Riesgo latente en los mercados

Con los últimos movimientos vividos en los mercados, podríamos estar experimentando el comienzo de un año que ofrezca una alta volatilidad en la economía, desatando un ligero sentimiento de pesimismo a nivel general.

El índice de volatilidad conocido como Vix, ha mostrado en muchos momentos de los últimos meses una complacencia extrema, sin apenas movimientos. Sin embargo, en estos últimos días ha tocado niveles que no se obtenían desde la incertidumbre del rescate a Grecia igualados también en la crisis de las punto.com, aunque todavía muy lejano de los niveles mostrados en la gran crisis de las hipotecas subprime en 2008.

Tras darse a conocer los datos del mercado laboral en Estados Unidos, que comienza poco a poco a comportarse como en el pasado, se inició el proceso correctivo. Con una tasa de paro ínfima cumpliendo los objetivos previamente marcados, destacaron los ingresos por hora de los trabajadores que  aumentaron un 2,9% desde hace un año, siendo el incremento más importante desde 2009. Durante las sesiones siguientes vivimos días de alta intensidad, con caídas generalizadas en los principales selectivos bursátiles, destacando las importantes correcciones en Wall Street debido al miedo a la implementación de una política monetaria más restrictiva por parte de la FED.

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Además acabamos de conocer un rebote mensual del IPC estadounidense, superior al esperado, originado principalmente al incremento del precios de los combustibles, la ropa y las rentas. Así no sólo ascendió la inflación general, sino que también la inflación subyacente (no tiene en cuenta alimentación y energía) que se situó por encima de los  niveles esperados.

Como norma general, una subida de los tipos frenará las presiones inflacionistas porque, a mayores costes de financiación, menor consumo, lo que desencadenaría una serie de reacciones importantes. Acostumbrados a vivir con tipos de interés en mínimos históricos en Europa e inusualmente bajos en Estados Unidos, cualquier modificación por pequeña que sea podría desencadenar  una oleada continua de ventas.

Además afecta negativamente a la capacidad de financiación de empresas y particulares. Es decir, el tipo de interés de los préstamos personales que pedimos en las entidades será mayor, como también lo sería en el gasto de hipotecas. Dicen que el hombre es el único animal que cae dos veces sobre la misma piedra, y el excesivo endeudamiento actual en el sector inmobiliario, será una losa en muchas familias en caso de encarecerse progresivamente. Otros sectores que están en máximos históricos en EEUU, son los créditos en educación y en la compra de automóviles.

Como decíamos, para las empresas también sería altamente perjudicial, al financiarse a un tipo más caro, desplazándose el dinero a la renta fija. Por un lado, subirían los depósitos, aunque se quedarán lejos de los niveles previos a la pasada crisis de 2008, cuando se ofrecían al 4%. Además bonos y obligaciones soberanos y corporativos ofrecerían un rendimiento mayor, siendo cada vez más insistente la fuga de capitales de renta variable.

Pero lo más preocupante sería que en caso de seguir subiendo la inflación, la munición de los principales Bancos Centrales para atacarla quedaría muy reducida respecto a decisiones de épocas anteriores, donde las bajadas de tipos y los programas de compra se hicieron a niveles que no podríamos tener en nuestros días.

Manuel Pinto, analista de XTB