Jesús María Ruiz de Arriaga: del seminario al McDonald´s de los abogados

A Dios rogando y con el mazo dando. Es la máxima que resume la vida del fundador de Arriaga Asociados. No cabe duda de que hace falta mucho más que Fe para hacerse de oro enfrentándose a la banca. Si al seminarista Jesus Mari le hubieran dicho a finales de los años setenta del pasado siglo que en lugar de ser cura se convertiría en el fundador de uno de los despachos de abogados con la mayor facturación de España –y que sería el enemigo público número 1 del sector financiero español– este alavés con alma navarra no se lo habría creído. Y es que una cosa es tener Fe en el Altísimo y otra, bien distinta, confiar en que de la nada se puede levantar un imperio jurídico con una cifra de negocio anual que supera los 50 millones de euros.

Jesús María Ruiz de Arriaga es un hombre tenaz, paciente y, por encima de todas las cosas, una persona audaz. Este fundador del despacho de abogados que acumula más enemigos poderosos (también dentro del sector jurídico) considera que ha democratizado el acceso a la asistencia jurídica en España creando el modelo de fast food legal que ahora da una nueva vuelta de tuerca, al abrir oficinas de atención al cliente en los centros comerciales al lado de establecimientos como tiendas Zara o McDonald´s. En cierto modo, ha inventado la cadena de montaje, trasladada a los despachos jurídicos.

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Cabeza no le falta: tiene dos carreras y once cursos de posgrado, expediente académico que va in crescendo porque aprovecha cada minuto que tiene para hincar los codos. Y cuando no trabaja o estudia es porque está de viaje: su destino favorito es Perú, país natal de su segunda mujer. Aunque donde pasa más tiempo es en Nueno, un pequeño pueblo de Huesca donde tiene una oficina. “Por Madrid pasa poco”, señala uno de sus antiguos colaboradores.

Su carácter emprendedor y autodidacta le hacen parecer más norteamericano que español y su estilo de hacer negocios recuerda al protagonista de la serie televisiva Better Call Saul –spin off de la laureada Breaking Bad– cuyo protagonista es un abogado que monta un despacho para ayudar a los jubilados a defenderse de las aseguradoras. En su caso, Ruiz de Arriaga puso la mirada en las personas mayores afectadas por la estafa de las preferentes, a las que ha ayudado a recuperar cientos de millones de euros. Luego ha aprovechado el filón, para sacar clientes de otros fraudes bancarios, como el de las cláusulas suelo hipotecarias o los préstamos multidivisa.

Lo ha logrado con un modelo de negocio copiado de las cadenas de fabricación en serie fordianas de coches de los años cincuenta del pasado siglo, trasladándolo al ámbito del Derecho. Unos trabajadores de su bufete son comerciales que captan clientes, otros administrativos que se encargan del papeleo, a este grupo se suman abogados recién licenciados que gestionan las demandas y, finalmente, un pequeño equipo de letrados experimentados se encargan de los juicios que, en la etapa más intensiva de trabajo, han llegado a acumular hasta siete vistas cada día.

UNA CADENA SIN POSIBILIDADES DE ASCENSO

En la enorme sede que tiene el bufete en pleno Paseo de la Castellana, frente al estadio Santiago Bernabéu, el ambiente laboral es funcionarial. Los trabajadores cumplen rigurosamente sus horarios desde sus cubículos. Pequeños despachos completan las instalaciones en las que destacan el elevado número de teleoperadores que atienden a los clientes, un entorno que recuerda más a una compañía telefónica que a un bufete de abogados. Algunos de sus ex trabajadores acusan a Jesús María de ser un explotador que se ha forrado a golpe de látigo.

Sin embargo nadie puede negar que los salarios que cobran sus empleados son superiores a los que abonan en los grandes despachos y consultoras, donde los jóvenes abogados y economistas trabajan doce horas diarias. Eso sí, en Arriaga Asociados se realizan tediosas tareas a golpe de cronómetro y es imposible promocionarse, lo que genera un ambiente laboral que algunos no son capaces de soportar.

Uno de los episodios más oscuros del bufete sucedió en octubre de 2014, cuando las acciones de Bankia subieron en Bolsa al calor de la oferta de canje ofrecida por la entidad financiera a los que habían comprado obligaciones subordinadas de la antigua caja de ahorros con carácter de deuda perpetua. Cuando los títulos cotizaban cerca de los 1,5 euros temblaron los cimientos de Arriaga Asociados. En el despacho temieron que los afectados pactarían con el banco abandonando la vía legal de reclamación. Fue entonces cuando la cúpula del bufete ordenó a los empleados acelerar las demandas para que los clientes no pudieran dar marcha atrás en su acuerdo con Arriaga, ya que una vez presentadas los afectados son prisioneros del despacho, a no ser que abonen la indemnización correspondiente.

ATRAPAR AL CLIENTE

Jesús María Ruiz de Arriaga niega que esta orden saliera de su despacho y acusa de manipuladores a los que difunden el rumor de que el autor de la operación fue su hermano Juan José, que junto con la esposa del fundador son los que realmente cortan el bacalao en el día a día del despacho de abogados. Según fuentes internas fue precisamente Juan José, veterinario con un master en dirección de empresas por el IESE, quien impulsó a los empleados del bufete a presentar demandas a toda máquina “como churros” sin tener en algunos casos ni la documentación necesaria para que tuvieran éxito en los litigios. Todo con tal de evitar una fuga masiva de clientes que dejara al bufete en paños menores.

Otro de los argumentos en el que insisten los críticos para atacar el modelo de negocio de Arriaga es que infla las costas para garantizarse una buena tajada en caso de que los jueces den la razón al litigante. Bankia presentó una denuncia ante las autoridades de competencia por este hecho, además de acusar al despacho de estar siendo sostenido económicamente por un fondo de inversión, algo que según los equipos jurídicos del banco es contrario a la normativa.

Y para terminar con las sombras de este despacho, no podemos dejar de mencionar que muchos clientes comprueban con sorpresa e indignación que cuando los letrados de Arriaga ganan los juicios y los bancos abonan a los afectados el dinero pendiente, el bufete les detrae la cuantía de sus honorarios adelantando financiación con perjuicio del cliente hasta que la entidad financiera condenada paga las costas. No es ilegal, ya que se encuentra en la hoja de encargo que firman los afectados, aunque sea en letra pequeña.

30.000 CASOS GANADOS

Sea como fuere nadie puede negar que Arriaga Asociados en sus poco más de siete años de vida ha ganado 30.000 casos recuperando 700 millones de euros detraídos por las entidades financieras a los casi 100.000 clientes que tiene en cartera. Todo comenzó con la quiebra de la inmobiliaria Martinsa–Fadesa, la mayor suspensión de pagos de la historia de España. La caída del imperio de Fernando Martín atrapó a Jesus Mari y a algunos familiares y amigos que habían comprado casas sobre plano y que vieron como su dinero se esfumaba al no haber sido incluidos como afectados en el proceso concursal.

Era octubre de 2011 y hacía tan sólo dos años que este ex seminarista de los Padres Reparadores, que llegó a tomar en su juventud los tres votos de la orden (pobreza, obediencia y castidad, había logrado licenciarse en Derecho por la universidad a distancia catalana UOC. Tenía cincuenta años de edad y, tras un arduo trabajo de investigación, el novato abogado puso una demanda y logró que los tribunales le dieran la razón. Antes de este hecho que cambiara su vida había hecho de todo, desde ser técnico de Hacienda en el Ayuntamiento de Alsasua (su pueblo adoptivo), a convertirse en director financiero de una pequeña cooperativa del Grupo Mondragón, pasando por la gerencia de dos compañías de transportes, la dirección de la asociación de discapacitados Atades y las labores de consultoría en RH Asesores.

A LA CAZA DE CLIENTES EN CENTROS COMERCIALES

Por lo que respecta a su vida familiar, el hecho de haber estado a punto de convertirse en sacerdote no ha sido un impedimento para que se divorciara de su primera mujer, con la que tuvo un hijo. Y el destino quiso que precisamente fuera su segunda esposa la impulsora de la gallina de los huevos de oro que los ha convertido en millonarios. Ahora quiere pescar clientes en los centros comerciales y gasta ingentes cantidades de dinero en publicidad para seguir en la cresta de la ola, aunque deberá hacer mucho más que eso si quiere mantener el imperio porque el modelo se agota. Una vez que las entidades financieras han retirado del mercado la mayoría de los productos con los que engañaron a miles de incautos no queda mucha tela que cortar en el ámbito de las reclamaciones bancarias. Reinventarse o morir, aunque ya saben ustedes que Jesús Mari de eso sabe un rato.