La tremenda odisea de ganar un euro escribiendo poesía

La poesía está de moda, cuenta con un público fiel, pero no vende. Además, los poetas normalmente tienen un ‘plan B’ y la mayoría están pluriempleados. No viven de sus poemas. Esta es la triste realidad del sector de la poesía en el mercado literario.

Porque un poeta no se gana la vida escribiendo poesía. Es un género que apela más a lo romántico que a lo comercial. “Puede ganar de un ocho a un diez por ciento del coste sin IVA de cada ejemplar vendido”, asegura Jaime Romero, de la editorial Arma Poética. En el caso de un libro que cueste 15 euros, y se vendan 100 ejemplares, el autor obtendría 150 euros de beneficio. Da para poco.

Por su parte, Javier Sánchez, poeta y editor en La Isla de Siltolá, aclara que “los poetas que viven de la literatura suelen hacer otras cosas, escribir y publicar otros géneros, colaborar en medios, y acudir a lo que se denomina como “bolo”, es decir, jurado de premios, lecturas, conferencias o intervenciones”.

Ganan poco. Si no, no estarían pluriempleados”, sentencia Martín Lucía, poeta y editor de Ediciones en Huida. “Sólo dos o tres son éxitos de ventas”, remata el editor Antonio Abad, de Maclein y Parker.

Los editores de poesía no piensan en el negocio de la poesía en sí, tan solo se limitan (o se deben limitar) a editar literatura

Entonces, ¿es un buen negocio editar poesía? Parece que no. Javier Sánchez explica que “los editores de poesía no piensan en el negocio de la poesía en sí, tan solo se limitan (o se deben limitar) a editar literatura. Y el negocio está hecho cuando cumples los objetivos de satisfacción”.

“La realidad es que hay más lectores de narrativa que de poesía, con lo cual, en cuanto a ventas y rentabilidad, no es un buen negocio”, aseguran en Maclein y Parker.

Arma Poética responde de forma más contundente, si cabe: “La edición de poesía queda reducida a un nicho familiar y amistoso del autor, con poca o nula proyección por sí sola”. O, lo que es lo mismo, los libros los compran los padres, hermanos y amigos, si llega el caso.

La poesía va por libre

Aunque la poesía no sea un negocio rentable, sí que tiene un público detrás. Cierto que es muy reducido, pero también es muy fiel. Es minoritario, pero enormemente leal. Son muy pocos, pero muy adeptos. El espaldarazo para un autor es dar con un gran sello editorial que marque una pauta de comunicación.

No se vende poesía, pero en cambio los catálogos no dejan de crecer en las editoriales. Y es que la poesía es mucho más que un género literario. Funciona al margen del mercado. Va por libre.

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La poesía es evasión. Los poemas tocan directamente la fibra sensible. Van directos al corazón. ¿Lo emocional vende? La respuesta a esta pregunta también ofrece diferentes opiniones. “Lo emocional es directo y hace que pensemos poco; y el vacío vende mucho más que el contenido. Pero la poesía no debe ser emocional, debe ser poesía”, argumenta Javier Sánchez.

Por su parte, desde Ediciones en Huida matizan diciendo que “lo que vende es la buena literatura. Lo emocional, mal escrito, no vende por mucho que apele a lo sentimental”. Para Maclein y Parker, “lo emocional siempre vende, sea narrativa o poesía”. Para Arma Poética “por sí solo no vende. Sí, si está acompañada de una narración comercial y artificial, sin nivel”.

Un ‘boom poético’ en las redes

Sea como fuere, lo cierto es que aunque la poesía no sea un negocio con el que el poeta se gana la vida, está de moda. Hoy en día, Internet y las redes sociales juegan un papel fundamental.

“En la actualidad, la gente más joven se está acercando a la poesía y parece que hay un repunte del género. Los poetas son más accesibles a través de las redes sociales, utilizan un lenguaje más cercano, temas que conectan con este público”, explica Antonio Abad.

Detrás de la edición de poesía normalmente están las pequeñas editoriales. Sin embargo, “los ‘viejos dinosaurios’ y alguna nueva editorial han visto un filón en los poetas que están por las redes sociales”, critican desde Ediciones en Huida.

Javier Sánchez advierte que siguen siendo las pequeñas editoriales las que están detrás de la edición de poesía: “Las grandes y las multinacionales han llenado el mercado de basura”.

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En este sentido, los editores tienen la difícil labor de diferenciar los buenos libros de poesía de los malos. ¿Cómo se hace el filtro? “Como abunda lo mediocre, lo que merece la pena se suele ver enseguida”, arguye Sánchez.

“Lo más importante para nosotros es que el autor tenga una voz poética propia, potente. En poesía es importante la trayectoria del poeta, ver cómo ha evolucionado, sus obras anteriores, su compromiso con la poesía”, explican desde Maclein y Parker.

En Arma Poética se hacen varias preguntas: “¿Buenos libros son los que se venden? ¿Buenos libros son los que los autores son famosos? ¿Los buenos libros son aquéllos que median entre rentabilidad y calidad literaria? Contestando a esta última pregunta, es sumamente difícil, ya que como editor tienes una línea estética muy marcada. Pero al leer cientos de bocetos y manuscritos, ves en el léxico, en la arquitectura narrativa, en el propio vocabulario, en la forma de expresión de lo escrito o en la trama lo que realmente valoras”.

Donde todos se ponen de acuerdo es que el libro electrónico (e-book) no se ha desarrollado suficientemente para triunfar en España. La poesía, lo que se lee y se vende, es en papel.

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Lo que sí parece que abundan son los certámenes de poesía y sus premios. Sí, aunque pueda parecer mentira, los poetas también tienen sus ‘Planetas’ o ‘Nadales’. “Existen muchos en España y también en Sudamérica. El más importante es el Premio Loewe y el Premio Nacional de Poesía. Pero, ¿quién lo recordaría?”, se terminan preguntando desde Arma Poética.

Martín Lucía se muestra muy escéptico: “Hay muchísimos, pero limpios muy pocos, desgraciadamente”. Mientras que Maclein y Parker son fieles a sus principios: “Nuestra editorial está bastante alejada del tema premios y certámenes. No creemos en esta fórmula”.

La poesía parece subsistir en una especie de burbuja cuyo núcleo central es el romanticismo. No vende, pero tampoco lo necesita. Es un género que vive de espaldas al negocio literario, al de los grandes bestsellers. Pero cuenta con un poder que es más fuerte que la propia venta: su público. Lectores fieles, que muchas veces buscan en los poemas un refugio en el que protegerse de los avatares de la vida. Por ello, y como dicen desde Ediciones en Huida, “siempre habrá lectores de poesía”. Y, por ende, poetas y libros.