La resonancia mecánica amenaza los puentes

¿Quién no ha tenido nunca la sensación de movimiento en un puente mientras lo cruza? La realidad es que todo este tipo de construcciones oscilan ante el paso de personas, vehículos y por la fuerza del viento. Pero cuidado, un mal cálculo puede acabar en catástrofe y no es tan difícil que esto ocurra. La resonancia mecánica, la culpable.

En Madrid existen una gran multitud de puentes. Muchos de ellos corresponden al ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez -hermano del exministro y del ex presidente del Banco de España, Francisco Fernández Ordóñez-. Entre ellos, el paso superior sobre la Castellana o el puente sobre la calle Torrelaguna. Otro del que se sospecha su autoría, aunque está sin confirmar, es el del puente de la calle Joaquín Costa, que se eleva sobre López de Hoyos.

Precisamente este scalextric, situado muy cerca de Avenida de América, ha encendido las alarmas de algunos madrileños por su sospechosa oscilación. De hecho, existe la propuesta de un ciudadano en la página ‘DecideMadrid’ que sugiere soterrar este puente, como ya se hizo en su día con el de Cuatro Caminos.

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Este famoso puente que desemboca en la esquina donde se encuentra una de las más famosas y prestigiosas cafeterías de Madrid –Hontanares– tiene una estructura mixta, de metal y hormigón, que a la vista inspira consistencia, pero que al observar su ‘lomo’ la sensación es un tanto distinta. El paso levadizo cuenta con poco mantenimiento. De hecho, sólo se pintan los revestimientos inferiores para proteger el metal, según fuentes conocedoras del estado del puente.

De todos modos, los expertos en la materia calman las alarmas de los ciudadanos. «Todos los puentes han de moverse porque han de ser flexibles», afirma un reconocido ingeniero a MERCA2. A pesar de ello, entiende que las oscilaciones puedan provocar intranquilidad en el usuario -sobre todo en un paso como estos que no es peatonal y la circulación de vehículos durante el día es enorme-.

«El peligro de este movimiento se llama resonancia mecánica: es decir, que las frecuencias se vayan amplificando y generando un movimiento que acaba por derrumbar el puente«, explica el ingeniero. Lo cierto es que este fenómeno ya se ha visto en alguna ocasión y ha dejado imágenes tan impactantes como la caída del puente colgante de Tacoma Narrows, cerca de Seattle (Estados Unidos).

En el año 1940, pocos meses después de haber sido inaugurado el puente, un día de viento éste comenzó a ondear como si se tratase de una bandera. Después de una hora de sacudidas y vaivenes el puente de 1.600 metros de longitud se derrumbaba y caía hecho pedazos al agua. Este es uno de los casos donde la resonancia mecánica acabó con una majestuosa infraestructura.

Por el momento, este fenómeno no ha tenido lugar en Madrid -una capital con multitud de puentes como el de Segovia- por una sencilla razón: por el exhaustivo estudio que se realiza a la hora de construirlos. En cada puente de la ciudad se investiga el viento y la frecuencia del tráfico. Con estos datos sale una medida que determina las luces (distancias entre pilares). La distancia entre los mismos es regular e igual, para evitar la resonancia mecánica. En este sentido, en la gran mayoría de ocasiones lo que produce el movimiento del coche en el puente es precisamente la circulación de otro vehículo en el sentido contrario.

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Pero la oscilación no es el único problema de un puente que mira desde arriba a la calle López de Hoyos. La contaminación y el ruido que el mismo genera es una situación que molesta, y mucho, a los vecinos de la zona. Estos afectados pretenden acabar con un problema que en otro tramos como el de Cuatro Camino ya se acabó con el soterramiento del paso, hace una década.

La resonancia mecánica amenaza los puentes de Madrid.
Localización del puente de la calle Joaquín Costa.

«Es inconcebible que a estas alturas exista una avenida en forma de puente sobre elevado que pase a escasos metros de cientos de viviendas de vecinos que ven y escuchan pasar cientos de coches continuamente. Día y noche generando polución y ruido constante«, afirma un ciudadano en el la página DecideMadrid -perteneciente al propio Ayuntamiento de Madrid-.

Para acabar con este problema, el ciudadano sugiere realizar un túnel con dos carriles por sentidos -es decir cuatro-. Esto supondría el fin de uno de los pocos escalextric que aún quedan en pie en la capital. «Mejoraría la habitabilidad, el medio ambiente, el ruido y reduciría la contaminación de la zona que esta muy deteriorada por este motivo», explica el ciudadano que emite la propuesta.

La resonancia mecánica amenaza los puentes de Madrid.
Imagen del puente de la calle Joaquín Costa.

Lo complicado de todo esto es el presupuesto: 2,3 millones de euros. Pero para ello el afectado plantea realizarlo por fases. Primero la retirada del puente y segundo la creación del túnel subterráneo en años distintas, pero en una misma legislatura local.

PROBLEMA CON EL MANTENIMIENTO DE LOS TÚNELES

De momento, la propuesta es sólo es una idea que no se ha materializado, aunque de llevarse a cabo podría crear un nuevo problema al consistorio madrileño. Porque habría que sumar otro túnel al mantenimiento de la ciudad y este asunto ya es un quebradero de cabeza para el propio Ayuntamiento de Madrid. De hecho, en el mes de febrero y marzo fueron ochos los túneles que permanecieron cerrados por los problemas con su mantenimientos.

En concreto, seis tuvieron cortes parciales (Sor Ángela de la Cruz, Azca, Puerta de Toledo, plaza de Castilla, República Argentina y calle del Comercio) y otros dos (Pío XII y Alfonso XIII) fueron clausurados por completo. Las lluvias y las consiguientes filtraciones de agua obligaron al consistorio a cerrar o mantener sin uso los pasos por “seguridad”. Además, el problema no sólo sería para el Ayuntamiento, sino para Dragados, que es la empresa que se encarga del mantenimiento de los mismos.

LOS PUENTES NO SON UN PROBLEMA EN MADRID

Sea cómo fuere, lo importante es que los madrileños están a salvo de sufrir una caída de un puente en la capital. La resonancia mecánica no hará grandes estragos, aunque es inevitable sentir cierto respeto a una infraestructura que presenta una gran oscilación.