¿Sobrevivirán las renovables como valor refugio al Covid-19?

Asumido el parón de la economía que afecta a diferentes sectores productivos, las empresas empiezan a anticipar escenarios futuros a la salida de esta crisis. Desde el sector fotovoltaico, por ejemplo, se atisba un período postcoronavirus optimista para la industria solar, como “uno de los sectores que más rápido va a coger el ritmo y que será un valor refugio para los inversores“, según el criterio de Jordi Vega, director de Construcción de GRS, que añade “va a ser uno de los mercados que más fuerte va a repuntar”.

Las certidumbres que maneja la patronal fotovoltaica (Unef) y sobre las que proyecta sus previsiones son el fuerte impacto de esta pandemia en la economía, la oportunidad de la energía fotovoltaica como palanca para salir de la crisis, la necesidad de medidas específicas del Gobierno para apoyar la recuperación del sector, y que el autoconsumo saldrá más dañado y peor parado que las plantas en suelo o la fabricación de componentes.

Partiendo de estas premisas y afrontando el punto de inflexión que se deriva de la emergencia global, el segmento fotovoltaico y, por extensión, el sector de las energías renovables en su conjunto, perciben una salida a la crisis más tranquila que la de otras industrias más afectadas por el impacto de la pandemia, como por ejemplo el sector turístico.

LA ENERGÍA COMO VALOR REFUGIO

Pese a la irrupción del Covid-19, el de la energía, al igual que ocurre con la industria tecnológica, es un sector que siempre se ve obligado a salir adelante. Y puesto que la crisis sanitaria vino precedida por una crisis del petróleo, la inversión en energías renovables se posiciona como una opción mucho más atractiva. En caso de crisis, la electricidad sigue siendo un servicio demandado y se trata de un valor refugio que sigue en tendencia alcista de largo plazo.

Tal y como ha explicado a MERCA2 Joaquín Robles, analista de XTB, «podemos entender las renovables como valor refugio para los próximos años en el sentido de que los principales países del mundo han adquirido un compromiso en materia energética que exigirá unas inversiones para su cumplimiento«. En España, el objetivo es pasar del 25% de la electricidad procedente de fuentes renovables, al 75% en el año 2030.

En este periodo de volatilidad e incertidumbre, se espera que se comporten mejor ciertos valores energéticos vinculados a las empresas que tienen un componente renovable, por el respaldo regulatorio. «La energía tiene ese componente defensivo» y dentro del sector «las renovables adquieren una posición muy dominante» pese al descenso de la demanda energética por la paralización de la economía decretada, porque el consumo de energía se reduce de manera notable, pero no se deja de consumir en ningún momento, porque aumenta la demanda doméstica.

Robles recuerda que, en general, en los proyectos fotovoltaicos «hay un retorno positivo a largo plazo», porque la inversión inicial es muy alta. En este sentido, coincide también con la patronal fotovoltaica sobre el parón para las instalaciones pequeñas de autoconsumo, «las pymes van a sufrir más, obviamente», mientras que las grandes plantas «no se verán tan afectadas, en parte, por el compromiso político de alcanzar unos objetivos en producción eléctrica con renovables».

Y en este sentido, las últimas noticias que llegan desde Bruselas respaldan a las renovables como un valor estable y seguro. De hecho, la Comisión Europea (CE) terminaba la semana pasada anunciando que seguirá trabajando para elevar los objetivos climáticos de la Unión Europea (UE) en el horizonte de 2030 pese a que haya sido aplazada a 2021 la cumbre del clima de Naciones Unidas (COP26) programada inicialmente en noviembre en la localidad británica de Glasgow.

Estos objetivos están fijados actualmente en una reducción de al menos el 40% de las emisiones de CO2 con respecto a los niveles de 1990, un 32% de consumo de energía renovable y una mejora del 32,5% en eficiencia energética. Pero Bruselas estaba estudiando los planes nacionales presentados por cada uno de los países de la Unión Europea para elevar esa ambición.

La Comisión Europea se ha fijado el objetivo de conseguir la neutralidad climática de la UE en 2050, es decir, que sólo emita en su territorio tanto CO2 y equivalentes como sea capaz de absorber.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.