Guía básica para aprender a invertir en bolsa

La bolsa es un mercado financiero que atrapa la atención de millones de inversores. Muchos ven en las operaciones bursátiles la posibilidad de que su dinero alcance mayor rentabilidad que la obtenida únicamente por mantener ese mismo dinero en una cuenta corriente.

Invertir en bolsa es una actividad que está al alcance de muchos bolsillos, pues con depósitos de 500 euros, como vemos en esta guía para empezar a invertir en bolsa, ya se puede comenzar a tener una cartera de valores. Sin embargo, para diversificar las inversiones, algo que veremos más adelante, se considera como cantidad mínima aceptable disponer de al menos 10.000 euros.

Muchos de los inversores que se inician en los mercados bursátiles cuentan previamente con algún tipo de información o conocimiento financiero, pero también hay quien se lanza a esta actividad siendo aún novato y desconocedor del mercado. Por este motivo, antes de efectuar la primera operación en bolsa es recomendable atender a una serie de principios que dirigidos a evitar errores y sorpresas desagradables.

Definir objetivos y ser responsables con la inversión

La regla más importante de todas es invertir solo aquella cantidad que no suponga el ingreso mínimo vital, es decir, no dedicar nunca a la bolsa el dinero necesario para cubrir el día a día, el coste de la vida.

El mercado bursátil no es una inversión segura al 100% y es muy posible que, al igual que hay quien gana dinero, se puede acabar perdiendo todo lo invertido. Para evitar esta última situación hay que definir bien los objetivos, lo que supone tener claro qué se quiere conseguir con la inversión.

Los objetivos se definen calculando la rentabilidad que se desea obtener, el plazo de ejecución de las inversiones y el riesgo que se está dispuesto a asumir. Todas estas variables deben estar alineadas entre sí y que respondan a metas razonables, alcanzables. Más que estar atento al comportamiento generalizado del mercado, que es importante, lo fundamental es sacar partido del dinero invertido.

La bolsa, inversiones a futuro y diversificadas

La inversión a largo plazo es, por lo general, más accesible para los inversores novatos. Para operar en bolsa a corto plazo se requieren mayores conocimientos financieros y del mercado, así como experiencia.

Ante esta situación, resulta interesante atender al retorno a largo plazo y buscar valores que se ajusten a ese objetivo. Si la meta fijada es obtener una rentabilidad del 10% a dos años, esto obliga a buscar títulos que se adapten a esa premisa. Por otra parte, invertir a corto plazo implica tener que hacerse cargo de más comisiones, lo que reduce el porcentaje de beneficios.

Una vez metidos de lleno en la inversión, una recomendación que repiten todos los expertos es diversificar la cartera de acciones, pues de este modo se reduce el riesgo de perder toda la inversión. Es bastante frecuente que un sector o una empresa sufra caídas en bolsa y que eso suponga pérdidas, pero si el dinero está invertido en varios sectores, las pérdidas de unas operaciones compensan con las ganancias de otras.

Saber interpretar la información y confiar en los valores seguros

Un error que cometen muchos inversores es prestar atención al precio de las acciones y no a su rentabilidad. No importa que la acción cueste 100 euros o solo 5, lo que es relevante es la rentabilidad, pues al final el beneficio será el mismo.

En este sentido, es importante conocer bien las empresas en las que se desea invertir, estar al tanto de la información bursátil y aprender a interpretar cada una de las informaciones. Como norma general, siempre es más fácil y normalmente más seguro, apostar por empresas grandes. Muchos expertos ya lanzan recomendaciones de acciones a comprar en 2020, y entre ellas aparecen compañías importantes como Caixabank, Repsol o Santander.

Un mercado con riesgos que obliga a mostrar cautela

En la bolsa no existe un valor que sea seguro al 100%, no existe la gallina de las cuentas de oro. Ninguna inversión lleva aparejada consigo una alta rentabilidad si a cambio no se toman determinados riesgos.

Por este motivo, ante propuestas atractivas que se anuncian como la posibilidad de obtener ganancias por encima del valor del mercado, lo primero que hay que hacer es actuar con cautela, no atender a cantos de sirenas e informarse bien.

En las inversiones bursátiles hay que tener en cuenta valores como el PER, que es la rentabilidad por dividendo, y conocer indicadores básicos de cada operación, el análisis fundamental y en análisis técnico. Y todo esto, asumiendo que operar en bolsa supone siempre un riesgo que hay que saber manejar.

¿Cómo poner freno a las pérdidas?

Un último consejo es echar mano de las llamadas “stop loss”. Se conoce así a la capacidad de poner freno a las pérdidas, esto es, establecer un nivel de pérdidas máximo que se está dispuesto a asumir y a partir del cual se pondrán en venta las acciones.

Los inversores son mucho más propensos a vender cuando ganan que cuando pierden. En determinadas operaciones, cuando no están resultando rentables, confían en que la situación torne a mejor, sin comprender que esto puede que no ocurra nunca. Los stop loss ayudan a que las pérdidas no sean tan elevadas.

Todas estas reglas, a pesar de que parecen sencillas, no son siempre fáciles de poner en marcha, pues para ello se necesita una buena dosis de paciencia y conocimiento del mercado, algo que no todos los inversores poseen. Si algo debe quedar claro es que los mercados bursátiles pueden ser una buena opción para generar ingresos, siempre y cuando se opere con responsabilidad.