El precio de una vida y el de un iPhone: el vídeo de la paradoja

El vídeo tiene casi un año, pero se ha hecho viral en Twitter estos días. El número de muertos por coronavirus no para de aumentar y el debate está más activo que nunca. Alexandria Ocasio-Cortez, la mujer más joven elegida en la historia del Congreso de Estados Unidos y nacida en el Bronx, habló de manera rotunda durante un debate sobre la medicina en EEUU sobre cuál es el precio de la vida humana.

Un legislador republicano dijo que las compañías médicas tenían el mismo derecho a generar beneficios que las empresas tecnológicas cómo Apple y la congresista demócrata le respondió.

¿Qué precio tiene una vida? Si a alguien le preguntaran cuánto pagaría por estar vivo o cuánto pagaría por vivir, la respuesta sería todo. Depende de las circunstancias de cada uno, del país… habría gente que contestaría 10 dólares, 1.000 dólares o se endeudaría.

Es decir, “harían cualquier cosa por seguir vivos”. Y por eso el precio de la medicina es diferente al de un iPhone. Esa es la conclusión de un vídeo que tiene millones de reproducciones en Youtube y otras redes sociales, y que además está compartiéndose más que nunca estos días.

LA HISTORIA DE AMY

La congresista aprovecha su intervención para explicar la historia de una mujer que se llama Amy Vilela y su hija. “Hoy temprano hemos escuchado un alegato apasionado sobre los beneficios y sobre como compañías como Apple tienen derechos a disfrutarlos”, relata.

“Conozco a una mujer que se llama Amy Vilela y su hija, que murió porque fue a un hospital y les contó que no tenía seguro” añade. En el hospital le dijeron “vuelve en un mes cuando tengas un seguro”. Pero el coágulo no esperó un mes y su hija murió a los 22 años.

La señora Vilela dice que un móvil es una mercancía, pero la vida de su hija no lo era. Las vidas de la gente no son mercancía. Hay un término en la economía que se llama “curva de demanda con elasticidad”, señala.

Con cualquier otra mercancía puedes decir ¿cuánto vale para ti este teléfono? Y responder “100, 200 dólares o comprarte un Nokia, o no tener un teléfono”. Pero no hay precio para vida.