Sánchez quiere fotografiarse con Rajoy, pero no con Rivera

Era la foto que necesitaba el país a la vista de los acontecimientos de los dos últimos días y, sobre todo, como advertencia por lo que va a ocurrir en los siguientes: Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera. Los tres juntos, en el Palacio de La Moncloa, haciendo frente sin fisuras al desafío independentista del Govern de la Generalitat y denunciando el atropello democrático que se ha producido en las últimas horas en el Parlament.

Pero no pudo ser. Albert Rivera, líder de Ciudadanos, fue el impulsor de un gesto que hubiera tranquilizado mucho a todo el país. Se lo dijo a Mariano Rajoy que lo vio oportuno, y en Moncloa llamaron a Ferraz. Pero se encontraron con una negativa: Sánchez quería foto con Rajoy, pero no con Rivera. Así que tendría que ser por separado, primero el líder del PSOE, el jueves por la mañana; y después el de Ciudadanos, por la tarde.

Total, para decir los dos lo mismo: que cerraban filas con el Gobierno de la Nación en la defensa del Estado de Derecho y que respaldarían todas y cada una de las medidas que el Ejecutivo llevara a cabo para frenar el proceso independentista. Entonces, ¿porqué no pudo ser? Es verdad que la foto de cada uno de ellos con Rajoy y los posteriores discursos son igual de tranquilizadores, pero esa foto hubiera tenido un impacto mediático mucho mayor, dentro y fuera de España.

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Pero Pedro Sánchez no quiere aparecer con Albert Rivera en ninguna foto. Sabe que el líder de Ciudadanos no le va a ayudar a llegar al poder, y no le perdona que haya dado su voto favorable a Rajoy para que el líder del PP siga en el Gobierno. Además, lo suyo es un acuerdo con Pablo Iglesias, al que sigue rondando para llegar a pactos entre el PSOE y Podemos e. Incluso, intentar de nuevo una moción de censura si se diera el caso.

De ahí que Sánchez haya pedido a Rajoy que atraiga a Iglesias también al cierre de filas en defensa de la legalidad constitucional. Lo que ocurre es que Iglesias tiene el alma partida entre los votantes independentistas de su partido y los no independentistas, y no sabe a que carta jugar, de ahí esa ambigüedad que le impide estar en ninguna parte, ni con unos ni con otros. Diga lo que diga Sánchez, con Iglesias no se puede contar.

Y ocurre que además Iglesias tampoco puede ver a Rivera. Así que las inquinas personales, los intereses partidarios, han vuelto a estar por encima del interés general y el bien común. Este es el problema de España y lo seguirá siendo. Seguimos teniendo unos políticos cortoplacistas y mediocres, incapaces de ver más allá de sus narices y sus propios intereses personales. Y eso ha permitido que avanzara el separatismo.