La nueva ITV, un nuevo problema para los diésel y para el bolsillo

Tras el cambio de normativa que entró en vigor el pasado 20 de mayo, la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) vuelve a sufrir variaciones. En este caso se centra en los modelos diésel y en sus niveles de emisiones. Un nuevo problema para este tipo de automóviles que puede desembocar, muy previsiblemente, en un encarecimiento para el usuario.

Por si no fuesen suficientes las pegas, la ITV se suma a los hándicap para no comprar un coche propulsado por gasóleo. A partir de esta semana se implanta en los exámenes a los automóviles el sistema de diagnóstico a bordo (OBD). Esta tecnología permite el acceso a la centralita electrónica de los vehículos. De esta manera, el control de emisiones de gases de los coches será más exhaustivo.

Los diésel tienen que tener instalado, desde 2003, una toma de diagnosis que permita acceder a la centralita del automóvil. En los coches gasolina, este conector ya es obligatorio desde el 2000. Por ello, con la OBD, las estaciones de la ITV tendrán acceso a la válvula que redistribuye los gases de escape del vehículo.

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El problema radica en que hasta ahora el fabricante era el responsable de configurar dicha válvula. De esta manera, las compañías podían aumentar o disminuir las emisiones de dióxido de nitrógeno (NOx). Aun así, estas válvulas podían ser manipuladas de forma sencilla por cualquier experto.

Además, en caso de avería, en muchas ocasiones se cerraba y así se evitaba el coste de su reparación, que asciende a más de 1.000 euros. Por ello, las emisiones del vehículo se disparaban. Con la nueva regulación, este procedimiento no se puede llevar a cabo, ya que es un motivo para no superar la ITV.

Tal como explican desde la Asociación Española de Entidades Colaboradores de la Administración en la Inspección Técnica de Vehículos (AECA-ITV), no se trata de un nuevo sistema de control de emisiones, ni se van a medir nuevos contaminantes, “sino que a través del OBD se va a comprobar que el sistema de control de emisiones que incorporan dichos vehículos no presenta errores ni averías. También se comprobará que no ha sido manipulado ni presenta desconexiones o desmontajes fraudulentos”.

Los automóviles que se someterán a este nuevo examen son los modelos con homologación Euro 5, Euro 6 y Euro VI. Es decir, vehículos ligeros matriculados a partir de 2011 y vehículos pesados que fuesen entregados a partir de 2015.

MÁS CARA Y ESTRICTA

Todas estas novedades podrían traer consigo un encarecimiento de las inspecciones. Debido a la compra de nuevos equipos para realizar el diagnóstico OBD, es probable que los centros decidan subir sus tarifas para hacer frente a este nuevo gasto. En este sentido, el presidente de AECA-ITV, Luis Ángel Gutiérrez Pando, ha señalado que debido a su precio, relativamente barato, ese incremento no debería darse.

Además, en la actualidad los fabricantes cobran por acceder a las centralitas de los vehículos a los talleres que no son de marca, por lo que esto haría que se encareciesen las inspecciones en este tipo de centros.

Otro de los cambios que también entra en vigor es la posibilidad de pasar la ITV en un segundo centro. De esta manera, si se suspende el examen en una estación, podrá repetirse en otra diferente.

Por su parte, los modelos diésel también estarán sometidos a un mayor control de los sistemas de seguridad. Por ello, se verificarán elementos como el airbag, el ABS o el sistema de identificación. Este diagnóstico a bordo también servirá para descubrir posibles manipulaciones en el cuentakilómetros.