El secreto de Luis Enríquez con la colección de productoras zombies de Vocento

La primera tarea de Luis Enríquez cuando aterrizó en Vocento, procedente de Unidad Editorial en el verano de 2011, fue la de encauzar el área audiovisual de un grupo muy dependiente del papel. La mayoría de los dinosaurios del papel alcanzaron la crisis a lomos de unas expansiones audiovisuales que se convirtieron en incómodos compañeros de viaje a partir de 2008. Todos los tigres hambrientos pretendían convertirse en la Prisa de derechas con unos proyectos radiofónicos y televisivos que acabaron casi siempre siendo un lastre.  

En el caso de Prisa, el pie cambiado de la crisis le pilló con unas ambiciones internacionales por encima de las posibilidades del editor de El País. Pero otros elementos del papel madrileño como Vocento, Unidad Editorial o Planeta intentaron jugar sus cartas a base de conseguir una tele que rebotase los contenidos editoriales del periódico de turno. En el caso de Planeta el proyecto acabó con éxito, gracias a que Antena 3 no nacía desde cero, tal y como ocurriría en proyectos utópicos como Veo TV o Net TV.

Pero el interés de Vocento por el área audiovisual nació antes de la TDT. Los Ibarra-Bergareche, el clan del Neguri, asaltaron Madrid desde el norte con inversiones en Telecinco (1996, ya que Berlusconi necesitaba un socio antes de la llegada al poder de Aznar estable y con una reputación positiva a nivel nacional). Los dueños y señores del papel en Euskadi con El Correo y El Diario Vasco, hegemónicos pese al acoso que recibieron desde la trinchera nacionalista, complementaron sus jugosas inversiones en lo que hoy en día es Mediaset España con la compra de acciones en varias productoras, que en pleno boom del ladrillo televisivo hicieron negocio al calor de un duopolio catódico que comenzaba a vislumbrarse como muy rentable.

Es por ello que el entonces Grupo Correo (Vocento tras tomar el emblemático ABC de los Luca de Tena en 2001), entró en factorías referentes en los noventa como Europroducciones, que arrasaba en TVE de la mano de Ramón García (‘El Grand Prix’ o ‘¿Qué apostamos?’) y en Telecinco con María Teresa Campos como estrella matinal (‘Día a día’). También se hicieron con acciones de Boca a Boca, que de la mano del mítico productor César Benítez se especializó en series de Telecinco como ‘El Comisario’ o ‘Al salir de clase’; en Videomedia, una de las pioneras en nuestro país que realizó series para la cadena que dirige Vasile como ‘Hospital Central’, o en el Grupo Árbol (Globomedia), que era el principal proveedor del entretenimiento de Telecinco (‘Médico de Familia’, ‘7 vidas’, ‘El Informal’ o ‘Caiga quién caiga’)

Es decir, Vocento se convirtió en el segundo accionista de Telecinco e indirectamente en su principal proveedor. Pero la política errónea llevada a partir de 2005 por el grupo editorial les hizo deshacerse de sus acciones de Mediaset tras haber logrado bajo el Gobierno Aznar una licencia TDT que les acabó cegando. Porque tras el tímido nacimiento de la TDT y el fallido relanzamiento de Vocento en este sistema con La 10, toda suerte de productoras que tenía en sus manos acabaron como cáscaras vacías que se desvalorizaron a la vez que se quedaban sin proyectos en antena.

En los últimos años Vocento salió con pérdidas de Videomedia y agrupó bajo el sello Veralia a sus tres productoras: Europroducciones, que ha sobrevivido gracias a algunos programas para las cadenas autonómicas andaluza y manchega y que hoy ha renacido de la mano de TVE, cadena para la que preparan un serial diario, ‘Derecho a soñar’, sin descuidar otros encargos menores como la webserie ‘Colegas’ para su plataforma Playz. Por su parte Boca a Boca es la sombra de lo que fue y tan solo tiene en antena los proyectos liderados por Samanta Villar para Cuatro, de Mediaset. Y por último a Hill Valley no se le conocen proyectos desde hace años.

Este trío de productoras venidas a menos fue fusionada hace unos meses con Zebra y su filial asturiana, ambas propiedad de José Velasco, que en su día encabezó Globomedia y Zeppelin TV con éxito. La intención de Vocento es encauzar su negocio de productoras hacia la rentabilidad, ejercicio similar a los que encabezó con acierto Enríquez tanto con las licencias FM, hoy convertidas en negocio de la mano de COPE, como con las señales TDT, que son operadas por dos majors americanas para beneficio de los bolsillos de la editora de ABC, periódico que ahora tapa parte de sus pérdidas con el negocio de la televisión y de la radio, quién se lo iba a decir.