Michael Moore reza porque Obama pinchase el teléfono de Trump

El documentalista estadounidense Michael Moore, uno de los pocos intelectuales que predijo la victoria de Donald Trump en las pasadas elecciones presidenciales de EEUU, ha llegado a afirmar que reza para que Obama tuviese pinchado el teléfono de Trump.

Moore publicó después un texto más largo en el que explica los motivos detrás de su argumento. A su juicio, Trump está intentando apropiarse de la historia del pinchazo de su oficina, pintándose como la víctima, cuando en realidad los servicios de inteligencia estadounidenses pudieron obtener información comprometida sobre su relación con los rusos.

Reproducimos a continuación el texto completo:

¿’Pinchó’ Obama el teléfono de Trump? Esperemos que sí.

Si te pareces a mí, no sientes amor por el FBI, la NSA o la CIA. Si eres de mi generación, sabes que a menudo son instituciones malignas. El FBI espió a Martin Luther King para detener sus actividades pro derechos civiles. La NSA recibió órdenes de inventarse cosas sobre Irak para que Bush pudiera empezar una guerra. La CIA ha hecho que se asesine a líderes de países y que se derroque a  presidentes elegidos de forma democrática (Irán, Chile, Guatemala). Estas organizaciones secretas, durante años, han hecho tantas cosas en nuestro nombre que han hecho mucho daño a buena gente y a movimientos aquí y allá, por todo el mundo. Espiaron a americanos corrientes cuyo único crimen fue asistir a una protesta. Como tú. Como yo. (Todavía tengo que pedirles el archivo que elaboraron sobre mí. Me lo enseñaron una vez en la NBC –se lo ofreció la General Motors en un intento de la compañía de impedir mi primera aparición en el Tonight Show, en 1990. Sí, es una historia muy loca como para estar seguro, pero una sobre la que escribiré en alguna otra ocasión porque, en estos momentos, tenemos temas más importantes que discutir).

La loca oleada de tuits a las 6:30 de la mañana de ayer (por el sábado 3 de marzo N. del E.) puede no haber sido una locura en absoluto. Bajo la presidencia de Obama, estas agencias de inteligencia se mantuvieron bajo control de alguna forma. Y digo “de alguna forma” porque está claro que al director del FBI, James Comey, se le permitió atacar a Hillary Clinton.

Pero si la administración Obama tuvo pruebas de que la campaña de Trump “estuvo en constante contacto con oficiales rusos y espías bien conocidos”, y si había ya pruebas de que los rusos habían hackeado nuestro proceso electoral, no sólo es posible que el Departamento de Justicia o el aparato de seguridad nacional decidiese obtener una orden para profundizar más. Creo que los americanos más patrióticos coincidirán conmigo en que la administración Obama TENÍA LA OBLIGACIÓN de ordenar la instalación de los micros debido a que se había producido un acto de traición –El personal de campaña de Trump alineándose con Rusia para cambiar el resultado de nuestras elecciones–.

Si algún pinchazo ha estado alguna vez justificado -y diría que RARAMENTE lo están- esta sería una ocasión en la que deberíamos DESEAR que nuestro Gobierno estuviera cuidando de nosotros y protegiéndonos.

Colar al embajador ruso a través del sótano de la Trump Tower -el hogar de Trump-, llevarle a los pisos superiores y decir a continuación que Trump “nunca se reunió con el embajador” cuando los rusos estaban en su propia casa (!), sería lo bastante grave para mí como para querer investigar más. Mucho más.

Trump intentó ayer ponerse al mando del escándalo sobre Rusia afirmando que ÉL es la “víctima” del presidente Obama. Un movimiento inteligente de un hombre inteligente. Haz que parezca que las grabaciones son el crimen en lugar del crimen REAL que los micros iban a exponer: la alianza ilegal entre la campaña de Trump y oficiales de inteligencia rusos.

Trump sabe que los sabuesos están cerca y le siguen el rastro, y este pase Ave María (una jugada de fútbol americano que consiste en que el quarterback lance el balón muy lejos y a la desesperada  con la vana esperanza de que algún receptor lo capture N.del E.) puede parecer muy loco. Pero como el resto de las locuras que le llevaron a la Casa Blanca. Sí, está loco.

Loco como un zorro.