Reseteando los medios: la muerte del telediario es el síntoma

El 28 de diciembre de 2010 CNN+ cesaba sus emisiones tras once años de vida y Gran Hermano 24 horas ocupaba su señal. Este emblemático relevo fue uno de los iconos de la crisis de los medios. Ocho años después la crisis no se ha quedado atrás y la cancelación de ‘Noticias Cuatro’ tras trece años de vida también puede ser la fotografía de una época.

Cierto es que los informativos no son rentables, ni en televisión ni en radio. Pero los holdings mediáticos entendían que mantener noticieros les proporcionaba prestigio y se obligaban a elaborar este tipo de espacios como compensación a ocupar un espectro radioeléctrico público.

Es evidente que los ‘telediarios’ se han pervertido con el tiempo y se han convertido, especialmente en las grandes televisiones, en contenedores de sucesos sangrientos y de fútbol. Su labor irrelevante desde un punto de vista informativo se evidencia cuando los jefes de estos espacios son conscientes de que su audiencia depende de otros.

El «Rosco» de ‘Pasapalabra’, ‘¡Boom! en Antena 3 o el ‘Corazón’ que se emite antes del ‘Telediario 1’ ejercen de colchón, por eso hasta la TVE más progresista ha sido incapaz de evitar que se aireen las sábanas de toreros y folclóricas a la hora de comer. Aunque todavía hay algunos noticieros que todavía dotan de prestigio e influencia a las cadenas, véase ‘La Sexta Noticias’.

ADIÓS A ‘NOTICIAS CUATRO’

Paolo Vasile quiso tranquilizar esta semana al medio centenar de profesionales que ven peligrar su labor tras conocerse la cancelación de ‘Noticias Cuatro’ y les prometió que no iba a haber despidos. El CEO italiano explicó que «en estos dos años próximos nos jugamos los treinta. Como líderes, tenemos que cambiar para no morir».

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Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset

Esta traumática decisión pone de relieve la reconversión de los dos grandes grupos audiovisuales españoles, salvajemente castigados en el mercado bursátil pese a mantener facturación y beneficios. Ahora buscan dinero debajo de las piedras, han agudizado la producción a terceros y quieren optimizar recursos para tranquilizar a los asustadizos inversores mejorando sus números.

La veterana corresponsal Rosa María Calaf explicaba esta semana en #0 que «el problema está en que se mezcle un bien social, como es la información, con el hacer caja. No se puede mezclar la información con el negocio, y ese es el gran problema del periodismo».

Calaf señala que «cuando empezaron las grandes empresas periodísticas a ser interferidas por el gran capital, convirtieron a la noticia en una mercancía. Y la noticia no es una mercancía, es un derecho. Y, por tanto, no puede entrar en una cuestión de costos».

DE LA DEPRESIÓN A LA ESPERANZA

En Estados Unidos la inversión publicitaria se ha desplomado: en el año 2.000 se ingresaron 63.000 millones de dólares y en 2014 solo 23.000. Pero no todos sufren la desinversión: Facebook ingresa más que todos los periódicos norteamericanos y más del 80% de la facturación de Google proviene de la publicidad.

La depresión colectiva marcada por la incertidumbre publicitaria no se vive por igual en todos los medios: la inversión digital crece por encima de los dos dígitos, mientras que la televisión en abierto se atasca en un crecimiento plano.

¿La esperanza? Las alianzas publicitarias para compensar el dominio del duopolio digital y los muros de pago. En el primer caso Vocento, Prisa y Godó han alcanzando un acuerdo sobre publicidad programática. En el segundo, los muros de pago son la vanguardia en Estados Unidos, aunque no hay un solo medio español influyente que viva exclusivamente de ello.

Hay otras alternativas empresariales que no disfrutan de una gran popularidad en nuestro país. El cooperativismo se advierte como exótico (el mayor ejemplo es el periódico vasco Gara), y cualquier iniciativa pública siempre es mirada con comprensible precaución porque previsiblemente mutará en chiringuito del partido de turno.

LOS MEDIOS QUE FUNCIONAN

En los últimos tiempos han surgido periódicos digitales que no cuentan con la estructura mastodóntica del papel. Este hecho les ayuda a estar ligeros de equipaje y es por ello que las grandes exclusivas se publican en periódicos nativos digitales, conformándose el papel en la opinión o la influencia mediante exceso de publirreportajes y silencios.

Este clima ayuda a que las nuevas generaciones de periodistas salgan de la universidad cada día más domesticados, con la autocensura tatuada a sangre y fuego. La clave es servir una papilla insípida que no moleste, convertirse en entretenedores en vez de contar la verdad que molesta al poder.

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La dudas que anidan en la prensa están creciendo. por el modelo de negocio.

La otra opción es convertirse en un paria o sufrir un linchamiento porque «la libertad de expresión no lo resiste todo». Lo que no resistiría con una libertad plena es las componendas políticas, las mordidas de empresarios a cargos públicos, ciertas instituciones anacrónicas y la basura que anida en el Poder Judicial.

Son tiempos en los que se criminizalizan proyectos políticos que desagradan al poder, ayer Podemos y hoy Vox. Son tiempos de entreguerras en los que las fake news, el género periodístico más antiguo del mundo, son la excusa para quitar libertades. Son tiempos en los que sobran voceros que buscan falsos culpables y falta libertad para decir que todo se tendría que poder votar. Incluso el periodismo que queremos.