Alargar el período presidencial: ¿por qué es una idea que tiene sentido?

Leonid Bershidsky para Bloomberg

Las próximas elecciones alemanas pueden ser las últimas en un ciclo de cuatro años. Los partidos ahora representados en el Parlamento están de acuerdo en que los períodos de gobierno deben extenderse a cinco años. Y las probabilidades de que no haya cambios en Alemania hasta 2021 son altas. Sus argumentos son válidos para muchos países.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la República Federal de Alemania sólo ha tenido ocho cancilleres, y tres ellos sirvieron por más de una década. Angela Merkel igualará el récord de 16 años de Helmut Kohl si triunfa la semana que viene, pero a diferencia de Rusia, donde el mandato presidencial se extendió de cuatro a seis años en 2008, el consenso alemán no trata de dar una vida más larga a sus líderes. Se trata del sentido común que la clase política alemana demuestra orgullosamente al resto del mundo occidental en tiempos populistas.

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El partido de Merkel, la Unión Demócrata Cristiana, señala que la campaña electoral toma tiempo productivo de un gobierno, y las negociaciones para formar coaliciones post comiciales aún más. Estas conversaciones duraron 86 días en 2013 y esta vez pudiera ser peor. En los Estados Unidos esto no es un problema, pero las campañas son increíblemente largas. Desde que Ted Cruz apareció como el primer candidato, la campaña duró 597 días.

Los socialdemócratas, socios de la coalición de Merkel, indican que algunas leyes son tan complejas que requieren gran tiempo de deliberación. Eso es un argumento que deberían escuchar los estadounidenses. Un nuevo Presidente generalmente sólo tiene una oportunidad de dos años antes de las elecciones del Congreso a mitad de período, que a menudo lo dejan luchando contra una legislatura hostil. Por tanto, los republicanos son impotentes en el cuidado de la salud: saben que no tiempo para elaborar propuestas aceptables, pero intentan precipitados planes porque odian el status quo.

Para aumentar la participación en los comicios, la frecuencia electoral debe reducirse

Los partidos más pequeños de Alemania, como Die Linke y los Greens, esperan combinar un período legislativo más largo con más elementos democráticos, como los votos populares. Si estos partidos quieren tener más votos directos, tiene sentido disminuir la frecuencia de las elecciones, porque la alta frecuencia de votos deprime la participación, como lo describió el científico político Richard W. Boyd en los años 80. Más recientemente, Sebastián Garman, de la Universidad de Dortmund, ha aportado sólidas evidencias en apoyo del vínculo causal entre la frecuencia electoral y la participación.

Para aumentar la participación, la frecuencia electoral debe reducirse. Esta afirmación es pertinente para países en los que, por ejemplo, se celebran elecciones locales y nacionales en días diferentes, como en Canadá, Alemania, España o el Reino Unido. Además, es relevante para países como Estados Unidos o Suiza, que tienen una frecuencia muy alta de contiendas.

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Incluso así, Alemania tiene un problema de participación. En la mayor parte de la historia de la posguerra del país, más del 80% de los votantes tomaron parte en las elecciones federales, pero en las dos últimas, esa proporción cayó al 70%.  Incluso puede caer más bajo el 24 de septiembre si deciden que la ventaja de Merkel es tan amplia que no tiene importancia acudir a votar.

Esta creciente apatía todavía no atrae a Alemania cerca de los Estados Unidos, donde entre 50% o 60% de los ciudadanos suelen acudir a una elección presidencial, a pesar de la implacable propaganda de los medios y miles de millones de dólares gastados en persuadir a la gente a votar una u otra forma. Cambiar los ciclos electorales no cambiará esto. Garmann encontró que no había efecto de fatiga electoral. “Eso se desvanece aproximadamente seis meses después de las elecciones”. Hay otras razones, como el coste.

Australia tiene un período presidencial de apenas tres años

Los ahorros presupuestarios son parte de la razón por la que la ciudad alemana de Bremen ha introducido una medida para incrementar el mandato de la legislatura estatal de cuatro a cinco años. No puede haber elecciones más costosas que las del sistema americano. Una menor frecuencia podría moderar el enorme desperdicio de recursos en la saturación de propaganda política.

No es accidente que, a escala mundial, más países tengan un ciclo electoral de cinco años a uno de cuatro, y sólo un puñado haya adoptado períodos aún más breves. Estos países sufren de una actividad política frenética e infructuosa. Australia, con sus términos electorales de tres años, es un ejemplo, pese a que ahora busquen pasar a cuatro años.

Claro, es un mal momento en los Estados Unidos para discutir el cambio del ciclo electoral. La mitad del país no puede esperar más para deshacerse del presidente Donald Trump, pero con comicios menos frecuentes, los estadounidenses podrían escoger más cuidadosamente. Añadir sólo un año al ciclo no hace que los políticos sean menos responsables, pero podría contribuir a una política más sana. Los alemanes, al menos, pretenden averiguarlo.