Así puede Renfe sacar a Talgo de la vía muerta

Más de 423 millones de pasajeros durante 2017 (un 3,6% más que el año anterior) son los que transportaron los 750 trenes de Cercanías que prestan servicio. Un material rodante que ya va teniendo sus años: los más ‘modernos’ ya han soplado velas durante quince años y los más ‘veteranos’ cerca de la treintena. El Gobierno va a aprobar antes de que acabe el año (previsiblemente en el Consejo de Ministros que se celebre en Barcelona el 21 de diciembre, como un guiño a Rodalies) el contrato-programa con Renfe para rejuvenecer más o menos la mitad de la flota. Y varias son las compañías que esperan como agua de mayo el pistoletazo de salida: CAF, Talgo, Alstom y Bombardier.

Ya se sabe que este tipo de firmas dependen en gran medida del desembolso del Estado. Y también es muy habitual que acaben decantándose por aquellas que desarrollan su actividad en territorio patrio.

Ahí Talgo parte con cierta ventaja aunque desde el Gobierno ya han adelantado que optará por dividir el contrato de 3.000 millones de euros. Pan para todos. Aunque no es la primera vez que Talgo se lleva la mejor parte. Así, la empresa española, que en 2016 atravesaba una fuerte crisis debido a las cancelaciones de pedidos y a los malos resultados que estaba cosechando en Bolsa, ya fue la elegida por Renfe para fabricar 30 trenes de Alta Velocidad, lo que la sacó de la ‘vía muerta’.

Los ingresos, los beneficios y el ebitda llevan tres años en descenso. El mantenimiento compensa las menores ventas

La situación en la actualidad no es tan crítica, pero todavía usando un símil ferroviario, no circula por las vías de la alta velocidad. Así, durante los nueve primeros meses de este año, los ingresos netos de Talgo alcanzaron los 236,8 millones de euros (73,7 millones en el tercer trimestre), lo que refleja un menor ritmo de fabricación que se compensa por la actividad de mantenimiento. Aproximadamente dos tercios de la cartera corresponde a este servicio, sinónimo de ingresos y generación de caja estables y recurrentes.

Si lo comparamos con el mismo periodo de años anteriores, los ingresos han ido decreciendo, desde los 444,5 millones de 2016, a los 300 millones de 2017, y los ya citados 236,8 millones en 2018.

Por lo que se refiere al ebitda ajustado, ascendió a 48,6 millones de euros en los nueve primeros meses de 2018, por debajo de los 71,3 millones de 2017, y de los 89,6 millones de 2016.

Y el beneficio neto ajustado cayó desde los 50,4 millones de euros en los primeros nueve meses de 2016, a los 41,9 millones de 2018, y los 21,1 millones de 2018. Un descensio que, según la compañía, se debió al mayor volumen de avales dispuestos temporalmente. “Los mayores gastos financieros se esperan que disminuyan a medida que se entregan los principales proyectos y se cancelan los correspondientes avales”, apuntan.

De enero a septiembre, las nuevas adjudicaciones ascendieron a 116 millones de euros, y tiene presentadas ofertas en licitaciones adicionales por un valor que supera los 1,3 billones de euros. En dichas ofertas no se incluyen la renovación de los trenes de Cercanías.

EL FUTURO DE TALGO

El comportamiento de la acción de Talgo durante 2018 está siendo positiva, ya que desde comienzos de año ha subido un 13,4%. El máximo lo alcanzó en el mes de abril, cuando llegó a rondar los 5,8 euros. Desde entonces, ha caído un 13,9%.

En estos momentos la compañía está inmersa en un programa de recompra de acciones propias cuya finalidad es la de adquirir un máximo de 22,5 millones de acciones. La duración de dicho plan será de hasta 18 meses.

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Cuatro son los pilares sobre los que la compañía tiene previsto alcanzar sus objetivos de rentabilidad de cara al final del año como un ebitda del 20%. Por un lado, Talgo espera que los ingresos reflejen el ritmo de fabricación programado de los proyectos en curso. Por otro, estabilidad y recurrencia en los proyectos de mantenimiento (crecen a ritmos del 6%); un mayor esfuerzo que de un empujón a la actividad de mantenimiento pesado y equipos de mantenimiento; y, por último, fortalecer la actividad comercial para aumentar la cartera de pedidos a corto y medio plazo.

Diferentes voces han mostrado su desacuerdo con este plan lanzado por el Ejecutivo de nueva compra de convoyes de la que se pueden beneficiar empresas como Talgo. Consideran que más que renovar la flota de trenes, cuya vida puede llegar hasta los 30 años, son necesarias otra serie de actuaciones como el mantenimiento de las vías y de los propios trenes.