con Sáenz de Santamaría a la que pocos meses antes tenían en los altares. Pero la vicepresidenta no quiere rendirse, porque sabe que la única manera de reconducir este asunto es volviendo a la mesa de diálogo, y es lo que quiere hacer a partir del día 2 de octubre.

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El Gobierno va a impedir la celebración del referendum –ya hemos contado aquí como-, pero al día siguiente el problema seguirá estando ahí y habrá que buscar una solución. En su entorno, sin embargo, creen que hasta que no se produzcan unas elecciones que permitan clarificar el escenario político catalán, será difícil retomar esa vía de diálogo, aunque los empresarios catalanes seguirán insistiendo en que, cuanto antes, mejor.

Y, ¿hacia donde puede ir ese nuevo diálogo? La vicepresidenta no se cierra en banda a una reforma constitucional, aunque no es lo que más le satisface. Pero parece inevitable que para calmar los ánimos de un independentismo que, por otro lado, está en horas bajas, será necesario buscar alguna forma que permita a Cataluña sentirse diferente y que eso se recoja en el texto constitucional. ¿Cómo? Ya parlarem.