La increíble historia del Club de Patinaje Gondomar

Competir en un mundial es una meta a la que llegan pocos deportistas. El Club de Patinaje Artístico Gondomar (cerca de Vigo) lo ha hecho. Puede parecer una historia simple de un equipo. Pero no es así. Guarda dos excepcionalidades. La primera es que ha llegado a un campeonato del mundo en sólo cuatro años. La segunda, necesitaba reunir 25.000 euros. Los consiguieron, pero viviendo toda una odisea.

Este club de un pequeño pueblo de 14.000 habitantes compite en la modalidad de Grupos Show. No tiene nada que ver con las competiciones habituales de individual. Lo primero es que compiten en grupo y no solo puntúa la técnica. Los jueces también tienen en cuenta la sincronización, el vestuario y maquillaje. Todo debe ir acorde con el tema que interpretan y la música. En este caso, escogieron un tema 100% español: Alma torera. Los pasodobles y el traje de luces completaron la puesta en escena.

En sus cuatro años de vida habían conquistado el campeonato autonómico, pero nunca el nacional. Siempre se quedaron a las puertas, en cuartos y quintos puestos. Pero este año consiguieron la medalla de bronce y la clasificación para el campeonato del mundo. La felicidad invadía sus cuerpos sin pensar que el camino a la gloria estaría lleno de baches.

Empieza la odisea

Tan pronto volvieron a Gondomar se pusieron a echar cuentas. El campeonato del mundo se celebraría a principios de septiembre en Nanjing (China). Avión, hotel, coches… El viaje les salía a 25.000 euros.

El club no tenía dinero suficiente para costear el viaje de las 11 patinadoras y su entrenador, David Figueroa. Se trataba de volar en pleno mes de agosto a una ciudad con unas condiciones climáticas muy distintas a las que estaban habituados y una diferencia horaria de seis horas. “Entre el cambio horario y el cambio de clima (mucha humedad y una temperatura media de 40 grados) recomiendan estar unos días antes para aclimatarse un poco y por el jet lag”, explicó David a Merca2.es hace unos meses.

Nadie en el club estaba dispuesto a renunciar a su sueño. De hecho, David explicó a este periódico hace meses no contemplaban la idea de no participar. Para conseguir los 25.000 euros empezaron vendiendo pulseras y mochilas. Pero no era suficiente. Luego decidieron celebrar una gala para recaudar fondos. Llevaron a cabo muchas campañas, pero con poco éxito.

Estaban con una mano delante y otra detrás. La federación española no les ayudaría a costearse el viaje. La gallega –en principio- tampoco. Pero en mayo, David Figueroa recibió una llamada que no esperaba. La federación gallega le pedía que le enviase el presupuesto del viaje para negociar en qué medida podría colaborar.

A 40 días del campeonato les faltaban 12.500 euros

El club le envió el presupuesto. La federación lo estudió y prometió colaborar, pero a día de hoy continúa en standby. Sin embargo este no es un asunto que preocupe a David Figueroa porque “la federación tiene ayudado para otros campeonatos (europeos), pero ha dado el dinero más tarde”.

Todos a una, como en Fuenteovejuna

Pasaban los meses y el club no conseguían recaudar el dinero. A 40 días del campeonato todavía necesitaban 12.500 euros. Fue entonces cuando entró en escena el ayuntamiento. Su alcalde colgó una pancarta en la fachada del consistorio animando a colaborar con el club. Todo el pueblo se solidarizó para que esas 11 patinadoras cumplieran su sueño. Por esta parte consiguieron 2.000 euros. ¡Ya sólo faltaban 10.500! Tenían poco más de la mitad. Luego llegaron las empresas locales. Muchas de ellas habían prometido que colaborarían en lo que pudiesen. Vendieron mochilas y donaron una pequeña cuantía. Sin embargo, hay una que destaca sobre las demás: la agencia de viajes del pueblo. Fue la empresa que más se solidarizó con el club.

Cuando en marzo le contaron el motivo del viaje y la falta de recursos económicos se mostró flexible. Tanto que les permitió pagarle cuando tuviesen el dinero. El billete estaba comprado desde hacía mes y medio, pero no pagado. Su modus operandi les facilitó mucho la lucha porque les dejaba incluso a plazos e incluso después del viaje.

Lo pagaron en el último momento, un día antes de irse a competir. Ahora sí, todo estaba listo. Al día siguiente cogieron ese primer avión que les llevó a China. Si en el campeonato autonómico y el nacional los nervios que sentían eran considerables, en el mundial más todavía. Pero estaban allí. Bien es cierto que nunca compitieron con el objetivo de llegar a más. Su satisfacción siempre fue sentirse orgullosas de lo que estaban haciendo, que sus seguidores (principalmente familia) lo estuviesen también. Pero estaban en lo más alto del patinaje artístico, codeándose con la élite mundial.

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Después de varios días llegó el campeonato. Desde megafonía anunciaron esa famosa frase que les provocó cosquilleos en el estomago. ¡En pista, Club Gondomar! Cada patinadora se puso en su puesto, la música empezó a sonar. Sería la última vez en la temporada que escucharían esos acordes que tan buenos recuerdos les traerán en el futuro. Una vez más volvieron a demostrar ante miles de espectadores que eran las mejores y que se merecían estar en ese campeonato del mundo. Y así fue. En plena China, con un tema 100% español, el Club Gondomar se hizo con la sexta posición.