Los niños del Ibex no quieren ser políticos

R.I.P. El Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) ha cerrado sus puertas para siempre. Lo ha hecho casi en silencio, intentando pasar desapercibido, pero la realidad es que su clausura era esperada por todos. Durante el año pasado apenas tuvo actividad, sus miembros ni se reunieron, y muchos de sus componentes rechazaron relevar al frente de este lobby a César Alierta cuando éste decidió dejar paso en Telefónica a José María Álvarez-Pallete.

Uno de los que dijo que no le interesaba liderar esta oposición a la CEOE fue el presidente de  Inditex, Pablo Isla, hombre que -al igual que el fundador Ortega- no gusta tener gran protagonismo. Así que poco a poco este think tank montado a imagen y semejanza de César Alierta y Emilio Botín ha ido perdiendo fuelle. Un aire que dejaba de llegar a medida que la situación económica mejoraba pero, sobre todo, a medida que el Gobierno Rajoy cerraba la puerta a los cantos de sirena de que allí mandaban. Y es que, en contra de lo que muchos dicen, al gabinete del presidente del Gobierno no le gusta nada que se le vincule con el Ibex. Y al final, eso era el CEC, el lobby del Ibex35, ya que 11 de sus compañías militaban en sus filas.

consejo_empresarial_competitividadUna situación contraria por completo a la que vivieron con Zapatero. Aquellos eran los años de grandeza, en los que Alierta, Botín, Álvarez, González, Fainé y compañía campaban -casi a sus anchas- por el Palacio de La Moncloa. Lo recuerda el profesor José Ramón Pin en Merca2 «crearon un lobby que no es tal. Eran empresarios metidos a políticos, y eso no puede ser. Zapatero -dice con sorna- a tus zapatos». Y así fue. Tras la muerte de Emilio Botín, su hija Ana se hizo con las riendas del Santander y nunca vio con buenos ojos la presencia del banco en su Comité. Sin embargo, la larga mano de D. Emilio era y sigue siendo alargada. Así que decidió optar por el perfil bajo.

Idéntico mensaje al que llegó desde El Corte Inglés cuando Dimas Gimeno pasó a capitanear la nave de los grandes almacenes. ¿Política? ¿Qué es eso? Y así sucedió con Creuheras en Planeta y -por último- con Pallete en Telefónica. Los ‘niños’, los ‘jovencitos’ no quieren parecerse a papá y no quieren jugar a ser políticos. Todo lo contrario. Ellos son financieros, empresarios, y quieren centrarse en lo que realmente les interesa: los números, los empleos y la rentabilidad de la compañía.

Pero, ¿qué es el CEC?

Un Consejo que nacía en 2011 en plena crisis económica y con la única intención de explicar la fortaleza de las empresas -y por ende- de la economía española alrededor del mundo. «¡Todo para ayudar al Gobierno!», exclama Pin, quien insiste una y otra vez en que «los empresarios no son políticos y los políticos no son empresarios, por lo que estaba cantado que iba a terminar desapareciendo». Además, no hay que olvidar que no estamos hablando de unas empresas cualquiera, suponen cerca del 35% del PIB español. Todas ellas con peso suficiente como para descolgar un teléfono y que alguien en Moncloa responda casi de inmediato. ¿Por qué estar aliados en un lugar en el que -además- todas ellas tienen intereses contrapuestos?

Es la gran pregunta. Los tiempos cambian. Los niños no quieren ser políticos, y los papás que quedan tampoco están muy por la labor de seguir en el frente. Máxime cuando a muchos de ellos, Francisco González (BBVA); Florentino Pérez (ACS); Juan Roig (Mercadona) o Antonio Brufau (Repsol) se les empieza a buscar el relevo en su propia casa. Tendrán que dar un paso al lado más pronto que tarde, y ellos lo saben.

Así que, con seis años e innumerables informes sobre las medidas que deben aplicarse para dejar dejar el paro en el 10% (con gran cabreo del Gobierno), el CEC echa el cierre tras haber «ayudado a mejorar la imagen internacional de España y a su recuperación económica desde el terreno de las ideas», dice el último comunicado emitido. Al que, por cierto, hay que añadirle una frase más «objetivo cumplido«. Firmado: César Alierta, último y único presidente del Consejo Empresarial para la Competitividad.

¿Realmente ha servido de algo este organismo? Pues es difícil saberlo. Si uno echa un vistazo a los índices de competitividad del Foro Económico Mundial se puede ver cómo nuestro país en 2010 ocupaba el puesto 33; el mismo que en 2016. Por tanto, quiere decir que de poco han servido sus consejos -o que no tenían tanta influencia como presumían que podían tener-.