La metamorfosis de los partidos políticos a agencias de empleo

Lo de pasar de humano a insecto es algo muy raro, y que sólo se podía ocurrir a una mente como la de Kafka (la verdad es que hay algunos que…). Sin embargo, lo ocurrido en los últimos veinte años en los partidos políticos daría para escribir varias obras y ensayos, y además no es tan inverosímil como la ocurrido en la obra del escritor bohemio. Y es que en el siglo XIX se hablaba de izquierdas y de derechas; en el siglo XX de fascistas y comunistas, y en el siglo XXI, no sabemos ya de lo que hablamos. 

Por ello, cuando oigo hablar de la “derecha” a los políticos “progresistas”, realmente me causa hilaridad, porque, ¡hablemos claro!, ¿hay alguien más “rojo” que Cristobal Montoro en lo que a política económica se refiere? Sí, porque si hay un partido socialdemócrata en España, ese partido es el Partido Popular. Nunca hemos pagado las clases medias tantos impuestos desde que el Sr. Montoro es Ministro de Hacienda, a lo cual hay que añadir lo de la nacionalización de entidades financieras, de lo cual se ha encargado el Sr. De Guindos, del cual no nos atrevemos a sugerir una filiación política, salvo su afinidad a los principios de la Trilateral.

rajoy revistaprensa Merca2.esEn fin, dejémonos de clichés. En España, ya no hay ideología política, sino marketing político para conseguir los votos necesarios para conseguir que medio millón de políticos (y sus familiares, y sus amigos, y …) tengan trabajo, dinero y poder. Por eso, cuando Alberto Ruiz Gallardón le presentó el proyecto de Ley del Aborto a Mariano Rajoy, éste, directamente, la mandó a la papelera. ¿Qué eso no es una actitud de un líder de derechas? ¿Y desde cuando Rajoy es de derechas? Simplemente, evalúa el número de votos que necesita para seguir en el poder, y esa ley no le convenía.

Para pertenecer a la curia marianista hay que ser abogado del Estado, técnico comercial de Estado o registrador de la propiedad. El modelo es muy sencillo, haces una oposición memorizando los códigos civil y mercantil, o bien algún manual económico neoliberal. Y una vez que has aprobado la oposición, te olvidas de ella, y te dedicas a la política. Porque, ¿para qué hace falta una oposición a abogado del Estado, si no te interesa la abogacía? Y si no, que se lo digan a Soraya que, según me dice uno de sus examinadores en la oposición a abogado del Estado, la suspendió porque no se sabía la Ley Hipotecaria, pero ella, erre que erre, y después de seis años, consiguió finalmente memorizar lo suficiente para que le dieran el título de abogado del Estado, y luego irse con su mentor Rajoy para dedicarse a lo que realmente la interesaba, el ejercicio del poder. Después, “enchufaría” a la mitad de su promoción de abogados del Estado en el Gobierno, pero esa es otra historia.

¿Hay alguien más rojo que Cristóbal Montoro?

El hecho es que se ha creado una nueva clase política basada en aprobar oposiciones, y luego tener un curriculum vacío. Pero es que, además, aprobar una oposición depende de varias cosas, y sobre todo de la composición del tribunal. Hace bastantes años, leí un artículo en el que los autores habían realizado una investigación según la cual el 97% de los catedráticos tenían un hijo catedrático, y el 80% de los notarios, un hijo notario. El modelo gremial acuñado en la Edad Media sigue funcionando en España, y es muy difícil que cuando se hace una propuesta a un departamento gremial, los miembros del tribunal discrepen del resultado propuesto, puesto que también tienen hijos o sobrinos, y en la próxima oposición, les puede tocar a ellos, y necesitarán de un trato similar.

En fin, corrupción no es sólo meterle mano a la caja; corrupción es también dejar de lado los méritos de los aspirantes y promover un sistema de castas que permite que 50.000 personas manejen el cotarro generación tras generación. El “marianismo” no es ideológico, es simplemente funcional, y hará lo que haga falta para mantener el poder en manos de quienes lo detentan. Los cientos de miles de beneficiados que aplauden en esos congresos sin democracia ni transparencia que tanto le gustan al Sr. Rajoy, le necesitan para mantener sus puestos de trabajo y el futuro de sus hijos, y posiblemente de sus nietos.

Mientras tanto, en el mundo anglosajón, se evalúa por méritos a los mejores, y se avanza a velocidad de crucero, a la vez que miran a esos decadentes ibéricos que les servirán las cervezas cuando vengan de vacaciones a la playa. País…, que diría Forges.